Perseguido
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Actualmente vivimos malos tiempos en lo que a la televisión se refiere. La clara degeneración que está sufriendo el medio hace que uno se pregunte qué ocurriría si algún día la gente se jugara la vida en un programa de televisión a cambio de dinero. Y esta película es una respuesta bastante aproximada. Basada en la novela ‘The Running Man’ de Stephen King, este producto genuinamente ochentero apareció cuando el «cine de esteroides», como me gusta llamarlo, estaba en su máximo apogeo. Y… ¿Quién mejor para repartir cera que un irónico Arnold Schwarzenegger? Es tiempo de show en ‘Perseguido’.

“Killian… ¡¡volveré!!” (Ben Richards)

Crítica de Perseguido

Los años ochenta fueron la era dorada del cine de acción y Arnold Schwarzenegger uno de sus máximos exponentes. Después de exitazos como Terminator (James Cameron, 1984) oDepredador’ (John McTiernan, 1987), el gigante austriaco se encontraba en la cima de su carrera. Por consiguiente, no es de extrañar que los estudios pensaran en él para interpretar a Ben Richards, el protagonista de este film. De todas formas hay que decir que primero se habían barajado nombres como Dolph Lundgren o Christopher Reeve. En el segundo caso cuesta entender teniendo en cuenta el guión y los derroteros por los que transcurre la película. Porque vamos, ver a Reeve haciendo el cafre sería tan surrealista como contemplar a Santiago Segura interpretando a Hamlet.

Una vez escogido el actor principal uno se pregunta quién fue el encargado de dirigirla. La respuesta es Paul Michael Glaser, que probablemente a algunos no les suene de nada. Pero si digo ‘Starsky y Hutch’ seguro que la cosa queda más clara. Y bueno, si analizamos el trabajo realizado por Glaser llegamos a la conclusión de que lo puso todo al servicio de Arnie. Sus labores se limitan a encadenar las escenas de acción que componen la película. Escenas que si son memorables no es precisamente gracias al talento con el que están rodadas, sino al carisma y buen hacer de los actores. Y cuando digo buen hacer me refiero a que hacen lo que esta película requiere. Es decir, aquí no nos encontramos ante un prodigioso guión que requiere un nivel interpretativo elevado. De hecho no es una maravilla, ni falta que hace.

Ahondando en el guión, comentar que corrió a cargo de Steven E. de Zouza. Hablamos de un guionista que se había curtido en series de televisión como ‘El coche fantástico’ o La mujer biónica’, por poner un par de ejemplos. Había dado el salto al cine con la estimable Límite 48 horas’ (Walter Hill, 1982) y ya sabía lo que podía pedirle a Arnold al haber trabajado en el libreto de Commando’ (Mark L. Lester, 1985). El script no es nada del otro mundo, pero cumple perfectamente su cometido. El problema (o no) es que todo queda reducido a un body count para lucimiento de Arnold.

En relación a lo que acabo de comentar, tanto la dirección como el guión dejan el divertimento que ofrece esta película en manos de los actores y de las escenas que protagonizan. Si se me permite el símil, parece que estemos viendo un videojuego de plataformas donde Arnold se limita a ir despachando a cada villano en una sucesión de peleas sangrientas. Todo para llegar al gran jefe final y terminar la partida. Game over. Y hombre, el script de esta película debería haber dado para más porque la historia lo merecía. En cambio, los personajes son el plato fuerte de este festival de muertes.

A diferencia del cine actual, no se recurrió a metrosexuales de medio pelo para protagonizar masacres, sino a tíos hechos y derechos. El protagonista principal es Ben Richards, un soldado que es arrestado por negarse a bombardear una manifestación y que acaba convirtiéndose en una pesadilla para los responsables de la ICS. El trabajo que se requiere de Arnold Schwarzenegger es sencillo: ¡Matar villanos y hacerlo con gracia! Y esto el amigo Arnold lo cumple con la solvencia esperada. Además, los diálogos con que adereza las luchas son tan memorables como en cualquier película ochentera que se precie. Hay que decir que Arnold y sus compañeros de fatiga lucen un mono amarillo de licra muy ajustado. Seguro que, en su momento, se veía moderno… pero a día de hoy, nos recuerda más a las mallas de una drag queen.

Es de suponer que, pensando en ese mono ajustado, alguien decidió incorporar un papel femenino para alegrarnos la vista. El honor recayó sobre Maria Conchita Alonso en el rol de Amber, una coprotagonista que es totalmente innecesaria. Los otros dos personajes son simple carne de cañón para cabrear a Ben Richards y aumentar su sed de venganza. No obstante, cabe destacar é a Yapeth Kotto por haber interpretado a Parker en Alien, el octavo pasajero’ (Ridley Scott, 1979). Sentimental que es uno.

Los rivales son un gran acierto. Si bien no tienen el peso específico de Richards, poseen el carisma y la gracia necesarias para despertar el interés del público. El criterio que se siguió a la hora de seleccionar a los actores se adivina la mar de sencillo: casi todos eran luchadores profesionales. Eso era una garantía segura de que músculos y caras de mala hostia no iban a faltar. Y es que lo que se esperaba de estos hombretones no eran grandes dotes interpretativas, sino que se mostraran como auténticas bestias pardas y cayeran con estilo. Y en esto último, sin duda, no nos defraudan.

Entre los colosos cabe destacar a Jesse Ventura, que ya había trabajado en la citada ‘Depredador’. Y también a un veterano en estas lides como es el Professor Toru Tanaka, que nos ofrece a un jugador de hockey japonés que despacha a sus víctimas en la pista de hielo convirtiéndolos en chop-suey. También es breve pero contundente la participación de Jim Brown encarnando a un amante de las barbacoas que no duda en achicharrar con su lanzallamas a quien se ponga por delante. Y claro, si hay fuego y hielo no puede faltar la electricidad. Esta última corre a cargo de Dynamo, protagonizado por un boxeador y barítono que descarga rayos al son de Mozart y sus «Bodas de Fígaro». Pero quizás uno de los perseguidores más carismáticos sea un desconocido Gus Rethwisch que interpreta a Buzzsaw, un sádico apasionado de las sierras mecánicas…

Lógicamente, un grupo tan variopinto de salvajes necesita un maestro de ceremonias a la altura. Ese no es otro que Damon Killian, el megalómano presentador de «Perseguido», al que da vida un magistral Richard Dawson. Para entendernos, viene a ser un José Luis Moreno… pero con mucha más mala leche. Lejos de limitarse a interpretar al personaje, Dawson se parodia a sí mismo en la película. Recordemos que, durante años, fue presentador de televisión y humorista. Su performance es su particular forma de rendir homenaje a tan particular profesión. Sin duda, su histrionismo y mala baba son causa directa de muchas de las risas que desata. De hecho, no sería nada exagerado decir que roba el protagonismo a Schwarzenegger y probablemente a la película en sí.

Y si Killian es importante no menos lo es el público del programa. El respetable del show retrata con fino humor negro a una sociedad deshumanizada y sedienta de violencia. Una sociedad que ha propiciado la existencia de programas como The Running Man. Prueba inequívoca es el desfile de mujercitas y adorables ancianas que apuestan emocionadas por su perseguidor favorito.

Buscar errores en una película de este estilo siempre suele ser tarea fácil. Un ejemplo de lo que comento es el tema de las cámaras del programa. Y me explico, el público de «Perseguido» sigue en directo la huida de Richards y sus amigos mediante cámaras situadas a lo largo de su ruta de escape, y cada vez que elimina a un perseguidor hay miles de miradas puestas sobre él. Es entonces cuando te preguntas por qué no le ven cuando habla de la situación exacta de la Resistencia o cuando comenta sus planes de fuga con Amber. Cuesta creer que un tipo que está siendo observado constantemente pueda conspirar contra nadie. Pero en fin, son cosas perdonables. No olvidemos que la película entera está puesta al servicio de Schwarzenegger y lo que al final centra nuestra atención no son este tipo de detalles.

También debo decir que el guión que tiene aciertos. Entre ellos, el hecho de poner en tela de juicio un poderoso ente como la televisión. Aquí se ofrece una visión bastante acertada de lo que puede suceder en el futuro. Y al sermón de Damon Killian me remito. Su discurso se acerca demasiado a nuestra realidad: «¡Esto es televisión, nada más. No tiene nada que ver con la gente, sólo con la audiencia. Durante cincuenta años les hemos dicho qué comer, qué beber, qué vestir… por el amor de Dios, Ben, ¿no lo entiendes? Los americanos aman la televisión. Destetan a sus hijos con ella. Les encantan los concursos, les encanta la lucha libre, les encantan los deportes y la violencia. ¿Y qué hacemos? ¡Les damos lo que quieren! Somos los número uno Ben, eso es todo lo que cuenta, créeme. Llevo en el negocio treinta años».

El apartado musical no es demasiado afortunado en algunos momentos, pero repito que estamos ante una peli ochentera y la música estridente es una característica más de esos años. Harold Faltermeyer, un pionero de la música electrónica, se había encargado ya con éxito de la banda sonora de Superdetective en Hollywood(Martin Brest, 1984). En esta ocasión ofrece unos temas que casan bastante con la estética del film, pero que francamente son del todo olvidables. Especial mención a las coreografías del programa «Perseguido», creadas por la mismísima Paula Abdul para lucimiento de las azafatas jamonas del concurso.

«No estoy metido en política. Lo mío es la supervivencia» (Ben Richards)

Conclusión.
Termino esta crítica de Perseguido, para los que la vimos en su momento se ha convertido en una obra de culto, entretenida y memorable. De lo mejor que hizo Schwarzenegger en los ochenta. Pero para muchos de los que la descubren ahora es una cutrada puesta al servicio de sus músculos. ¡Hombre! todo es cuestión de gustos, pero como leí una vez por ahí un diamante sigue siendo un diamante aunque lo recubras de roña. Así pues, y pese a los fallos que pueda tener, creo que sentarse a ver este film es disfrutar de un espectáculo que te transporta automáticamente a una época en la que el cine de acción se entendía de otra forma. Imprescindible tanto para nostálgicos como para aquellos que quieran redescubrir la era dorada del cine de acción.

Tráiler de Perseguido

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