Misión Imposible: Fallout
Después de dar caza a Solomon Lane, el líder del grupo terrorista conocido como “El sindicato”, un sub-grupo regenerado de aquellos, llamados “Los apóstoles”, ha tomado el mismo camino para completar la obra de Lane. Por su parte, Ethan Hunt falla en su misión de buscar tres cabezas de plutonio en Europa por hacer prevalecer una vida humana antes que millones de posibles vidas. Obligado por la agencia a completar su misión, ahora deberá cargar con un “vigilante”, un tanque-humano llamado Walker que tiene como meta hacer que la misión se cumpla… aunque para ello tenga que pasar por encima de Hunt. (Cineycine).
“Salvar una vida debe importar tanto como salvar millones de vidas. No se debe permitir un gran sacrifico para que se llegue a la paz. No importa que te repudien, que te persigan, ser señalado, quedarte solo, abandonado por tú propio país, con tu agencia negando tu existencia, herido, sin válvula de escape,… ya se te ocurrirá algo para demostrar, de nuevo, que sigues siendo algo así como una paradoja”. Tom Cruise vuelve a acelerar a tope para convertirse en Ethan Hunt por sexta vez en… ‘Misión: Imposible-Fallout’.
Crítica de Misión Imposible: Fallout
Una vez más se demuestra lo que es un hecho irrefutable: Tom Cruise es, hoy por hoy, el único actor que sólo con su nombre es capaz de vender una película de alto presupuesto y que triunfe 4 de cada 5 veces de manera aplastante. Con ‘Misión Imposible: Fallout’ lo vuelve a demostrar. Cruise da al espectador todo de sí mismo a nivel interpretativo, físico y emocional. El actor llena más de dos horas y veinte minutos de película de pura adrenalina. Una película que merece ser vista en cines como mínimo un par de veces. Por mi parte, sólo la pude visionar en 2D, pero la espectacularidad de algunas secuencias, rodadas sin trucos digitales, merece seguro el pago de una segunda entrada en tres dimensiones.
Es muy difícil controlar el hype que deja en tu cuerpo una secuela del nivel de ‘Fallout’. Hablamos de un film que, claramente, gana enteros sí sé es conocedor de la saga en su totalidad. Un film que, perfectamente, puede superar a cualquiera de sus predecesoras, manteniendo el nivel de la ‘Saga Imposible’ en lo más alto.
La pauta de ‘Fallout’ la marca ‘Misión Imposible 3’ de J.J. Abrams. Del estilo de acción y thriller épico de aquella se empapa esta propuesta. En cualquier caso, todo comienza con un aire que evoca a la ‘Misión Imposible’ de Brian De Palma. Esto es, con un intercambio fallido bajo un puente empedrado al estilo de la emboscada de Praga. A partir de ahí se pone rápidamente al espectador en situación, ofreciendo un manual de cómo hacer cine de acción con un actor/estrella dispuesto a jugarse el pellejo y que conoce al dedillo todos los entresijos de un vehículo para su lucimiento.
Por aire, tierra, mar, en coche, a moto o a pie (amén de las luchas cuerpo a cuerpo) Tom Cruise y el director Christopher McQuarrie (el que mejor ha entendido su dimensión como estrella) hacen un repaso, a modo de highlights mejorados, de los grandes directores de acción de la historia. Aquí vamos desde precursores como William Friedkin, John Frankenheimer o Michael Mann… a figuras autodenominadas mesiánicas como James Cameron. Se toman secuencias icónicas de sus films y se trasladan al universo de Ethan Hunt redefiniéndolas en versión mastodóntica. Todas ellas, en su mayoría, protagonizadas por Cruise y la apabullante presencia de un Henry Cavill titánico. La pose de Cavill está en clara reminiscencia a los superhombres vitaminados de los años ochenta. De hecho, la irrupción de su personaje, un tanque humano, da una dimensión de misión aún más imposible a la nueva aventura de Ethan Hunt.
Henry Cavill representa a Walker, un tipo que es una amenaza en sí mismo. Y lo es no sólo para su propia agencia (la CIA), sino también para el propio Hunt, ya que si éste no consigue las cabezas nucleares, Walker pasará por encima suya para conseguirlas él mismo con sus propios métodos. ¡Impresionante Cavill! convertido en un rival a la altura de un héroe como Ethan Hunt. La propia Angela Basset, en su rol de Erica Sloan, lo define perfectamente en una conversación con Alec Baldwin, repitiendo como Alan Hunley, “Ustedes actúan como un cuchillo –en referencia a Hunt- yo tengo a mi propio martillo”.
En el resto del reparto cada intérprete es perfectamente conocedor del rol que le toca. Además de los ya mencionados, aquí vuelve Rebecca Ferguson como Ilsa Faust, la revelación de ‘Nación Secreta’. Nuevamente tiene una misión que cumplir que chocará en paralelo con la de Hunt. Estaba el listón muy alto, pero aun así Ferguson no decepciona. El pérfido Solomon Lane, de nuevo interpretado por Sean Harris, vagabundea de gobierno en gobierno con el rostro carcomido por la ira. Simon Pegg sigue en su línea, aunque va alejándose del rol de “alivio cómico” para ir haciéndose un agente de campo. También vuelve Ving Rhames, el único superviviente de la primera entrega junto a Cruise. Su Luther Stickwell ya no es el que era. Ahora se conforma con estar sentado la mayor parte del tiempo y llegar tarde cuando se trata de correr en busca de alguien o algo.
Entre las caras nuevas destacar a Vanessa Kirby como la viuda de blanco. Su primera aparición en pantalla conlleva una revelación que remite a un personaje clave de la primera entrega. Y en el papel de Zola, el hermano de la viuda, encontramos a Frederick Schmidt, quien seguro hace carrera en breve en Hollywood. Aquí presenta candidatura para ello, por lo menos físicamente. Papeles breves para Michelle Monaghan como Julia (la ex-mujer de Hunt) y para Wes Bentley como el Doctor Patrick.
En cuanto a la dirección, McQuarrie vuelve a demostrar que tiene una mano privilegiada para la acción. El director sabe rodar persecuciones a un nivel altísimo, al mismo tiempo que va uniendo set-pieces con un argumento que se va haciendo más grande e imposible a cada paso. Sólo se le puede dar una gran nota a McQuarrie por llevar al siguiente nivel a la franquicia. Tanto el anterior film como este presentan, en global, las que probablemente sean las mejores persecuciones vistas en los últimos años.
McQuarrie es capaz de meternos de lleno en la adrenalina de la acción y hacernos sentir el riesgo en nuestra propia piel. Ayuda, por supuesto, el no tener que recurrir a ningún truco de cámara para esconder a los dobles de Cruise o Cavill (¡ojo! al salto Halo, o a la persecución psicótica entre dos helicópteros… por no olvidarnos del tremebundo enfrentamiento a tres bandas en los lavabos de una discoteca). Para los ávidos de morbo, decir que el salto en donde Cruise se partió el tobillo, y fracturó varias costillas, está en el montaje final y, llegado el momento, se identifica perfectamente.
“Deberías haberme matado” (Solomon Lane)
En resumidas cuentas.
Finalizo mi misión con esta crítica de Misión Imposible: Fallout, una secuela ejemplar, un vehículo de lucimiento épico para Cruise, una montaña rusa psicótica de acción desenfrenada con un argumento al más puro estilo James Bond. Un viaje por el globo para mostrar al mundo las set-pieces de acción más memorables del viejo cine de acción de los setenta y noventa, redefinido al estilo Cruise/McQuarrie. Tom Cruise es el último cowboy y la saga ‘Imposible’ es su viejo Oeste.
Tráiler de Misión Imposible: Fallout
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Despues de varios blockbusters bastante discutibles en este verano, a sido Christopher McQuarrie y Tom Cruise quienes han regalado este verano, el que es el BLOCKBUSTER, asi en mayusculas de este verano.
Mision: Imposible – Fallout tiene en su haber una cantidad de set-pieces taaaan brutas (de las mencionadas por Glez, hasta la brutalisima escena de persecucion de Paris, esa sin musica o la persecucion de los helicopteros con la agresiva musica de Lorne Balfe sonando atronadamente) y un reparto conmedidisimo en sus roles, para la replica de Tom Cruise, ese armario que es Henry Cavill, un armatoste humano que lo pone casi en jaque fisicamente e interpretativamente a un Tom Cruise, que es el alma y cuerpo de esta saga, asi de simple, sin Tom, no hay Mision Imposible.
La direccion de McQuarrie es brillante, con una claridad en todo momento (alejado del caos de Paul Greengrass que predominaba en este cine, bendita sea) y, aunque haya ciertos bajones de ritmo (es imposible mantener un ritmo endiablado en un montaje de 146 minutos), es un blockbuster notable como la copa de un pino, ya era hora.