Origen
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En 2010 llegó a nuestras pantallas de cine una nueva y esperada película de Christopher Nolan, ‘Origen’. En esta ocasión cambia la acción trepidante y las calles de Gotham por un thriller onírico. Cuando se anunció que Nolan iba a ser el director se levantaron muchas expectativas, pero el tiempo demostró que estaban justificadas. Muy posiblemente estamos ante su película más sólida.

«Los sueños parecen reales cuando estás en ellos. Es cuando despiertas que te das cuenta de que había algo extraño» (Cobb)

Crítica de Origen

Christopher Nolan ya no es un director cualquiera, ahora es uno de los grandes. Sobre él recayó la responsabilidad de resucitar a un Batman sumido más que nunca en la oscuridad y lo consiguió con uno de los mejores blockbusters de los últimos años. Ya en sus inicios como realizador había tocado la temática de los trastornos relacionados con el sueño y la mente. Primero con la inolvidableMemento (2000), un film que relataba las peripecias de un hombre con graves pérdidas de memoria en busca del asesino de su mujer, y después con Insomnio’ (2002), un correcto thriller psicológico. Es por ello que cuando se anunció ‘Origen’ muchos nos preguntamos si esta iba a ser la consagración definitiva de Nolan… o si por el contrario estábamos ante una producción más irregular como fue El truco final’ (2006).

Obtener una respuesta a tan simple pregunta pasa por adentrarse en esta propuesta onírica de la mano del propio Nolan. Además de las labores de dirección también se encargó de escribir el guión. La premisa argumental está basada en una idea en principio original pero que bebe de fuentes tan dispares como Matrix’ (Andy y Lana Wachowski, 1999), o A través del espejo y lo que Alicia encontró allí’, una obra escrita por Lewis Carroll como continuación de su famosa novela. Y me explico en el siguiente párrafo.

Por una parte tenemos unos mundos diseñados y recreados por la propia mente donde se sitúa la acción. Unos mundos que se rigen por unas leyes físicas y temporales muy particulares. Por la otra observamos una clara analogía entre el espejo por el cual se asoma Alicia y ese mundo irreal pero tan convincente donde se desarrolla la acción. Al igual que sucediera con ‘Memento’, estamos ante una película que debe ser vista más de una vez para poder exprimir todo lo que ofrece. Al principio puede parecer algo complicado comprender qué es lo que se nos está contando, una sensación que aumenta a medida que llegamos al clímax final. Y también hay algún que otro agujero de guión, sin duda provocado por la complejidad de la historia. Pero, en general, creo acertado decir que Nolan maniobra la nave con mano firme manteniendo un ritmo constante.

La historia que se nos relata es compleja e inteligente, pero no confusa como pudiera parecer. Reconozco con pesar que en la industria del cine norteamericano hay una creciente tendencia a ofrecer guiones simples que hasta un niño podría seguir. Incluso se nos señalan los elementos más importantes como si de neones se tratara. En ‘Origen’ ocurre lo contrario… porque podemos descubrir por nosotros mismos por donde discurre la acción y hacia dónde nos lleva, pero de buen seguro requerirá que pongamos nuestra máxima atención. En realidad, Nolan se limita a contar su historia de una forma directa y concisa. Aunque es posible que determinados detalles pasen desapercibidos finalmente conseguimos hacernos una imagen global lo suficientemente sólida como para disfrutar de la película. Eso sí, ya aviso que, cuando todo acabe, es probable que haya más de una lectura de lo visto. Y hasta aquí puedo contar.

Un buen guión requiere de un buen reparto, y quién mejor para encabezarlo que Leonardo DiCaprio. Hablamos de un actor en la cresta de la ola. Casualmente, ‘Origen’ guarda una especial relación con Shutter Island (Martin Scorsese, 2010). Esto es así porque esta cinta de Nolan también juega con los conceptos de realidad e ilusión. El papel de DiCaprio (Cobb) es el más importante ya que nos muestra el enfrentamiento interno que sufre al no ser capaz de dejar atrás su pasado. Cobb concede demasiado valor a una realidad inventada que jamás podrá rellenar los huecos que faltan en su vida. Es esa lucha interna lo que pondrá en peligro toda la misión y, finalmente, será él mismo quien deba decidir si prefiere una vida de mentiras o enfrentarse a la realidad…

¿Qué realidad es esa? Bueno, eso es algo que se nos irá revelando con cuentagotas en intervalos acompasados. De lo que no cabe duda es que buena parte del éxito de la película radica en el buen trabajo de DiCaprio. El actor consigue que este film tenga más que ver con las emociones humanas que con los efectos visuales. Y es justo reconocer que la actriz Marion Cotillard, que da vida a la mujer de Cobb, contribuye en gran medida a completar este complejo retrato psicológico.

El equipo que acompaña a Cobb está formado por un variopinto grupo de profesionales. En primer lugar está su inseparable socio Joseph, interpretado con sorprendente frescura por Joseph Gordon-Levitt, un prometedor actor ya convertido en realidad. El papel de «arquitecta», o encargada de construir los decorados donde tienen lugar los sueños, recae sobre Ellen Page, a la que  vimos triunfar en Juno’ (Jason Reitman, 2007). El suyo es un personaje interesante porque, a la postre, será el catalizador para que Cobb afronte sus graves problemas y decida ponerles fin. Finalmente, Tom Hardy encarna a Eames, básicamente un experto en personificar a cualquier individuo dentro del sueño.

Llegados a este punto, relacionado con los personajes, quedan en evidencia algunos agujeros en el guión a los que me referí anteriormente. Me explico: en ningún momento se nos deja entrever cómo y dónde han aprendido sus extrañas habilidades. Simplemente se da por hecho y se pasa al siguiente asunto. Sin embargo, es previsible que buena parte del público pueda preguntarse por qué una chica como Ariadne puede construir decorados y otros como Eames no. Del mismo modo que tampoco queda nada claro cómo funciona la misteriosa máquina que permite «conectarse» a otra persona.

Otros intérpretes secundarios son Dileep Rao como Yusuf, un árabe especializado en el diseño de sedantes. Esto último algo obligado cuando se trata de dormir a un objetivo para poder entrar en su mente sin que despierte. También está Michael Caine que se limita a aparecer un par de minutos pero dejando su sello de calidad. Eso sí, no podemos dejarnos a dos de los personajes sobre los que gira la acción. En primer lugar el cliente, Saito, interpretado por un Ken Watanabe que a estas alturas no necesita presentación. Y en segundo lugar el objetivo de la misión: el irlandés Cillian Murphy, al que recordamos, sobre todo, por sus papeles protagonistas en Sunshine’ (2007) y ‘28 días después’ (2002), ambos films de Danny Boyle. Cabe destacar que estos tres actores ya colaboraron con Nolan enBatman Begins (2005) interpretando a dos de los villanos y a Alfred.

El apartado visual es otro plato fuerte en esta película. Nolan no dudó en confiar en el mismo equipo con el que trabajó anteriormente. Ante todo es encomiable el trabajo de fotografía realizado por Wally Pfister, plasmando una paleta de colores fríos que acompañan y mucho esa sensación de tristeza e irrealidad que se intenta plasmar en determinadas escenas, sobre todo las que corresponden a los sueños de Cobb. Lo mismo podemos decir de los efectos visuales. La verdad es que la soltura y suavidad con que se muestran las distintas distorsiones en los sueños son impecables. Es impresionante ver retorcerse una ciudad o contemplar cómo la gravedad afecta de forma muy particular a los personajes. En este aspecto no creo que haya ni una sola pega que ponerle a esta producción.

No podríamos acabar esta crítica de Origen sin dedicar unas líneas al trabajo de Hans Zimmer, el músico fetiche de Nolan. Quizás no llegue a las cotas de excelencia de John Williams, pero los temas que compone Zimmer son la pareja de baile perfecta para el tono irreal que Nolan insufla en la trama. Quizás no sea una de esas bandas sonoras que uno suele poner en el reproductor para amenizar una sobremesa, pero esas inquietantes trompetas que emplea Zimmer en determinados momentos contagian en el espectador la sensación de que está realmente en un sueño del que difícilmente puede escapar.

Conclusión.
Actualmente cuesta encontrar películas como esta. Películas que emplean los efectos visuales y sonoros como meras herramientas para componer una sinfonía de suspense y emoción. Cada escena de acción y cada interpretación, por pequeña que sea, está al servicio de un guión magistral. Nolan consigue un simulacro de realidad tan perfectamente sincronizado que cuando acaba uno se queda sentado sin saber muy bien qué decir o pensar, pero con la inequívoca sensación de que acaba de contemplar algo grande. Su propuesta es seductora, refrescante y, al igual que el personaje interpretado por DiCaprio, consigue trasladarnos a su propio sueño y jugar con nuestras mentes. Por eso vuelvo a resaltarlo, esta película tiene tantas lecturas como nosotros queramos ver. Aunque en realidad no es que queramos, sino que es el propio Nolan quien nos obliga a ello. Sirva de muestra el plano final que cierra la obra.

Tráiler de Origen

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