Desafío a la muerte
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Jean-Claude Van Damme está logrando convencer a sus detractores más intransigentes a base de mucho tesón y esfuerzo. Y es que con el paso de los años, el protagonista de la ya lejana Soldado Universal está demostrando que sus aptitudes interpretativas van mucho más allá de las patadas y golpes a los que nos tiene acostumbrados. Un reciclaje a todas luces necesario que está permitiendo al «Belga de oro» ser considerado seriamente como actor, y Desafío a la Muerte es una buena muestra de ello. Pese a que la estructura argumental del film flojea algo más de lo debido, sin lugar a dudas se trata de su mejor película en años y una de las actuaciones más solventes, incluso impresionantes, de toda su carrera.

«Esto tenía que suceder de un modo u otro…»

Desafío a la Muerte

Jean-Claude Van Damme. La reinvención de un mito

Desafío a la MuerteHace bastante tiempo que Jean-Claude Van Damme decidió dar un giro radical a su alicaída carrera, una medida inevitable si tenemos en cuenta la imposibilidad del actor de recurrir a un personaje icónico que mueva masas y que sea capaz de devolverle a esa cima de la que una vez descendió a velocidad de vértigo. Esto, sumado al tremendo daño que ocasionó el «efecto Matrix» al cine de acción más modesto y al interminable desprestigio al que ha sido sometido Van Damme durante décadas, le han llevado a tomar una decisión que quizás no sea bien recibida por algunos de sus seguidores más pueriles, pero que a la larga, podría devolverle parte del crédito perdido años atrás. Un hecho que en cierta medida acaba de darse gracias a su soberbia actuación en la no menos sorprendente JCVD (2008), película que ha elevado de un plumazo el status de Van Damme y cuya interpretación ha sido elogiada mundialmente incluso por los críticos más obstinados. Y es que hastiado de ser constantemente el epicentro de la crítica especializada debido a sus presuntas limitaciones interpretativas y a su insistencia en rodar trivial cine de acción, el actor tomó la decisión de alejarse paulatinamente del género que le dio la fama para buscar ese revulsivo que le permitiera ampliar su público y, al mismo tiempo, deshacerse así de la etiqueta que tanto le ha perjudicado durante años.

Pero que no se alarmen los fans incondicionales de los mamporros y las patadas, ya que Van Damme no tiene la intención de abandonar por completo el cine de acción, aunque es obvio que algo «inusual» ha estado sucediendo en su filmografía reciente. Si repasamos brevemente sus últimos trabajos, veremos que el primer punto de inflexión de su nueva etapa comenzó a gestarse en el año 2000 con el film Replicant, thriller de ciencia ficción donde el actor encarnó con bastante solvencia dos personajes visiblemente opuestos: el de un cruel asesino de mujeres sin escrúpulos, y el de un inocente y atrasado clon del psicópata, siendo éste el primer gran cambio de registro que Van Damme había experimentado hasta entonces. Más tarde le siguieron películas que mezclaban importantes dosis de drama con la acción más cruda, como fue el caso de Salvaje (2003) y Justa Venganza (2004). Sensacional la primera y muy reivindicable la segunda. Pero su travesía no había concluido aquí, ya que el actor comenzó a experimentar con la comedia de tintes dramáticos aceptando breves pero curiosos papeles de reparto en las aquí inéditas Narco (2004) y Sinav (2006), producidas en Francia y Turquía respectivamente. Ya en el 2007, Van Damme volvería a los cines de nuestro país con el thriller policíaco Desafío a la muerte, cinta de la que hablaremos a continuación y donde el belga logra una actuación más que destacable; racha que culminaría al año siguiente con la sobresaliente tragicomedia JCVD (2008), película que definitivamente ha consagrado a Van Damme como un buen actor, algo que antaño habría resultado poco menos que impensable a pesar de sus decentes (aunque poco reconocidas) actuaciones en películas como Sin escape (1993), Timecop (1994) o Al límite del riesgo (1996).

Desafío a la Muerte

Lo que parece evidente es que Van Damme se ha propuesto rechazar todos aquellos papeles que no le reporten un elemento innovador a su filmografía, conclusión a la que llegaremos a tenor de su negativa a participar en grandes producciones de acción como el nuevo Street Fighter, la esperada The Expendables o el inminente remake de Kárate Kid. Y es que el musculoso actor desea continuar por su propio sendero demostrando al mundo que puede llegar a ser mucho más que un tipo que abre las puertas a patadas. Prueba de ello es su siguiente trabajo: The Eagle Path, película rodada en Tailandia y dirigida por el propio Van Damme en la que nuestro héroe interpreta a un soldado veterano que se enamora de una atormentada prostituta, a la que da vida nuestra guapa actriz española Claudia Bassols. Todo un drama romántico (aunque eso sí, con toques de acción) que no hace sino ratificar las verdaderas intenciones del nuevo Jean-Claude Van Damme. Le deseamos pues toda la suerte del mundo en su nuevo periplo cinematográfico.

Jean-Claude Van Damme y Claudia Bassols en una secuencia de «El Sendero del Águila»

El Sendero del Águila

Crítica de Desafío a la muerte

Pese al engañoso tráiler que la compañía «New Dreams» divulgó en España a través de la red de redes, hemos de aclarar que Desafío a la muerte no es una película de acción. Por lo tanto, no esperen combates cuerpo a cuerpo o numerosas secuencias espectaculares; ni tan siquiera encontraremos una sola persecución a lo largo de todo el metraje, aunque sí un par de tiroteos bastante contundentes. Y es que los pilares fundamentales sobre los que se sustenta la trama principal son ni más ni menos que el drama personal y el romance; éste último un factor que se intensifica hacía la segunda mitad de la película. Esta desinformación por parte de diversos medios (los cuales llevan años midiendo las películas de Van Damme por el mismo rasero, y eso pone en entredicho la capacidad de los supuestos críticos profesionales) ocasionó cierto desconcierto a los que esperaban un film mucho más dinámico y rápido, ya que realmente estamos ante una producción de intensidad moderada que trata de relatar (con mayor o menor éxito) una historia potente alejada de los cánones habituales del género de acción, algo que no suele ser habitual en la mayoría de las películas de Van Damme. De hecho, y sin ir más lejos de la realidad, estamos hablando de uno de los films más interesantes de la carrera del astro belga, y aunque si bien es cierto que no se trata de su mejor película, sin duda nos encontramos ante un producto más que reivindicable y superior a la mayoría de films que el actor ha rodado en los últimos años; a excepción, claro está, de la magnífica JCVD de Mabrouk El Mechri.

La película está delimitada claramente en dos actos, siendo el primero de ellos el más impactante (y a ratos estremecedor) de todo el metraje. Este primer acto, que dura alrededor de 40 minutos, se podría catalogar básicamente como un violento y oscuro thriller policíaco que gira en torno a la penosa vida de Anthony Stowe, un detective del departamento de policía de Nueva Orleans que se encuentra atrapado en una espiral de muerte y autodestrucción debido a su adicción a la heroína. Finalmente Stowe se verá involucrado en un trágico tiroteo que servirá de nexo de enlace hacía la segunda mitad de la historia, que pasará a convertirse en todo un drama familiar.

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Acto primero: el despiadado Anthony Stowe

De manera incuestionable nos encontramos ante los mejores minutos de toda la película, donde se nos presenta un personaje magistralmente interpretado por Van Damme que llega a resultar decadente y demente hasta traspasar el límite de la moralidad humana: traiciones a sus propios compañeros de profesión, trapicheos con traficantes de droga, infidelidades a su mujer, sexo con prostitutas baratas, violentos métodos de trabajo y desprecio hacía todos los que le rodean; son los hábitos diarios de un individuo que quedará en la retina de todo espectador que sea capaz de apreciar esta actuación dejando de lado los típicos prejuicios sobre Van Damme, algo que siempre termina lastrando el visionado de muchas de sus películas. Presten especial atención a la secuencia en la que el propio Stowe se inyecta heroína en su automóvil tras una turbia discusión con su esposa en un restaurante (en un plano donde la expresión y los gestos del actor valen más que mil palabras). Sin duda hablamos del mejor momento de todo el primer acto, un instante francamente «sucio» y tétrico que culmina con la aparición de la mismísima muerte.

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Este tipo de secuencias quedan magníficamente reforzadas con una contundente y pesimista partitura musical que juega un papel crucial a lo largo de todo el film, y que no hace sino elevar la malsana sensación de autodestrucción que de por sí ya emanan estos dantescos y desoladores momentos, arropados además por una excelente ambientación y una oscura fotografía de Douglas Milsome (Full Metal Jacket). Obviamente todo está conducido por un Van Damme arrollador caracterizado a lo «Max Payne» que no muestra ni el más mínimo aprecio por la vida de nadie, ni tan siquiera por la suya; y que deslumbra en todos y cada uno de los planos de este primer tramo, siendo capaz de transmitir verdadero odio, pena e incluso terror a lo largo de diversas situaciones que bien merecerían figurar entre las más perturbadoras de toda la filmografía del actor. Y es que el fornido actor de origen belga es la verdadera estrella de la función, logrando contra todo pronóstico una más que notable actuación y ofreciéndonos por instantes un auténtico recital de gestos, tonos de voz, miradas y muecas incompatibles años atrás con sus iniciales aptitudes dramáticas. Lástima que no podamos decir lo mismo del resto del reparto, ya que a excepción del siempre eficiente Stephen Rea (V de Vendetta), los actores secundarios dejan mucho, muchísimo que desear.

Pero tras esta cruda primera mitad de película (y que por cierto, no hubiera sido mala idea haber continuado por este derrotero durante todo el film), todo cambia de forma radical y el argumento y planteamiento dan un giro definitivo. Ciertamente podríamos considerar el segundo acto como un film totalmente diferente a lo sucedido minutos antes. Igualmente interesante pero también visiblemente inferior y algo más tópico.

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Acto segundo: en busca de la redención y del perdón

Tras un duro tiroteo genialmente filmado, pasamos a la segunda mitad de la historia, ya escrita descaradamente con la intención de proponer un repentino cambio de registro a la estrella principal de la película. Un Van Damme que gracias a su esfuerzo y a la pasión que le imprime a la interpretación de su renacido Stowe, sale victorioso de la situación a pesar de que se trata de un terreno pocas veces explorado por el actor, aunque el impacto que hasta el momento había producido su personaje disminuye considerablemente en esta peculiar y a ratos descompensada versión de «A propósito de Henry«. Y digo descompensada porque hay que tener talento (y metraje) para encajar en un mismo film dos planteamientos argumentales visiblemente opuestos; y el realizador Simon Fellows no está sobrado precisamente de talento, de ahí que esta segunda mitad de la historia se nos antoje ciertamente forzada y antinatural en diversos momentos, sobre todo teniendo en cuenta que cada vez quedan menos minutos de metraje para plasmar en pantalla una minuciosa y elaborada trama dramática que tenga que encajar a la perfección con los hechos acontecidos en el primer acto y con el desenlace final. Por ello mismo se han empleado menos minutos de los deseados en narrar la recuperación de un Anthony Stowe que recibe ni más ni menos que un balazo que le atraviesa toda la cabeza (algo que llevará a una incongruencia grave si se fijan bien en las cicatrices de Anthony una vez recuperado), dando lugar a una rápida rehabilitación que se resume en un par de secuencias muy enternecedoras, pero que se antojan escasas dada la gravedad de los hechos. Aunque claro, tampoco hay tiempo para mucho más si tenemos en cuenta que aún queda toda la resolución final y el inevitable encuentro Stowe Vs. Callahan.

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Pese a todo, este segundo acto no está exento de interés, ya que Van Damme vuelve a demostrar que tiene madera de auténtico actor al cumplir con creces con las características que requiere su nuevo personaje: un tipo que debe de aprender de nuevo a hablar, que acarrea secuelas físicas de su último encuentro con Callahan; pero sobre todo, un personaje que ha de recuperar el amor de su todavía esposa y que desea redimirse a base de compensar a todas aquellas personas que anteriormente había intentado undir sin clemencia alguna. Stowe se convierte de este modo en todo un ejemplo de bondad y buenas intenciones en un film transmutado en una clara metáfora del perdón y que funciona medianamente bien como drama familiar, aunque ya en su tramo final la película cae en algunos tópicos ya habituales de otras cintas de Van Damme, como el inevitable secuestro de la esposa de Stowe o la típica secuencia de venganza despiadada que tendrá lugar en una vieja fábrica donde la muerte y la sangre serán los protagonistas principales. Eso si, la historia culmina con un desenlace poco habitual para tratarse de un film de Jean-Claude Van Damme, y esto es ya un gran punto a su favor.

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Esta cinta ha sido dirigida con cierto buen pulso por Simon Fellows, artesano de Serie B más bien mediocre que ya se encargó de dirigir a Wesley Snipes en la aburrida 7 Segundos (2003), para poco después, ponerse tras las cámaras en una muy fallida película de acción militar titulada En territorio enemigo (2005), lo que supuso su primer encuentro con Van Damme. A pesar de todo, en esta ocasión Fellows se ha mostrado mucho más meticuloso y metódico, sobre todo durante el transcurso de todo el primer acto, donde el realizador ha sido capaz de plasmar en pantalla con total solvencia una serie de situaciones bastante violentas y crudas; atreviéndose incluso con un par de tiroteos realmente contundentes, realistas y muy bien filmados moviendo la cámara con criterio y cuidando los ángulos, algo que no podríamos haber dicho en la anteriormente citada En territorio enemigo. No obstante, algunos planos se ven ligeramente mermados a causa de varios «tics» algo molestos por parte del realizador, ya que en un par de momentos le da por girar la imagen hacía abajo 180º, lo que hace que veamos dichos planos totalmente al revés (no me pregunten por qué, ya que tampoco entiendo qué pretendía el director con ello). Lo que está claro es que salvo este detalle, en general nos encontramos ante el mejor trabajo de Fellows como realizador.

Pero Desafío a la muerte también tiene sus defectos, siendo el más importante de ellos la presencia de ciertos agujeros argumentales en la trama. Es obvio que la película está realizada exclusivamente para y por el lucimiento interpretativo de Van Damme, de ahí que se hayan descuidado excesivamente otros aspectos tan importantes como el desarrollo de los personajes secundarios que integran la historia o el guión. Y es aquí donde erradica precisamente el mayor problema de esta película.

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El guión

Un guión que aún siendo muy decente y estar bastante mejor desarrollado que el de la mayoría de las películas de Van Damme, no termina de cuajar debido a ciertas lagunas argumentales que originan diversas dudas durante el desarrollo de la trama. Una serie de incógnitas cuyas respuestas deberán ser intuidas con mayor o menor acierto por parte del espectador, sobre todo para aquel que no haya visto el film en más de una ocasión.

Bastantes teorías sobre el hilo argumental se han barajado desde que esta producción se estrenó de forma limitada en nuestras pantallas de cine. Una de ellas (y la más lógica) sostiene que Anthony Stowe se infiltró en una red de narcotraficantes liderada por el policía Gabriel Callahan para intentar desmantelarla y llevarlos a todos a prisión. El propio Callahan era el proveedor del negocio, pero Stowe sucumbió y decidió convertirse entonces en consumidor, a lo que accedió a trabajar con el propio Callahan en el mundo del tráfico de drogas. Pero por algún motivo que no es desarrollado en el film, Stowe derrumbó de un modo u otro el plan que ambos tramaban, llegando incluso a traicionar a su compañero y todavía policía Gabriel. Finalmente éste sería descubierto (seguramente delatado por Stowe) y separado del cuerpo de policía, aunque posteriormente continuaría ejerciendo en el mundo del crimen cubriéndose bien las espaldas y eliminando todo tipo de cabos sueltos, a saber: fiscales, testigos e incluso compinches. Anthony, ahora enemigo de Callahan y con su vida personal seriamente afectada por su adición a las drogas y al sexo con prostitutas baratas, continuaría en el cuerpo de policía intentando capturar a su antiguo socio. Pero por otra parte, diversos criminales que integran el corrupto imperio de Callahan aún creen que Stowe sigue trabajando para él actuando como topo en el departamento de policía de Nueva Orleans.

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Indagando en el guión (y para aquellos que aún no hayan visto la película, mejor que no sigan leyendo) podremos sacar diversas conclusiones que también nos llevaran a plantearnos ciertas cuestiones, ya que en ningún momento queda excesivamente claro cuál fue la relación real entre Stowe y Callahan ni por qué ambos se enemistaron en el pasado. Tampoco llegaremos a encontrar una argumentación sólida que nos confirme si los integrantes del departamento de policía sabían que Stowe era compañero de negocios sucios de Callahan. Esta última cuestión surge cuando varios personajes dejan caer ambiguos y confusos comentarios que supuestamente manifiestan el pleno conocimiento que todos tenían sobre la situación personal y el pasado corrupto de Anthony; por lo tanto, no tendría sentido alguno que Stowe siguiera ejerciendo su labor policial en lugar de haber sido expulsado del cuerpo como aparentemente sucedió con Callahan y como también tenía que haber sucedido con él. Es más, la trama ni tan siquiera nos esclarece si el propio Callahan pertenecía a la policía de Nueva Orleans o a la de otro condado. Aunque lo más desconcertante de todo es que, a pesar del odio que Stowe muestra hacía su enemigo, siga manteniendo contacto con él como se nos desvela al comienzo de la película. Algo que puede llevar a confusión al hacer creer al espectador que Anthony sigue trabajando con Gabriel y traicionando al departamento de policía.

Excesivas dudas e incertidumbre en un argumento que aún siendo bastante atractivo, nos da la sensación de que se ha quedado a medias, ya que como pueden comprobar, nos toparemos de lleno con demasiadas lagunas y conceptos sujetos a diversas interpretaciones que terminan por lastrar ligeramente un guión a priori muy interesante.

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Realmente cabe pensar que al film le falta metraje en algunas fases, mientras que le sobra en otras, originando así una ligera descompensación dependiendo del acto en el que nos encontremos y que termina afectando en cierto modo a la intensidad de la película. Aunque también es cierto que no estamos hablando de un frenético producto de acción, sino de un thriller policíaco reconvertido a drama romántico que gira en torno a la pausada historia de autodestrucción y redención del personaje principal, el cual acapara prácticamente todo el peso de la trama. Por lo tanto, queremos dejar claro en esta crítica de Desafío a la muerte, que no deben esperar una cinta de acción al uso con un ritmo vertiginoso, ya que esto queda denegado en favor de la narración de una interesante historia personal que, paradójicamente, está narrada de forma algo irregular. Así que en este sentido, y pese a la escena que se esconde tras los créditos finales cuya función es la de aclarar algunos conceptos, el guión de Dan Harris (que suele dar una de cal y otra de arena, como demostró con X-Men 2 y Superman Returns) parece estar escrito a la ligera. Una lástima, porque de lo contrario este muy buen film podría haber sido mejor aún.

Desafío a la Muerte

En resumidas cuentas

Película más que reivindicable y un muy buen thriller con trasfondo dramático, siendo incluso una de las mejores cintas que Van Damme ha filmado en lo que llevamos de década, sobre todo a tenor de lo visto anteriormente con las infumables «The Order», «Sin Control» o «En Territorio Enemigo». Magnífica interpretación y caracterización de un Jean-Claude que cada vez va a más como actor, una ambientación realmente sombría que predomina a lo largo de todo el soberbio primer acto y que se complementa a la perfección con la eficiente fotografía de Doug Milsome, y un segundo acto más conmovedor que nos lleva a un desenlace totalmente alejado de los típicos «Happy-end» de las películas de Van Damme; son los ingredientes principales de este cocktail que da como resultado uno de los productos más interesantes de la filmografía del actor de origen belga.

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Curiosidades

Desafío a la muerte se estrenó en USA directamente en DVD, aunque varias compañías importantes (entre ellas «Universal Pictures» y «Lions Gate») mantuvieron una larga disputa por hacerse con los derechos de distribución con la intención de proyectar la película en salas norteamericanas, pero finalmente fue «Sony Pictures» la que se llevó el gato al agua, que ofreció más dinero y terminó por lanzar el film directo al mercado doméstico para, de este modo, ahorrar los gastos pertinentes a su distribución en cines. No obstante, la película estaba pensada inicialmente para proyectarse en salas, de ahí que el formato con el que se rodó es el 2.35:1 y no el típico 1.85:1 con el que se suelen filmar los productos que van a parar directamente a las estanterías de los videoclubs. Pero a pesar de este nuevo intento frustrado de estrenar un film de Van Damme en cines Americanos, la película (y sobre todo, la actuación de Jean-Claude) obtuvo buenas criticas por parte de la prensa especializada, por lo que la cinta llegó a Europa y Asia con cierto «caché» hasta el punto de estrenarse de forma limitada en salas de varios países, entre ellos, España.

-Existen dos montajes notoriamente diferentes de la película: uno exhibido en América y otro en Europa. El primero de ellos tiene menos metraje que el visto en nuestro país. Además el final es totalmente opuesto y mucho más típico y previsible que el de la versión exhibida en Europa.

-Comprobarán que entre secuencia y secuencia se pueden contemplar a veces unos repentinos y breves «relampagazos». Si pasan ese instante a cámara muy lenta, apreciarán curiosas y extrañas imágenes ocultas que no pueden ser vistas a la velocidad normal de reproducción.

-Poco después del comienzo de los títulos de crédito finales, existe una última escena que desvela un detalle revelante de la trama. No se la pierdan.

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