Bruce Lee
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Filmografía de Bruce Lee.

Cuando Bruce Lee vino al mundo nadie podía imaginar que se acabaría convirtiendo en una leyenda de las artes marciales. Nacido en un hogar humilde, Lee supo luchar contra la adversidad y labrarse su propio camino. Un sendero que lo llevaría a lo más alto, abriendo las artes marciales chinas a occidente y dejando una huella que, aún a día de hoy, permanece imborrable. Conozcamos al hombre que se esconde tras la leyenda.

«La clave para la inmortalidad es principalmente vivir una vida que valga la pena recordar» (Bruce Lee)

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El Pequeño Dragón.
Bruce Lee, de nombre real Lee Jun Fan, nació en San Francisco el 27 de noviembre de 1940, en el año del Dragón. Su padre Li Hoi Chuen estaba de gira con la Ópera China Cantonesa y eso propició que Bruce pudiera nacer en Estados Unidos, una casualidad que le marcaría de por vida. Su madre, Grace Ho, le llamó Jun Fan que en cantonés significa «vuelve otra vez», con la clara esperanza de que pudiera regresar a Estados Unidos algún día. También era una mujer supersticiosa y quizás por eso solía llamar a su hijo con el nombre femenino Sai-fon, para confundir a los espíritus demoníacos que, según las leyendas, raptan a los varones cuando anochece. Se cree que el nombre occidental de Bruce se lo puso el doctor en el hospital al nacer. Sea como fuere, a los tres meses de edad Bruce regresa a Hong Kong con sus padres. Al contrario que otros chinos prefirieron regresar a su tierra. Allí tuvieron que vivir durante más de tres años la ocupación japonesa de China y la prestigiosa carrera de actor del patriarca tuvo que posponerse hasta finalizar la segunda guerra mundial. La familia disfrutaba de un buen nivel de vida, ya que la madre de Bruce era de uno de los clanes más importantes de Homg Kong. Alrededor de 1950 el pequeño Bruce comenzó sus estudios en La Salle de Hong Kong.

Desgraciadamente, con la posguerra el barrio donde vivía Bruce se fue volviendo más y más peligroso, hasta el punto de que el chico solía pelear a diario con pandilleros y delincuentes. Ese suceso marcaría el inicio de Bruce en las artes marciales de la mano de su propio padre, que había aprendido las nociones básicas del Tai Chi Chuan. Fue en 1954, tras perder una pelea con una banda callejera, cuando Bruce pasó a convertirse en alumno de un prestigioso maestro de Wing Chun, Yip Man. Durante un año practicó técnicas y formas junto a otros alumnos, al mismo tiempo que el anciano maestro trataba de apartar a los chicos de las peleas callejeras animándoles a participar en competiciones organizadas. Pero cuando trascendió la noticia de que la madre de Bruce tenía raíces alemanas, la mayoría de alumnos no quisieron seguir entrenando con Bruce por considerarle medio occidental. Eso le obligó a continuar sus clases con Yip Man en privado. Fruto de su pasión por el Wing Chun y de unos malos resultados académicos, en 1956 es transferido al Saint Francis Xavier’s College, llegando a ganar el campeonato de boxeo de la universidad y un campeonato de baile Cha Cha. Allí permaneció hasta la primavera de 1959 cuando un suceso cambió drásticamente su vida.

Pese a querer mantenerse alejado de las broncas callejeras, Bruce acabó formando parte de una pandilla de nombre ‘Los tigres de Junction Street’. Durante una pelea golpeó y rompió el brazo a un chico que resultó ser el hijo del jefe de la triada local. La policía acudió y en palabras del detective Robert Lee «Le dije a su padre: Perdóneme señor Lee, pero su hijo se pelea demasiado, si vuelve a meterse en una sola pelea puede que tenga que encerrarlo en el calabozo». El aviso caló hondo en el padre de Bruce, y además llegó a sus oídos que el chico al que había golpeado pertenecía a una poderosa rama del crimen organizado, lo cual ponía en peligro su vida. Así que en abril de 1959 a los 18 años, Bruce Lee regresaba a Estados Unidos con 100 dólares en el bolsillo para reunirse con su hermana Agnes Lee que vivía con unos familiares en San Francisco.

Una nueva vida en América.
Sus inicios en Estados Unidos no fueron un camino de rosas. Tras unos cuantos meses viviendo en San Francisco decidió mudarse a Seattle para proseguir con sus estudios universitarios. Para poder vivir consiguió un trabajo de pinche de cocina en el restaurante de la señora Ruby Chow, cuyo marido había sido un buen amigo del padre de Bruce. Allí trabajó y vivió durante un periodo de tiempo incierto, hasta que decidió dejarlo para poder impartir clases de artes marciales. Era 1959 y comenzaba a enseñar el Wing Chun a los occidentales, concretamente una variante a la que él denominó Jun Fa Gung Fu (lo que vendría a significar «El Kung Fu de Bruce Lee») y que le permitió abrir su primera escuela en Seattle. Ya en diciembre de 1960 completó sus estudios y recibió su diploma de la Edison Technical School. De nuevo decidió mudarse, esta vez a la Universidad de Washington, donde se matriculó en arte dramático y conoció a la que sería su futura  mujer, Linda Emery.

Durante su estancia en Washington siguió conectado a las artes marciales constantemente, realizando demostraciones y combates de exhibición cuando podía. En 1962 se organizó un combate en Seattle contra Uechi, un cinturón negro de kárate. Bruce tardó sólo once segundos en noquear al rival. Según palabras de un testigo «El combate duró exactamente once segundos y Bruce golpeó al tipo con los puños como quince veces y al menos le dio una patada. Pensé que lo había matado».

A principios de 1964 decide dejar la universidad y trasladarse a Oakland, donde se reúne con un instructor llamado James Yimm Lee que había estado llevando la escuela en su ausencia. Yimm Lee tenía veinte años más que Bruce y era un conocido artista marcial que, con el tiempo, llegaría a perfeccionar la técnica del Iron Palm, que permitía romper cualquier cosa con un sólo golpe de mano. Fue una persona muy importante para Bruce porque le enseñó muchas cosas acerca de la nutrición y el levantamiento de pesas. Pero además fue él quien le presentó ante Ed Parker, organizador del Campeonato Internacional de Kárate de Long Beach.

En ese prestigioso campeonato Bruce tuvo ocasión de realizar una serie de portentosas exhibiciones físicas que dejaron boquiabierto al público y también hizo una demostración del llamado Puñetazo de una pulgada, que consistía en tumbar a un hombre golpeándole con el puño pero sin impulso alguno. El voluntario para este ejercicio, Bob Baker, escribiría más tarde «Le dije a Bruce que no volviera a hacer ese tipo de demostración. Cuando me golpeó la última vez, tuve que estarme en casa sin ir a trabajar porque el dolor en el pecho era insoportable». También en 1964 Bruce conoce en el campeonato a Jhoon Goo Rhee, un maestro de Taekwondo con el que labrará una buena amistad y con el que aprenderá nuevas técnicas de lucha como la patada lateral. Y ese año fue también en que escogió para casarse con Linda Emery, con la que tendría a su primogénito Brandon en 1965.

Antes de acabar el año tuvo lugar un suceso del que las fuentes no acaban de ponerse de acuerdo. Al parecer la comunidad china no veía con buenos ojos que Bruce enseñara artes marciales chinas a los occidentales, así que le retaron a un combate con Wong Jack Man, su mejor luchador, para dirimir el problema. Si ganaba podría seguir enseñando, pero si perdía tendría que renunciar. Según su viuda Linda Lee, tras un combate de tres minutos Bruce consiguió obligar a Wong a rendirse ganando así el reto. Hay otras versiones que sugieren que el combate duró unos veinte minutos, pero de lo único que no hay duda es que Bruce salió vencedor y prosiguió impartiendo clases a los occidentales. La fama como luchador de Bruce le traería más problemas en el futuro, y baste como ejemplo el relato de su amigo Herb Jackson «Un día un tipo saltó la valla y se coló en el jardín de la casa de Bruce para retarle a un combate. Bruce se volvió loco al ver invadida su propiedad privada. Se volvió tan loco que le propinó la patada más fuerte que nunca había soltado a nadie».

Surge una estrella.
Es interesante comentar que, desde su infancia hasta los dieciocho años, Bruce ya había aparecido en una veintena de películas chinas, la primera ‘La chica de la puerta dorada’ cuando sólo contaba con tres meses de edad y otras ya en su adolescencia, como The Thunderstorm’ en 1957. Pero él siempre había priorizado la práctica de las artes marciales por encima de todo, dejando la interpretación en un segundo plano. Ya a mediados de los años sesenta la fama de Bruce como luchador se había extendido considerablemente y sólo era cuestión de tiempo que los productores se fijaran en él.

El primero en hacerlo fue William Dozier en 1966. Tras una audición quedó tan impresionado por la velocidad con que Bruce efectuaba los golpes y movimientos que le propuso participar como actor en la serie de televisión El avispón verde’ dando vida a Kato. La serie sólo duró una temporada pero le sirvió a Bruce como trampolín para participar eventualmente en otras series como Batman’ ‘Ironside’. Además esto le permitió tener la suerte de dar clases particulares de Kung Fu a celebridades como Steve McQueen, Kareem Abdul Jabbar, James Coburn o Roman Polanski. En 1969 hizo una breve aparición en la película Marlowe’, protagonizada por James Garner. Y ya entrada la década de los setenta participaría en unos cuantos episodios de la serie Longstreet’, encarnando al instructor de artes marciales del protagonista principal que corría a cargo de James Franciscus.

Parecía que Bruce conseguía hacerse un hueco en el mundo de la televisión, estaba muy ilusionado con ello y además acababa de nacer su hija Shanon. Pero en 1971 vino un golpe inesperado que truncó sus planes. Bruce había ideado una serie titulada ‘The Warrior’ que mostraba las aventuras de un monje Shaolin en el salvaje oeste. El papel iba a ser interpretado por él mismo, pero Warner Bros finalmente cambió el título de la serie por el de Kung Fu’ y decidió darle el papel a un desconocido David Carradine, por temor a que un actor chino no fuera bien aceptado por el público norteamericano. Cuando fue preguntado por esta decisión en «El show de Pierre Berton» fue muy honesto al responder «La productora cree que es un riesgo. No les culpo. Si la situación fuera a la inversa y un actor americano fuera a Hong Kong, y si yo fuera el tipo con el dinero, también tendría mis dudas acerca de cómo iba a ser aceptado allí». Pero fue toda una decepción para él, tanto que decidió abandonar Estados Unidos y dirigirse a Hong Kong para buscar allí trabajo como actor.

A su llegada quedó sorprendido por la relevancia que había adquirido entre el público chino tras su trabajo en  ‘El avispón verde’. Rápidamente fue contactado por Raymond Chow que le ofreció un contrato para dos películas. Ese mismo año pasó de ser ninguneado por la industria norteamericana a protagonizar su primera película como actor principal,Karate a muerte en Bangkok’, que fue un rotundo éxito de taquilla. Le seguiría en 1972 Furia oriental’, que destrozó el récord anterior de recaudación y le propulsó al estrellato. Tras fundar su propia compañía, Concord Productions Inc., Bruce se asoció con Chow para realizar una tercera película en la que asumiría el control total, El furor del dragón’. En una hábil jugada Bruce decidió contar para el papel de villano con un luchador de kárate que había conocido en 1964 en una demostración en Long Beach, Chuck Norris. El resultado fue un éxito total, además de regalarnos una de las mejores escenas de lucha de la historia del cine de artes marciales.

Ya a finales de 1972 comenzó a trabajar en su cuarta película, Juego con la muerte’. Empezó rodando algunas secuencias de lucha, así como escenas donde podíamos ver a uno de sus alumnos, la estrella de la NBA Kareem Abdul Jabbar. Pero la producción tuvo que pararse debido a una grandísima noticia: Warner Bros se había hecho eco del enorme éxito de Bruce en Hong Kong y había decidido ofrecerle un contrato para protagonizar Operación Dragón’. Esta película le catapultó a la fama tanto en Europa como Estados Unidos, pero jamás la vio estrenada porque el 20 de julio de 1973 fallecía de un edema cerebral mientras tomaba café en casa de su amiga y actriz Betty Ting Pei. Tenía sólo 32 años.

La noticia de su muerte sacudió Hong Kong, donde era idolatrado como una superestrella, llegando a convocar a decenas de miles de personas en su funeral. El director de la película Robert Clouse decidió junto con Raymond Chow terminar Juego con la muerte’, la película inacabada de Bruce Lee, para aprovechar el tirón que había generado el actor. Fue una decisión controvertida que muchos fans nunca han perdonado, ya que cambiaron el guión y aprovecharon los cien minutos de metraje que había disponibles mezclándolos con nuevas escenas protagonizadas por un actor de físico similar, KimTai Chung. Pero dejó para la posteridad algunas de las mejores escenas de lucha y ese mono amarillo que Quentin Tarantino homenajearía en Kill Bill’.

Nace la leyenda.
Sobre la misteriosa muerte de Bruce Lee han corrido ríos de tinta. Que si fue un asesinato perpetrado por la mafia china, que si tuvo una sobredosis, que si detrás había una antigua maldición… Personalmente prefiero creer en la tesis más extendida, que todo fue causado por la intolerancia del actor a un componente analgésico que había tomado en casa de la actriz Betty Ting Pei. En cualquier caso no creo que a Bruce Lee haya que recordarle por cómo murió, sino por todo aquello que hizo en vida y nos legó. Y quizás lo más remarcable sea su decisiva aportación al mundo de las artes marciales creando un estilo revolucionario que, actualmente, cuenta con cientos de miles de seguidores en todo el mundo. Y es que a pesar de haberse iniciado en la práctica del Wing Chun a muy temprana edad, Bruce Lee finalmente comprendió que podía mejorar sustancialmente su estilo de lucha.

Fue concretamente en 1964 tras el combate con Wong que antes he mencionado. Tras dicho combate, y aún habiendo vencido, Bruce empezó a cuestionarse todo aquello que había aprendido. Llegó a la conclusión de que las técnicas de Wing Chun habían sido responsables de que el combate durara demasiado y, al mismo tiempo, consideró que sus formas y técnicas eran demasiado rígidas en un escenario de lucha callejera. Así comenzó a gestarse en su cabeza la idea de adaptar el Wing Chun y el Kung Fu a unas necesidades concretas. Una idea que acabaría de materializarse cuando en 1970 sufrió una grave lesión de espalda haciendo sus ejercicios de pesas. Vamos, que al contrario de lo que se ha llegado a sugerir en películas y documentales no hubo un combate a muerte donde resultó herido de gravedad sino un infortunado accidente. Los médicos le dijeron que nunca podría volver a practicar artes marciales y fue confinado en una cama, donde empezó a formular los principios de lo que sería su forma de entender las artes marciales. Así nacía el Jeet Kune Do, y aunque el libro que recoge todas estas anotaciones fue publicado tras su muerte, en sólo seis meses ya estaba entrenando de nuevo. Eso sí, los dolores de espalda le acompañarían durante toda su vida.

El Jeet Kune Do, que en cantonés significa «el camino del puño interceptor», nació como una liberación de la rigidez que caracterizaba a las artes marciales tradicionales. Bruce consideraba que incluso el Jun Fan Gung Fu que había creado primero era demasiado restrictivo, y evolucionó hacia una filosofía basada en conceptos como la practicidad, la flexibilidad, la velocidad y la eficiencia. También dedicó mucho esfuerzo a cultivar el cuerpo para ser físicamente lo más fuerte posible, concretamente era un fanático de los ejercicios abdominales porque consideraba que esa era la zona muscular que más debía reforzarse. Y aunque realizaba ocho horas diarias de ejercicios de cardio, endurecimiento, tonificación y flexibilidad, siempre tuvo muy claro que era primordial una buena preparación mental. A este respecto escribió «El entrenamiento es una de las fases más descuidadas en los atletas. Se destina demasiado tiempo a desarrollar las habilidades y muy poco al desarrollo del individuo. El JKD no se basa en simples técnicas sino en un enorme desarrollo tanto físico como espiritual».

El aspecto nutricional también era muy importante para él y, de acuerdo a lo que sabemos, Bruce se aficionó a los suplementos vitamínicos, las bebidas hiperprotéicas y los alimentos naturales. No quería saber nada de la comida precocinada ni de mantecas porque en palabras suyas «proporcionan calorías que no aportan nada a mi cuerpo». También tomaba fruta y verdura a diario, así como batidos de frutas y legumbres que preparaba él mismo, y prefería la comida china por la variedad que le proporcionaba. No hacía grandes comidas sino que prefería realizar cinco o seis tomas diarias pequeñas, además de acelerar su metabolismo mediante fruta y otros tentempiés. El resultado de todo esto fue un portento físico que era capaz de realizar ejercicios que dejaban asombrado a cualquiera, convirtiendo a Bruce Lee en una máquina virtualmente perfecta. Por ejemplo, podía lanzar hasta el techo de una patada un saco de 136 kg. y era capaz de levantar su peso hasta 50 veces seguidas con sólo un brazo.

La Filosofía como estilo de vida.
La Filosofía fue un aspecto fundamental en la vida de Bruce Lee, un interés que empezó a cultivar cuando comenzó la instrucción con el sifu Yip Man. Tal como nos cuenta su viuda Linda Lee «Si hay algo que Yip Man dio a Bruce que pudo haber cristalizado la dirección de Bruce en la vida, fue interesar a sus estudiantes en las enseñanzas filosóficas de Buda, Confucio, Lao Tzu, y otros grandes pensadores y filósofos». De hecho, durante su estancia en la universidad de Washington Bruce Lee «entrenó» también su mente asistiendo a clases de filosofía y llegando a tal conocimiento de los autores orientales que incluso llegó a dar conferencias. Ya en 1963 Bruce publicó un libro titulado Chinese Gung Fu: El arte filosófico de la autodefensa’. En este libro expresaba sus visiones sobre el Kung Fu así como su profundo interés en el aspecto filosófico de las artes marciales. Y si la influencia del Taoismo era perfectamente palpable en todo lo que hacía, no era la única. Bruce siempre se sintió fascinado por el filósofo hindú Jiddu Krishnamurti y de su forma de entender el mundo.

En base a estas dos filosofías encontramos al Jeet Kune Do, ya que Bruce rehusaba subordinarse a un estilo de lucha, era libre y crítico con todos los conceptos de la lucha y no se veía como alguien que enseña sino como quien ayuda a que cada individuo se descubra a sí mismo. Esto era difícil de entender por otros artistas marciales, ya que estaban acostumbrados a aceptar las enseñanzas de su instructor sin cuestionarlas. En realidad su amigo y alumno Dan Inosanto lo define a la perfección: «La imagen total que Bruce Lee quería presentar a su alumno era la de que, por encima de todo, podía encontrar su propio camino. Es importante recordar que Bruce Lee era un señalador de la verdad, no la verdad en sí misma”.

Filmografía completa.
1.969.-Marlowe, de Paul Bogart.
1.971.-Karate a muerte en Bangkok, de Lo Wei.
1.972.-Furia oriental, de Lo Wei.
1.972.-El furor del dragón, de Bruce Lee.
1.973.-Operación Dragón, de Robert Clouse.
1.978.-Juego con la muerte, de Bruce Lee (terminada por Robert Clouse).

Bruce Lee fue un hombre que vivió plenamente la vida, brillando siempre en la máxima expresión en todo lo que hacía. Introdujo el cine de artes marciales en occidente y fundó un estilo revolucionario que hoy en día es practicado en todo el mundo. Como rezaba una pancarta el día de su funeral en Hong Kong «Una estrella se ha hundido en un mar de arte».

«Bruce era increíble, ni en cien años habrá otro como él» (Bolo Yeung)

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