Asesinos de élite
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En 2011 llegó a nuestras pantallas ‘Asesinos de élite’, una nueva y esperada película de Jason Statham. Un thriller contundente de corte clásico donde dos mercenarios descubrirán que el dinero no es lo único que está en juego. Tras los últimos fiascos que venía protagonizando Statham, no las tenía todas conmigo. Sin embargo, aquí recondujo su carrera.

“Danny volverá a por mi y cuando llegue estás acabado. Será una pesadilla” (Hunter)

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Crítica de Asesinos de élite

Cuando se anunció este proyecto pensé que se trataba de un remake de la película de Sam Peckinpah Los aristócratas del crimen’ donde James Caan y Robert Duvall se ponían en la piel de dos implacables asesinos. Pero, pese a los parecidos que podamos encontrar, no tiene nada que ver. En este caso es Gary McKendry quien se sienta en la silla del director. Hablamos de un desconocido que seguramente dejará indiferente a todo el mundo. De hecho, este fue su primer largometraje. Como asesinos tenemos a Jason Statham y Robert De Niro, el primero intentando (en ese momento) revitalizar una carrera plagada de altibajos y el segundo en un papel meramente alimenticio… de esos a los que se apunta tan frecuentemente en los últimos tiempos. Y para amargarles el día tenemos a Clive Owen en un perfil poco habitual en él.

Ya hemos dicho que Gary McKendry se estrenó con esta película de acción y se nota su falta de experiencia en no pocos detalles. Quizás lo más criticable sea el trabajo que llevó a cabo su equipo, concretamente la intercalación excesivamente mecánica de las secuencias. Debido a eso no se crea la tensión necesaria y, además, se nos hace difícil mantener el hilo de la historia a nivel cronológico e incluso geográfico. Básicamente es un devenir de escenas donde cada personaje hace su parte, pero se echa en falta una estructura mejor hilvanada. Y es curioso, porque a nivel de guión se cae en ciertos excesos a la hora de explicar las cosas, como si el público fuera tonto y no pudiera entenderlo sin las explicaciones pertinentes. En resumen, que la trama no es lo que se dice profunda…

Como sucede en muchas películas del género, son los actores los que salvan la papeleta. Jason Statham vuelve a recurrir al perfil que tan buenos resultados le da. Es decir, el tipo introvertido y solitario que se lanza al vacío para ayudar a sus amigos. Un especialista que, por supuesto, posee un absoluto dominio de cualquier arma que pueda inventarse. No es nada nuevo, le hemos visto interpretarlo tantas veces que podríamos pensar que él es realmente así. Y hace bien, porque tras películas como El asesino (Philip G. Atwell, 2007) o pajaradas como Crank(Neveldine y Taylor, 2006) parece que empezó a darse cuenta de que estaba yendo por el camino equivocado. En papeles como éste es donde reside la clave para remontar el vuelo. Por cierto, especial mención a Dominic Purcell, al que todos recordamos por Prison Break’, caracterizado de tal guisa que cuesta reconocerle.

Al principio he sugerido que lo de Robert De Niro es un papel alimenticio. Y teniendo en cuenta que desaparece de la pantalla durante la mayor parte del metraje, me reafirmo de nuevo en que es para hacer caja. Eso sí, en los momentos en que coincide con Statham se crea una química especial, claramente la que cabe esperar en una relación entre el mentor y su alumno. Una química que, en cambio, brilla por su ausencia cuando se junta con Clive Owen. Ojo, no lo hace nada mal, la verdad es que, pese a que no solemos verle en papeles de acción, Owen consigue retratar con solvencia al implacable agente británico que persigue a Danny para impedirle cumplir la misión. Pero los enfrentamientos entre Statham y Owen no acaban de tener la chispa que uno esperaba encontrar. No obstante, no pretendo desmerecerlos.

Pero bueno, ya se sabe que actores como Owen o De Niro hacen mejores a sus compañeros de rodaje, y aquí no haremos una excepción. Como también ayuda el hecho de que la cinta esté rodada en lugares tan dispares como Australia, México u Oriente Medio. Estas diferentes localizaciones le otorgan un toque exótico. El único misterio reside en saber en qué se gastaron los casi 70 millones de presupuesto, porque en pirotecnia y parafernalia visual ya os digo que no fue… ¿Quizás el elevado caché de los actores? A saber… y es que por el metraje también desfilan otros nombres más que menos conocidos como los de Ben Mendelsohn, Yvonne Strahovski o Adewale Akinnuoye-Agbaje.

Insisto en que no es una película redonda con una trama especialmente brillante pero, sin duda, ofrece unas estimables dosis de acción y entretenimiento. Incluso me atrevo a decir, llegando ya al final de esta crítica de Asesinos de élite, que esta cinta es un poco heredera de ese cine ochentero donde el encanto de las películas residía en la acción y no tanto en aspectos técnicos o artísticos.

Conclusión.
Pese a los errores que pueda tener, la verdad es que esta película me parece muy entretenida. Más de lo esperado teniendo en cuenta la mala prensa que trajo desde que se estrenó en Estados Unidos. En mi caso el miedo era doble, porque además tenía en mente a un Jason Statham en el mal camino, apartado de los papeles que más le convienen y metido en producciones que no aprovechaban su potencial. Pero creo que con este film dio un paso adelante en su camino a la redención. Nunca será un gran actor a nivel interpretativo, para qué engañarnos, pero el género de acción está viviendo tiempos muy aciagos y necesitamos a tipos duros que sepan dar el callo. Necesitamos a Jason Statham.

Tráiler de Asesinos de élite

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