La huida
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“Examinemos la situación: Primero una mujer tremendamente atractiva. Luego el marido de esa mujer y un hombre con influencia política que consigue fácilmente la libertad condicional de un preso ¿Y porqué lo hace? La razón es bien sencilla, McCoy”. Sam Peckinpah presenta a Steven McQueen y Ali McGraw juntos formando un coctel explosivo nunca antes visto en ‘La huida’.

“Ve a ver a Beynon. Dile que estoy a su disposición. Que ponga el precio enseguida” (Doc McCoy)

Crítica de La huida

Jim Thompson fue un obsesivo escritor principalmente de novela negra y criminal. A lo largo de su no muy prolífica carrera escribió un buen número de buenos guiones. Y, precisamente, una de las bases de sus escritos, la de ‘The Getaway’ (1958), dio pie al germen del guión que acabaría por escribir el simpar Walter Hill. Como bien sabrá todo buen cinéfilo que se precie de serlo, Hill es el hijo cinematográfico número uno de Sam Peckinpah, el reconocido director y responsable máximo de la película que hoy nos ocupa: ‘La huida’. Hill tan solo trabajó una vez con Peckinpah, pero tomaría de él un sinfín de trademarks en su posterior y ejemplar carrera como realizador.

Muy a pesar de que Peckinpah era ya todo un veterano, y de que el guión de Hill tenía elementos claramente potentes para llevar a cabo un film de categoría, ‘La huida’ no alcanzó inicialmente cierto estatus de interés. No fue hasta que se supo que Steve McQueen había aceptado protagonizarla que la producción empezó a hacer ruido. Y todo terminó de despegar cuando se anunció que la muy pujante Ali McGraw, estrella total gracias a ‘Love Story’ (Arthur Hiller, 1970), sería su partenaire en pantalla.

Está claro que cuando un director hacía una película con Steve McQueen, donde además de protagonista era el productor, ese director ya pasaba directamente a segundo plano ¡se llamara como se llamara! Ni siquiera Sam Peckinpah podía luchar contra la poderosa influencia de McQueen. Y eso fue lo que pasó en ‘La huida’. Así pues, y por mucho que el estilo de Peckinpah esté presente en cada fotograma, fue McQueen quien se apoderó de las partes del guion que consideraba esenciales. El actor las pulió a su manera y eliminó del montaje todo aquello que podría distraer de su actuación y de la de MacGraw. Con esta última incluso inició un romance que los llevaría a casarse poco después del rodaje.

Por su parte, Al Lettieri y Jerry Fielding fueron los que peor parados salieron de la influencia de McQueen. De un lado, Lettieri vio como gran parte del trasfondo de su personaje se eliminaba. En consecuencia, quedó solo la grotesca subtrama de su viaje hasta El Paso con la esposa del sometido veterinario. Y, por otra banda, el compositor Jerry Fielding, que había sido elegido por Peckinpah, fue relegado en lugar del productor musical Quincy Jones. Con este movimiento se quería hallar una especie de sonido más moderno por parte de McQueen. Un sonido que bebiera de los imprescindibles films del género como ‘Bullit’ (Peter Yates, 1968) o Harry el sucio (Don Siegel, 1971). Aún y con todo, tras su gran estreno el 13 de diciembre de 1972 en las salas de cine de Estados Unidos, nadie se quejó veladamente del resultado final.

‘La huida’ fue el film de más valor comercial en la carrera de Sam Peckinpah. Y también fue un gran éxito para McQueen. Años más tarde, en 1994, conocería un remake del mismo título con Alec Baldwin y Kim Basinger retomando los roles de McQueen y MacGraw. Al film original se le nota que tuvo un germen en los años sesenta y la época clave del cine negro de los 40 y 50. Me refiero a la clásica semilla de una pareja (hombre y mujer) huyendo hacía delante y luchando contra todo. Dos soñadores en un mundo que ya no comprenden. Pero con un añadido… aquí ellos eran los buenos, y no como en ‘Bonnie & Clyde’ (Arthur Penn, 1967) y películas similares.

El factor diferencial de ‘La huida’ es su estilo de montaje. Un estilo entre lo onírico y la sequedad tan de Peckinpah. Por supuesto, también destaca la mezcla de personalidades de este con la de McQueen. Y ¡cómo no! la ejemplar elección de actores y rostros secundarios que pueblan la cinta. El tono queda marcado por todo ello. Por consiguiente, el film toca varios subgéneros: el de bandidos, el del robo que sale mal, el drama humano, y la reflexión sobre la vida en pareja y el matrimonio en los momentos más delicados. ¡Ojo a la sensacional reflexión final con la aparición del personaje de Slim Pickens robando totalmente la película! Y todo sin dejar de lado el cine criminal y los estallidos de violencia y acción puramente Peckinpah.

Al margen de lo anterior, el realizador también muestra un lado romántico. Algo que queda claro en la escena de cama entre Doc y Carol, cuando este muestra una vulnerabilidad inesperada y recibe la compresión de su esposa. Y también en la reacción de Doc cuando se revela la verdad de Beynon y cómo pudo lograr su libertad. Una escena que McQueen hizo suya y dirigió por encima del propio Sam. Atención porque en la misma las reacciones y la interpretación de MacGraw son genuinas. La actriz no sabía cómo iba actuar McQueen. Ni que decir tiene que esa secuencia, además de resultar estremecedora tal y como está visualizada, sería imposible de filmar actualmente.

Volviendo a la acción, está claro que aquí no resulta tan visceral y descarnada como en ‘Grupo salvaje’ (1969) oPerros de paja (1971). Sin embargo, sí que impacta por su fuerza en varios momentos. Entre ellos destacaría el muy bien llevado timing de tensión cuando Doc acude a comprar un rifle y ataca con él a los policías de patrulla. Y también la tremebunda e icónica escaramuza en el motel de El Paso.

Sobre el casting, destacan ¡como no podía ser de otra forma! la ya comentada pareja protagonista. Steve McQueen está perfecto, dejando bien claro que nadie podría mejorarle en el mismo papel. Un papel volcado claramente a sus virtudes como actor. Doc es un individualista, casi podemos decir que un dictador de sus propias reglas… y cuando algo no le gusta lo aparta de en medio. Solo siente apego por su mujer y por el dinero. Sin duda, McQueen borda aquí ese retrato. Si bien no una de sus mejores interpretaciones, sí que es una de sus más icónicas creaciones.

Al lado de Steve McQueen está Ali MacGraw, quien presentaba poco bagaje más allá de un par de films románticos. La actriz entrega un personaje muy complicado. Interpreta a una mujer atrapada en una espiral de desesperación que está dispuesta a hacer lo que haga falta por el hombre al que ama. MacGraw solventa su papel mucho mejor de lo esperado y logra que empaticemos con ella. Además es capaz de transmitirnos una gran dosis de realidad. El resto del reparto, quitando la excepción del breve Slim Pickens como el viejo de la camioneta, va para facinerosos, villanos y auténticos vendidos…

En los villanos se lleva la palma Al Lettieri (Rudy), un tipo que se cree mejor que Doc y que se jacta de sabérselas todas. La colección de escenas para el recuerdo que deja son varias. Lástima que, como rival físico de McQueen, resulte desaprovechado. Ojo a cuando trama el asalto final a la habitación el motel… y a como se resuelve todo retratando por completo a su personaje. Otros roles de importancia van para Ben Johnson como Beynon, un hombre influyente e insidioso que no levanta el culo de la silla en todo el film. Richard Bright es uno de los autoimpuestos hombres de Beynon para el golpe en Beicon City. Y, por último, imposible de olvidar a Sally Struthers como Fran… y a su empequeñecido marido en la ficción, el veterinario Harold por Jack Dodson.

“Es como darse un paseo por el banco. Es pan comido. No se necesita ser Dillinger para hacerlo” (Rudy)
“A Dillinger lo mataron” (Doc)

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de La huida, una película indudablemente mítica dentro del subgénero en el que se mueve. Su calado popular es mayor a su validez como obra clave setentera. Si bien no alcanza las cotas de grandeza de los mejores trabajos de Sam Peckinpah, sí que las roza en muchos momentos. Se alza sobre ella la personalidad carismática de su protagonista, un soberbio McQueen, y el contrapunto de una acertada MacGraw. Queda para la historia su reflexión final rumbo a México.

Tráiler de La huida

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