Vampiros de John Carpenter
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Cuando uno se sienta a ver una película de John Carpenter sabe que va a ver algo nuevo. La capacidad de este mítico director para sorprender al público, o al menos no dejarlo indiferente, es casi infinita. En esta ocasión, Carpenter aborda el tema del vampirismo como sólo él sabe hacerlo. Vampiros, spaghetti-western, road movie… Todo eso y más nos espera en… ‘Vampiros de John Carpenter’.

“Han cambiado las reglas. Haremos lo que haga falta” (Jack Crow)

Crítica de Vampiros de John Carpenter

Con esta película el casi siempre genial John Carpenter se adentró en el género de los vampiros. La verdad es que el viejo Maestro siempre había querido rodar una película sobre estos oscuros seres. Ahora bien, como él mismo decía: “Hay dos formas de rodar una película de vampiros. Hacerlo bien estilo “Drácula” o inventar algo nuevo”. Conociendo a Carpenter, era de esperar que nos ofreciera algo nuevo en un género que ya estaba bastante trillado. En este sentido, basta con leer el siguiente discurso del cruzado Jack Crow (James Woods) para darnos cuenta de lo que Carpenter nos ofrece:

“¿Has visto un vampiro?… Para empezar no son románticos ¿vale? No son una pandilla de maricones que van con ropa de etiqueta seduciendo a todos los que ven con su acento europeo cutre. Olvídate de las pelis, no son murciélagos, los crucifijos no funcionan… ¿El ajo, quieres probarlo? Ponte ajos alrededor del cuello y uno de esos maricones te pillará y te dará por detrás mientras no deja de chuparte la sangre del cuello ¿vale? Y no duermen en ataúdes forrados. Si quieres matarlos les clavas una estaca de madera en el puto corazón, el sol les convierte en tostadas quemadas. ¿Entendido?”… Toda una declaración de intenciones del personaje y del film.

Esa parrafada en la que Jack Crow explica al padre Adam cómo son realmente los vampiros fue una total improvisación de James Woods. Todo salió todo de su cabeza y a Carpenter le gustó tanto que dejó la escena tal cual. Y la dejó así porque describe a la perfección los senderos por los que se encamina la película. Aquí tenemos una película totalmente «irreverente» con el mito del vampiro europeo tipo Conde Drácula.

En relación a lo anterior, no encontraremos castillos ni parajes europeos elegantes y misteriosos. Carpenter tira por los desérticos parajes del suroeste de los EEUU. Todo para ofrecernos una especie de «spaghetti-western» vampírico con tintes de road movie y gore. ¡Fuera ataúdes! los vampiros duermen debajo de la arena del desierto y Jack Crow no tiene nada de héroe romántico tipo Van Helsing. Jack Crow es un tipo duro, un total antihéroe genialmente pasado de vueltas. Además, el director realiza el aporte del vampirismo como una especie de virus gracias a las ideas del escritor Richard Matheson. En este punto, no hay que olvidar que el libreto fue escrito por Don Jakoby sobre la novela de John Steakley.

A grandes rasgos, lo anterior es lo que sencillamente nos ofrece ‘Vampiros de John Carpenter’. La película realmente funciona y es otra de las destacadas obras a las que nos tiene acostumbrados este peculiar maestro. Nunca habrá otro tipo como John Carpenter. Eso seguro. Un tipo que nos ha ofrecido Obras Maestras como La cosa(1982). También películas sorprendentes y reveladoras comoEstán vivos (1988), o films atmosféricos y de horror puro como El príncipe de las tinieblas(1987). Sin olvidarnos de sus héroes nihilistas tipo Snake Plissken.

En el reparto del film sobresale un genial James Woods en uno de sus mejores papeles protagonistas. Woods carga de ironía y grandes dosis de mala leche a su personaje de Jack Crow. Crow es un cruzado, un antihéroe que fue marcado desde su infancia para combatir a los “maricones chupasangre” como él mismo se encarga de decir. La personalidad y temperamento con el que Woods retrata a su personaje son muy dignas de alabar.

El resto del reparto logran mantener el tipo ante la exhibición y fuerza de Woods. Entre ellos tenemos a Tim Guinee que interpreta al padre Adam, un cura novato que sufrirá una sorprendente evolución y revelación en el film. Destaca también la presencia en el casting de Sherly Lee, a la que estábamos más acostumbrados a verla en la televisión que en el cine, sobre todo por su Laura Palmer de ‘Twin Peaks’. Aquí disfrutó mucho con su papel de Katrina. Incluso llegó a hacer ronronear a su personaje en determinados momentos para aportarle mayores dosis de terror y erotismo. Apoyando totalmente a Crow destaca Daniel Baldwin como Montoya, su mejor amigo y compañero. Otros compañeros que rápidamente desaparecen de escena son Mark Boone Junior y Cary-Hiroyuki Tagawa.

Por otro lado, especial atención al papel de Maximilian Schell como el Cardenal que da órdenes y sirve de enlace a Jack Crow con la jerarquía eclesiástica. Finalmente, en los malos todo el brillo se lo lleva Thomas Ian Griffith. Al igual que Woods, se luce como el malvado Valek. Hablamos de un jefe vampiro que no se anda con chiquitas y así lo demuestra cuando irrumpe en la fiesta que el equipo de Crow celebra casi al principio de la película. Por cierto, para ambientar esa fiesta se contrató a varias prostitutas procedentes de un club de strip-tease de la zona.

“Escúchame bien capullo, mi padre guardó un secreto: le había mordido un vampiro… y yo tuve que matarlo. No me costaría matarte… de ti depende” (Jack Crow)

En conclusión.
Llegamos ya al final de esta crítica de Vampiros de John Carpenter, una cinta que nos ofrece vampiros, spaghetti-western, road movies, humor negro, violencia, un poco de gore y un genial James Woods. Una muy aprovechable aportación del veterano director nacido en Nueva York al género vampírico.

Tráiler de Vampiros de John Carpenter

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