Underworld: Guerras de sangre
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Nuestra vampira favorita, cazadora y portadora de la muerte plateada regresa para hacer frente a su destino y legado. Nuevos enemigos se alzan que desean lo que más quiere y tiene Selene. Una nueva guerra va a empezar entre licántropos y vampiros. Una guerra conocida como… ‘Underworld: Guerras de sangre’.

“He vivido mil años y puedo vivir mil más” (Selene)

Crítica de Underworld: Guerras de sangre

La franquicia “Underworld”, y todo su legado, quedó herida de muerte enUnderworld: El despertar (Måns Mårlind y Björn Stein, 2012). Esa cuarta entrega fue un desastre a casi todos los niveles, especialmente la dirección de los dos suecos y el libreto del film que fue perpetrado por Len Wiseman y dos o tres amiguetes más. En “El despertar” se intentó dar un giro a la saga exponiendo a vampiros y hombres lobo a los humanos y “concediéndole”, de la nada, una hija a Selene. Todo esto, que podía haber sido una interesante idea, fue ejecutado de muy mala manera. Al final rompió el encanto de la mitología: el eterno conflicto secreto entre vampiros y hombres lobo. Amén de terminar con un final que no era final. La saga se desangró…

Como consecuencia de lo anterior, ningún guionista de “El despertar” repite en “Guerras de sangre”. En su lugar ha escrito el libreto Cory Goodman, un tipo que hasta ahora ha tenido buenas ideas al escribir los scripts deEl sicario de Dios (Scott Stewart, 2011) y El último cazador de brujas (Breck Eisner, 2015). La pena es que ambos films, por unos u otros motivos, no supieron plasmar acertadamente las historias de Goodman. Y en esta nueva entrega de la franquicia de Selene a Goodman le ha venido a pasar casi lo mismo.

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Para empezar, Goodman se carga todo el mal trabajo anterior. Esto supone quitar de en medio a los humanos, haciendo que ni sus purgas/persecuciones ni ellos aparezcan en toda la película. Se vuelve así a lo que nunca debió dejar de ser: la guerra vampiros Vs licántropos. También desaparece al principio del film Eve, la hija de Selene, a la que se le da “un nuevo destino”. De esta forma, y en menos de cinco minutos, tenemos lo que todos los fans de la franquicia queremos: la guerra y Selene.

Siguiendo con lo anterior, Goodman recupera elementos clásicos de las películas precedentes como la majestuosidad de los vampiros de la Comunidad del Este (presentados en un nuevo castillo/fortaleza muy similar al de Underworld) o las hordas de licántropos desaliñados. Por otro lado, el film también se sirve de los flashbacks para recordar momentos cumbres de la saga y aportar alguna que otra sorpresa. Además se ahonda en el pasado de David, se incorporan nuevos y válidos personajes, se aportan interesantes ideas como la fortaleza nevada de Var Dohr y los vampiros que allí moran y, finalmente, se cierra un ciclo.

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Ahora bien, todas estas buenas ideas de Cory Goodman vuelven a sucumbir debido a una raspada dirección de la realizadora Anna Foerster. Parece claro que la directora no puede con todo. En este aspecto, ojo al “copiar y pegar” de la introducción que es prácticamente la misma que vimos en ‘El despertar’. No obstante, no es culpa de ella… puesto que ha hecho lo que ha podido con un presupuesto de 35 millones. Presupuesto que, para estos tiempos y un film de este estilo, no son nada o casi nada. Además, estos 35 kilos suponen un recorte de otros tantos 35 con respecto a ‘El despertar’ (70 millones costó). Así las cosas, no pueden dar brillo a todo lo que se pretende mostrar… como tampoco puede su reducido metraje de 91 minutos.

Teniendo en cuenta lo que acabo de comentar, todo en la película es contado muy aceleradamente. Los personajes y situaciones se atropellan unos a otros por la falta de tiempo para desarrollarlos. Si esta película hubiera durado unos 120 minutos y hubiera contado con algo más de 100 millones la historia habría sido otra. En consecuencia, el salvamento del film queda, una vez más, en manos de Kate Beckinsale y los nuevos protagonistas. Amén de unas escenas de acción que son filmadas con bastante acierto, claridad y sin miedo a enseñar la sangre cuando a uno le vuelan la cabeza o a otro le arrancan la columna vertebral, por ejemplo.

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“El agua es el camino”… El poder de la sangre.

Al frente del elenco Kate Beckinsale vuelve a enfundarse el traje de látex de Selene. A decir verdad, los años no parecen pasar por nuestra admirada Beckinsale. La actriz sigue mostrando una figura absolutamente envidiable y sigue repartiendo acción de la buena. Es como si Kate Beckinsale se hubiera convertido por completo en una vampira real llamada Selene Beckinsale. Los años pasan y a ella le sigue sentando igual de bien el traje de látex de Selene.

Su principal apoyo lo representa Theo James retomando su rol de David. En esta entrega adquiere gran importancia, sobre todo por cómo se ahonda en su pasado. Theo está bien, no es una actuación de Oscar pero cumple con su papel en la saga y sigue cogiendo experiencia muy importante de cara al futuro. Quien también retorna al lado de los buenos es Charles Dance repitiendo como Thomas, el padre de David. Charles está en su línea de buen hacer en sus minutos (no muchos, todo sea dicho).

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En el lado de los villanos la primera en sobresalir es Lara Pulver como la vampira Semira. Pulver entrega una buena y «disfrutable» actuación metida al completo en el papel de esta verdadera arpía. Una conspiranóica que maneja como un pelele al joven Varga, el líder exterminador de la Comunidad del Este al que da vida, al estilo “ni fú-ni fa”, Bradley James. Otro que le da carácter a su personaje de viejo vampiro es James Faulkner en su rol de Cassius.

Del lado licántropo hay que quedarse con la enfadada presencia de Tobias Menzies dando vida, con el ceño permanentemente fruncido, a Marius. Este tal Marius es el nuevo jefe licántropo que oculta más de un secreto. Resaltar también las apariciones de Peter Andersson (el despreciable tutor de Lisbeth Salander en las “Millennium” suecas) y el debut de Clementine Nicholson como moradores de la fortaleza helada de Var Dohr. Y una última mención para Daisy Head como la vampira Alexia jugando en dos tableros.

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En conclusión.
Finalizo esta crítica de Underworld: Guerras de sangre, una película que vuelve a demostrar (una vez más) lo gran superheroína/supervillana que sería Kate Beckinsale en estos superheróicos tiempos cinematográficos. Ella es el principio y el fin de esta franquicia. Aunque en “Guerras de sangre” se haya mejorado el trabajo respecto a “El despertar”, en el ambiente queda la innegable sensación de que, sin Kate Beckinsale y sin la atracción que sentimos por su Selene, esta saga hace tiempo que habría pasado al “directo a video”.

Tráiler de Underworld: Guerras de sangre

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