Nunca juegues con extraños
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John Dahl nos sumerge en una historia en la que una simple broma de mal gusto se convierte en una verdadera pesadilla. Si nos burlamos de un camionero obsesivo haciéndonos pasar por la mujer de su vida, podemos salir mal parados… muy mal parados. Esto es lo que les sucede a los protagonistas de ‘Nunca juegues con extraños’. 

Crítica de Nunca juegues con extraños

Comenzamos esta review retrotrayéndonos, obligatoriamente, a El diablo sobre ruedas(Steven Spielberg, 1971). Como bien recordaréis, aquel fue un sobresaliente telefilm de muy bajo presupuesto. Una cinta que giraba en torno al conductor de un automóvil que se veía acosado por un camionero enloquecido, y su enorme camión cisterna, a través de las desérticas y solitarias carreteras del sur de EE.UU. ‘El diablo sobre ruedas’ atesoraba tal dosis de tensión que, en ningún momento, nos parábamos a pensar en su escasez de medios y simpleza argumental. El resultado fue una de las películas más inquietantes e inteligentes de Steven Spielberg.

Desde entonces se han ido llevando a la pantalla historias con una premisa argumental similar sobre asesinos de carretera y acosadores de autopista. Y siempre tomando como referencia el film de Spielberg. La fórmula psicópata + carretera + automóviles parece que suele funcionar a las mil maravillas. Esta regla suele garantizar un éxito seguro. Muestras de ello fueron las exitosas Carretera al infierno(Robert Harmon, 1986), Breakdown(Jonathan Mostow, 1997) o incluso ‘Jeepers Creepers’ (Victor Salva, 2001).

Dado que estamos hablando de un planteamiento que funciona, que resulta atractivo y que es capaz de envolver al espectador por completo, en el año 2001 y, aprovechando el tirón mediático de Paul Walker, el director John Dahl decidió contar con el rubio actor y con Steve Zahn para tomar prestada la idea de Spielberg. Así es como filmó ‘Nunca juegues con extraños’. Bajo la misma premisa de ‘El diablo sobre ruedas’, esta cinta de Dahl indaga más en la perturbada mentalidad de un camionero y sus actos de venganza contra un par de hermanos que pretendieron divertirse a su costa.

Según lo comentado, y mientras que Spielberg jugaba mucho mejor con la sugestión y el misterio, Dahl nos muestran sin tapujos algunos asesinatos y algún que otro plano fuertecillo. De hecho, ‘Nunca juegues con extraños’ está claramente enfocada de un modo más comercial y espectacular que ‘El diablo sobre ruedas’. Esto no quiere decir que estemos ante una cinta desaconsejable. Todo lo contrario. Nos encontramos ante una propuesta que, para sorpresa nuestra, logra transmitir de un modo sensacional el acoso y agobio al que se sienten sometidos nuestros protagonistas. Por momentos, la película nos deja pegados al sillón sin pestañear ni un ápice. El guión, escrito a cuatro manos por J.J. Abrams y Clay Tarver, engancha al espectador de principio a fin gracias a sus buenas dosis de humor negro e intensidad. Y eso a pesar de su poca complejidad.

Eso si, no se equivoquen. No estamos más que ante una especie de sucedáneo del film de Spielberg de menor repercusión, pero rodado con bastante mejor estilo que otras propuestas que pretenden imitar films de éxito. En cualquier caso, la comparación con ‘Duel’ es inevitable dado que la «fórmula» de la que hablábamos anteriormente es la misma para ambos productos, bebiendo claramente esta del éxito de la otra.

En el reparto Paul Walker encarna a Lewis Thomas, un universitario que está listo para disfrutar de un viaje por carretera con su novia, Venna. Esta última interpretada por Leele Sobieski. Por su parte, Steve Zahn encarna a Fuller, el hermano mayor de Lewis que siempre se mete en líos… Este trío actoral me resulta algo insustancial en el ámbito puramente interpretativo. Especialmente Zahn, que no es precisamente un actor demasiado polivalente. Este apartado, unido a algunas situaciones un tanto previsibles, hacen que en el conjunto global le restemos puntos a la película. En cuanto a las escenas que protagonizan los jóvenes actores sí que tengo que reconocer que están muy logradas. Entre ellas está el sobrecogedor momento en el que nuestros protagonistas escuchan un preocupante altercado en la habitación de al lado de un motel, aquella secuencia que tiene lugar en el maizal, o el desenlace final.

Poniendo todo en una balanza, creo que el resultado es mucho mejor de lo que esperaba. Y ya no sólo por el buen nivel de tensión que atesora el relato, sino por la cantidad de artimañas que nuestro camionero ingenia para devolver la broma a unos asustados y arrepentidos protagonistas. Unos protagonistas a los que amenazará y extorsionará hasta el límite. Sin duda, lo mejor es el ahínco del enfermo conductor para encontrar su venganza, haciendo sufrir a los protagonistas hasta la extenuación en un ambiente hostil y oscuro. Todo un ejemplo inusual de buen hacer para un film de rango medio como el que analizamos en estos momentos.

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Nunca juegues con extraños, una película que no ofrece nada verdaderamente nuevo, pero que cumple con su cometido con eficacia. Una cinta que resulta a todas luces entretenida y que es perfecta para pasar «un buen rato». Y no olviden el mensaje general que nos pretenden transmitir. Un mensaje que nos hará reflexionar sobre algo que, en ocasiones, apenas consideramos: «algunas bromas pueden salir caras. Muy caras».

Tráiler de Nunca juegues con extraños

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