Lara Croft: Tomb Raider: La cuna de la vida
Comparte con tus amigos










Enviar

En 2003, dos años después del estreno de ‘Lara Croft: Tomb Raider’ (Simon West), llegó a las pantallas de todo el mundo su secuela de la mano de Jan De Bont. Una secuela tan disfrutable o más que la anterior. Sin embargo, los resultados en taquilla no fueron los esperados y este fue el fin, hasta el 2018, de las aventuras de Lara Croft en la gran pantalla. Hoy nos gustaría que nos acompañarais junto a Lara en busca de la Caja de Pandora en… ‘Lara Croft: Tomb Raider: La cuna de la vida’.

“Hay cosas que nadie debería encontrar…” (Lara Croft)

Crítica de Lara Croft: Tomb Raider: La cuna de la vida

En la reseña anterior de Lara Croft: Tomb Raider (Simon West, 2001) expuse que no se deben comparar estas cintas de Miss Croft con las películas del Doctor Jones. Son películas muy diferentes, a pesar de tocar una temática similar: la arqueología. Ahora bien, en el inicio de ‘Lara Croft: Tomb Raider: La cuna de la vida’ partimos de un planteamiento calcado al visto en Indiana Jones en busca del arca perdida (Steven Spielberg, 1981). Me refiero a la misión inicial de búsqueda de reliquia que termina en fracaso, la visita de agentes del gobierno para encargar una misión en busca de un artefacto peligroso para la humanidad y puesta en marcha del tema. Como vemos, existe un clarísimo homenaje o guiño a la que fue la primera aventura cinematográfica del mítico Indiana Jones. Como fan de la saga del grandioso arqueólogo, siempre disfruto mucho con este comienzo.

Posteriormente ya tenemos en pantalla todo “el universo de Lara” y toda su tecnología de la que, evidentemente, carecía Indy. De esta forma, veremos a Lara usar sus comunicaciones vía satélite con Bryce. También la veremos visitar lugares tan exóticos, diferentes y distantes entre sí como: Londres, Hong Kong, África o Siberia. Por supuesto, conducirá arriesgadamente una espectacular motocicleta por la Gran Muralla China (secuencia rodada realmente en Gales con la mítica muralla recreada por CGI). Lara además realizará múltiples acrobacias y piruetas para escapar de los malos o para alcanzar las reliquias. Y para rematar conducirá motos de agua o realizará inmersiones submarinas.

Visto lo anterior, la puesta en escena de las habilidades de Lara es más acusada que en la primera parte. En ‘La cuna de la vida’ se añade, por fin, la incursión submarina que lleva a nuestra arqueóloga favorita a descubrir el Templo de la Luna. Un lugar con el que gozaremos, en cierta medida, de algo del colosalismo que caracterizaba a los juegos de nuestra asaltatumbas favorita. A destacar que toda esta secuencia fue filmada en seco con los vehículos de agua. Luego, y a posteriori, se añadiría el elemento líquido y el resto objetos y animales como el tiburón que ataca a nuestra protagonista.

Hay que resaltar la excelente facturación de las escenas de acción. Estas escenas resultan francamente bien rodadas incluyendo peleas, tiroteos, escapadas. Por si fuera poco, algunas de estas set-pieces quitan el hipo. Entre las más espectaculares están la huida a tiro limpio y cuerda abajo en China, o el increíble descenso en paracaídas del rascacielos de Hong Kong. Sublimes ambas y gran trabajo de todo el equipo… La primera de estas dos escenas de riesgo las hicieron gracias a dos grúas situadas en lo alto de una roca y sujetando a los actores por arneses. Jolie y Butler la prepararon durante dos días y llegaron a descender unas cuarenta veces en busca de la toma perfecta… Por su parte, la escapada del rascacielos fue protagonizada por tres especialistas suecos. Dos de ellos realizaban los saltos y el tercero los filmaba con una cámara colocada en su cabeza.

Entrando a comentar los efectos digitales vemos como el paso del tiempo deja a algunos de ellos en mal lugar. Por ejemplo, el tiburón que se enfrenta a Lara resulta demasiado artificial. Tampoco la morada donde habitan “los custodios de las Sombras” se libra del paso de los años. En este aspecto, ese escenario ofrece una clara impresión a “cartón piedra” y los propios custodios tampoco salen bien librados. En cualquier caso, estos pequeños “defectos” creo que son perdonables. Desde luego si te gustan los juegos de Lara Croft no veo motivo alguno para que no disfrutes con esta película.

La banda sonora corre a cargo del maestro Alan Silvestri. Cómo no podía ser de otra manera, Silvestri nos presenta unas fabulosas composiciones netamente aventureras y con un gran sentido del ritmo de lo que se ve en pantalla. Este compositor es uno de mis favoritos, pese a su cierta tendencia a “repetirse o plagiarse así mismo”.

En el reparto, nuevamente Angelina Jolie se alza como protagonista absoluta repitiendo como Lara Croft. Y Angelina vuelve a estar genial. Poco importa que algunas de sus frases sean de gran simpleza o directamente one-liners. Lo que importa es que su carisma llena por completo todos los diferentes vestuarios que su personaje luce a lo largo del metraje: bikinis, trajes de submarinismo, trajes de montar a caballo, fabulosas cazadoras con tigres estampados e incluso una simple toalla. Ella es Lara y la cámara así la identifica plenamente con el personaje de Eidos. Ni que decir tiene que para esta segunda parte Angelina volvió a someterse a un duro entrenamiento. Su entreno esta vez incluyó: pesas, cardio, Taekwondo, Kempo o equitación.

Por su parte, Gerard Butler interpreta a Terry Sheridan, un mercenario y viejo “amigo” de Lara ahora enchironado en Siberia. Butler se ocupa en esta cinta del papel de “chico Lara” con un mayor protagonismo y actividad que la que tuvo en la primera parte Daniel Craig. Butler exhibe físico e intenta crear una relación romántica y, especialmente, competitiva con el personaje de Angelina. Como curiosidad, el destino final de Terry fue cambiado a petición expresa de Jan De Bont. Se habían filmado dos finales para Terry Sheridan y el realizador se impuso para que se quedara el que todos podemos ver en la película.

También forman parte del casting principal Noah Taylor y Chris Barrie. Ambos repiten sus papeles de Bryce y Hillary de la primera película. Y, terminando con este apartado, cabe hacer referencia a un bastante apañado Ciarán Hinds como el malvado Jonathan Reiss y a Til Schweiger como su sicario favorito. Finalmente, se deja ver también cerca del final Djimon Hounsou en un pequeño papel.

“No me voy porque no pueda matarte… Me voy porque sería capaz” (Lara Croft)

En conclusión.
Termino con esta crítica de Lara Croft: Tomb Raider: La cuna de la vida, una disfrutable secuela dirigida por Jan De Bont que nos regala una película francamente entretenida y con muy buenas escenas de acción (que es de lo que se trata, ni más ni menos). Destaca una vez más una Angelina Jolie que como Lara se divierte y siente como pez en el agua. Junto a su predecesora es un film a reivindicar desde ya mismo.

Tráiler de Lara Croft: La cuna de la vida

Escucha nuestro podcast