La ira: Carrie 2
Comparte con tus amigos










Enviar

23 años después de la memorable ‘Carrie’ (Brian De Palma, 1976) nos llegó esta tardía y nada original secuela. Me refiero a ‘La Ira: Carrie 2’. Una cinta que ya carece de todo el dramatismo e impacto del film original. Aquí todo se basa en intentar aprovechar el éxito del pasado, aunque con más pena que gloria. Un film para visionar, tirar y olvidar.

Crítica de La ira: Carrie 2

Desconcertante es la palabra que mejor describe la presente ‘La ira: Carrie 2’. Desconcertante que, 23 años después de la incuestionable obra maestra que filmó Brian De Palma (1976), se rodase una tardía secuela. Y que además se hiciera con un tufillo propio de un telefilme de sobremesa más que de una digna continuación de la magníficaCarrie’, cinta basada en uno de los mejores relatos de Stephen King.

También es desconcertante ese absurdo subtítulo, ‘Carrie 2’, usado meramente como reclamo publicitario para explotar el film original. Sigue siendo desconcertante la lamentable falta de originalidad y de ideas de Katt Shea. La realizadora que, no se sabe muy bien por qué, decidió embarcarse en esta prescindible producción tan innecesaria como soez. Desconcertante porque, aunque intentemos visionar el film sin prejuicios, y dejando de lado peligrosas tentaciones de compararlo con la obra original, se nos hace misión imposible. Esto es debido, precisamente, a la obsesión de Katt Shea por recordarnos la primera película y vincularla con calzador con esta secuela. Y, finalmente, desconcertante por el cúmulo de inútiles e indeseables personajes ‘teen’ de motivaciones metrosexuales que infestan la película.

Cuando se filma una secuela de ‘Carrie’ se  debe ser consciente que la historia ya quedó magníficamente contada y cerrada. En consecuencia, una continuación tan innecesaria como esta sólo tiene una lectura. Y esa lectura es aprovechar el tirón del primer film, pero en este caso mal, de forma tardía y chapucera. Además, las comparaciones serán inevitables. Así las cosas, resulta poco menos que un suicidio embarcarse en una película de estas características… Más aún cuando parece que esta secuela se filmó con desgana y dejadez por una realizadora de muy bajo rango. Una directora sin un sólo título decente en su cortísima filmografía.

Katt Shea escoge el camino facilón. La directora nos ofrece una bobería de película que pretende andar a medio camino entre la revisión y la secuela. Sin embargo, no funciona de ninguna de las dos formas. Todo esto por su empeño en hacernos recordar constantemente el film de De Palma. Para ello se van introduciendo ‘sin ton ni son’ flashbacks innecesarios, narrando subtramas que pretenden solidificar (sin éxito) una línea continuidad con el film anterior (ahora resulta que el padre de Carrie lo es también de la nueva protagonista, Rachel), o recuperando algún personaje secundario con la intención de crear un nostálgico lazo afectivo con el espectador. No obstante, el personaje en concreto no sabe muy bien qué hacer ni qué decir. Al final se limita a deambular de un lado a otro y a dar consejos de madre a la protagonista.

En cualquier caso, e intentando buscar algo positivo… es cierto que, por momentos, la directora trata de imprimir en la película ciertas connotaciones que podrían haber resultado sugestivas. Pero todo se difumina rápidamente cuando el espectador, mucho más inteligente de lo que posiblemente el equipo de producción pensaba, se desentiende de la historia cuando se percata de que ‘Carrie 2’ repite, paso a paso, la misma estructura que su predecesora.

Con lo anterior me refiero actos completos y personajes que parecen estar sacados directamente del film de De Palma. Aquí tenemos, de nuevo, una madre enloquecida y fanática religiosa. La protagonista es una inadaptada social. Las mofas de los compañeros de instituto hacia ella… Y, finalmente, unos últimos 20 minutos de venganza casi calcados a los del original y de casi idéntica resolución. Al final queda todo envuelto en una rutinaria y gamberra historia. Una historia de ‘teenagers’ de revolucionadas hormonas sexuales, tan vista como cansina.

No obstante, también es justo reconocer que hay algunos momentos aceptables y rodados con tino. Entre ellos: el espectacular instante del suicidio del principio, o el clímax. Un final que, aunque repetitivo y previsible hasta la extenuación, está rodado con garra y una brutalidad pasmosa.

Precisamente esa brutalidad es donde reside otro de los problemas de esta cinta: el error del «más es mejor». Todo al ofrecer al espectador un aluvión de exageradas secuencias gore. Escenas que, si bien son de agradecer, no son más que un último recurso para contentar a un aburrido público. En cualquier caso, no debemos olvidar que ‘Carrie’ no era precisamente un film de casquería o excesivamente sangriento (aunque el espectador retenga en su mente de forma inconsciente los momentos más sangrientos), sino una dramática y profunda historia sobre personajes y los problemas de una joven adolescente con su fanática madre. Una Carrie interpretada magistralmente por Sissy Spacek. Aquella delgada actriz que, con su fija mirada en el clímax, logró meternos a todos el pánico en el cuerpo.

Por supuesto, Emily Bergl (Rachel Lang, nombre en la cinta de esta nueva protagonista) resulta la antítesis de Carrie. Ella es una chica rebelde, de «look» heavy, tatuada y de miras mucho más abiertas. Bergl no logra imponer en el momento cumbre del metraje ni la mitad de lo que lo hizo Spacek. Sólo nos queda conformarnos con un malogrado intento de imitación.

Lo mejor sin duda son los FX finales que están bastante conseguidos y son totalmente gráficos. También resalta la curiosa (aunque poco lógica) transformación que sufre Rachel Lang en su acto de venganza. Ahí vemos como el tatuaje de su brazo izquierdo se expande por su cuerpo. Por lo demás, aburrimiento y decepción a partes iguales. Este es un film que es mejor olvidar. Un film del que ya no queda nada de la sobriedad ni del dramatismo perturbador de la cinta original.

En resumidas cuentas.
Prescindible, tardía, rutinaria y aburrida secuela que carece de cualquier atisbo de sorpresa. Todo lo que va sucediendo en cada plano es previsible, carente de emoción, plano en su desarrollo y plagado de personajes con los que el espectador difícilmente logrará empatizar. Empezando por una sosa Emily Bergl que, pese a sus intentos por mostrar un look radicalmente diferente al de Carrie, no es más que una burda imitación de aquella. En definitiva, una tardía secuela en toda regla que no ofrece nada nuevo y que, por momentos, incluso insulta al respetable como consecuencia de su descarada dependencia del film de 1976 y su alarmante falta de originalidad e iniciativa. Por lo tanto, si ustedes han leído esta crítica de La ira: Carrie 2, y deciden visionar el film, avisados han quedado.

Tráiler de La ira: Carrie 2

Escucha nuestro podcast