La chica del tren
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Seguramente más de una vez todo aquel que se mueva en transporte público se ha dedicado a observar a los que van a bordo: Intentar analizarlos e inventarles una profesión o una vida. ¿Quién no ha mirado por la ventana del tren y ha imaginado vivir en una bonita casa de campo? Rachel lo hace cada día. Ella es… ‘La chica del tren’.

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Crítica de La chica del tren

Marc Platt es un productor independiente ciertamente avispado. Un tipo que se hizo con cierto poder a principios del siglo XX. Platt destacó, sobre todo, gracias al éxito de ‘Una rubia muy legal’ (Robert Luketic, 2001). En la actualidad está unido a los proyectos de Ryan Gosling. Además, contó con el respaldo de las nominaciones a los Oscar por El puente de los espías (Steven Spielberg, 2015).

Por otro lado, también se encargó de gestionar para Universal la adaptación americana del fenómeno ‘The Girl on the Train’. La película se presentó protagonizada por una de las estrellas femeninas del momento: Emily Blunt. Gracias a su ajustado presupuesto de 45 millones de $ dio una buena ristra de dólares al estudio: 75.395.035 en USA y 97.790.824 en el resto del mundo. En total ‘La chica del tren’ acumuló 173.185.859 $.

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Tate Taylor fue el elegido para trasladar el intrincado material original de Paula Hawkins desde el medio escrito al cine. Esto lo hizo con clarísimas influencias a dos films recientes como Prisioneros (Denis Villeneuve, 2013) yPerdida (David Fincher, 2014). De esta forma, Taylor usa el reclamo de una desaparición para contarnos una historia actual. Una historia de fachadas y de la imagen que mostramos y la que verdaderamente tenemos. Los señalados aquí son los “ciudadanos de a pie”, los integrantes de los suburbios o barrios residenciales en apariencia idílicos. Lejos del impacto dramático de las dos películas citadas, e incapaz de mostrar el humor negrísimo del cine de Fincher, Taylor sigue al dedillo los tópicos de las telarañas de suspense con constante uso del flashback y del flashforward, uniendo a personajes alrededor del eje central.

Los personajes son: Rachel (Emily Blunt), una mujer en clara auto-demolición desde que su marido (Justin Theroux) la dejara para irse con su amante (Rebecca Ferguson). Ahora él vive la vida perfecta que con ella no pudo encontrar. Rachel culpa a su alcoholismo de aquello. Un alcoholismo que no hace sino empeorarlo todo. Su día a día consiste en coger el tren hasta Nueva York y sentarse a beber en el parque. En sus viajes de ida y vuelta se fija en la pareja de al lado de la casa que antes compartía con su marido. Así va haciéndose una “película mental” de cómo será la vida de los que allí viven. Me refiero a un joven matrimonio guapo y apasionado formado por Haley Bennett y Luke Evans. Pronto se hará evidente aquel dicho de que «las apariencias engañan», sobre todo cuando Megan (Bennett) desaparezca sin dejar rastro.

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Es realmente complicada, y llega a ser hasta cansina, la constante forma de Taylor de saltar en el tiempo de adelante hacia atrás, especialmente desde el momento en que Rachel despierta ensangrentada tras el incidente del túnel. Túnel que es el lugar clave del film. A partir de aquí no sólo se va liando la trama de forma ostentosa, sino que llega un momento en que el espectador puede llegar a no saber quién se acuesta con quién. Y esto a pesar de que por el film sólo pululan como principales seis personajes. Seis protagonistas y ninguno de ellos, salvo Rachel y Megan, correctamente perfilados. Incluye la cinta varios momentos que se suponen deben ser aterradores debido a su crueldad. Sin embargo, acaban provocando la risa, lo cual es síntoma de que algo no se está haciendo bien.

‘La chica del tren’ transcurre entre la falsa intriga sofisticada. Así las cosas, se ve sostenida gracias a la esforzadísima labor de Emily Blunt. Algún interés tiene también el enramado de thriller de hora de la siesta. Eso sí, con soluciones a varias sub-tramas que pueden resultar infames. Ni mucho menos sale reforzado, en una inentendible sucesión de errores de casting, Tate Taylor. Aquí tenemos a un director sin personalidad alguna. Estilísticamente, Taylor quiera adornar su film de un tono serio y sofisticado. Sin embargo, si uno viera la cinta de forma lineal todo se caería cuando la trama se va revelando.

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Emily Blunt será la que reciba justas alabanzas por esta cinta. La actriz inglesa se pone sobre los hombros la propuesta incluso cuando parece hacer aguas por todas partes. Por ejemplo, ver la flojamente mostrada implicación policial con una encargada del caso, la detective Riley (Allison Janney), que está más pendiente de aleccionar moralmente a los testigos que de dar con la verdad. Vale que no todo es malo porque es innegable que durante su primer acto mantiene el interés. Además, si el espectador no es muy exigente, incluso creerá haber visto algo mejor de lo que en realidad es. Pero cuando uno acude a visionar lo que le venden como un “boom literario” de suspense, debe esperar más.

Luke Evans y Haley Bennett hacen lo que se les pide. El primero salir sin camiseta y estallar varias veces de forma violenta. Y la segunda mostrarse como una inmadura belleza rubia muy afectada por un dolorosísimo hecho del pasado. Mejor Bennett que Evans, también porque su personaje, junto a Rachel, es quien más tiempo tiene para mostrar su personalidad, sin trucos ni piruetas posteriores de guión. No logra subir el nivel del film Justin Theroux en un personaje muy difícil de creer. Tampoco lo consigue Rebecca Ferguson, quien entrega un rol muy maniqueo. Un personaje que, según le conviene, actúa de una u otra forma sin venir casi a cuento. Cameo expendable para la “friend” Lisa Kudrow. Finalmente, un inaudito rol para para Edgar Ramirez. El actor venezolano hace de psiquiatra de nombre con procedencia árabe, aunque él se encarga de recalcar que es americano.

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En resumidas cuentas.
Finalizo esta crítica de La chica del tren, un thriller de la escuela de los clásicos del “directo a video” en los noventa. La cinta sólo busca intrigar durante 112 minutos sin importarle luego los cabos que el espectador vaya atando una vez termine su visionado. Salvable sólo por la entregada interpretación de Emily Blunt, una actriz muy por encima del material que tiene entre manos. Con adaptaciones como esta, aquello “de mejor leer el libro” se hace más necesario que nunca.

Tráiler de La chica del tren

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