88 minutos
Comparte con tus amigos










Enviar

El cine ya no es lo que era. Cada vez que veo a un gran actor formar parte de un mal film me viene a la mente aquella frase de Al Pacino que decía: “cuanto peor es el guión… más dinero me ofrecen”. Y parece ser que en este film el cheque fue jugoso porque el resultado final está muy por debajo de lo esperado en una película que cuenta con la presencia de esta leyenda de la interpretación. Por eso no extraña que, en su momento, tuviéramos que esperar dos años para su estreno en cines. Algo que siempre es mala señal. En cualquier caso, ahondemos ya en los próximos ‘88 minutos’.

“Te quedan 88 minutos de vida. Tic, toc” (Anónimo)

Crítica de 88 minutos

Si hemos seguido con asiduidad la filmografía de Al Pacino, el personaje que este encarna en ‘88 minutos’ nos recordará a sus caracterizaciones en largometrajes como ‘Melodía de seducción’ (Harold Becker 1989) con gotas del Vincent de Heat (Michael Mann, 1995). En este sentido, las características personales de su Jack Gramm son: la dedicación absoluta a su trabajo y una afición desmedida hacia las mujeres, la fiesta y el alcohol. A todo eso le sumamos una marcada, y poco creíble, aura de antihéroe ajado de encanto a raudales. También tenemos una tragedia familiar pasada. Una tragedia que, como forense, ha sabido ocultar y que será de vital importancia en el devenir de la trama.

Precisamente, la trama tarda poco en despegar y en cuanto se pone en marcha nos lleva en volandas durante sus 88 minutos narrados a contrarreloj y siempre vistos desde los ojos del acosado, y amenazado de muerte, Gramm. El doctor tendrá que poner toda su astucia y desconfiar de todo aquel que se le acerque… si quiere ver de nuevo el sol y encontrar a la voz que ha realizado esa lapidaria llamada. Entre sus posibles enemigos mortales se encuentra John Foster (interpretado por un inquietante Neal McDonough). Foster es un condenado a muerte en la silla eléctrica por el testimonio definitorio de Gramm, que creía a ciencia cierta en su culpabilidad… a pesar de que las pruebas en contra de Foster eran poco claras.

Pero, por mucho que Gramm crea que Foster es el que anda detrás del intrincado plan de su asesinato, esto es físicamente imposible. Tengamos en cuenta que Foster está en prisión y no tiene capacidad de maniobra para elaborar semejante pifostio. Por ello, las miradas del astuto profesor se centran en un alumno disgustado con sus métodos de enseñanza. Y también en una amante despechada que ve su oportunidad para vengarse y salir impune del asunto utilizando a Foster como tapadera de sus acciones. ¿Quién está realmente detrás de su inmediato asesinato? ¿Podrá Gramm vencer al pasado que vuelve a por él? ¿Saldrá indemne de esta encrucijada mortal? ¡Las respuestas a lo largo del metraje!

Jon Avnet es un director tremendamente irregular y de estilo impersonal. Un realizador que todavía vive del éxito de Tomates verdes fritos’ (1991) y El laberinto rojo’ (1997). Estas películas precedentes no son obras maestras, pero sí cintas con el suficiente empaque como para llegar al notable. Incluso ‘El laberinto rojo’ es de lo mejor del casi siempre soso Richard Gere… Pero ya en los últimos años, Avnet ha entrado en barrena. El realizador neoyorquino no termina de levantar cabeza, siendo Asesinato justo (2008) su último gran estreno en cines norteamericanos. Un film para el que, no olvidemos, consiguió juntar a Al Pacino con Robert De Niro.

La premisa argumental de ‘88 minutos’ ofrecía, a priori, los suficientes ingredientes para relanzar la carrera de Avnet, a saber: un guión eléctrico, narración en tiempo real (heredera de la serie ‘24’) y la presencia en pantalla de la leyenda viviente Al Pacino junto a un competente reparto de secundarios. Pero todos esos mimbres no son suficientes para que el insípido Avnet logre regalar al espectador un film a la altura de lo esperado. Así las cosas, nos encontramos con una cinta que se hunde en su recta final. Y todo por la insistencia de que un thriller con asesino en serie tiene que tener sorpresa final.

La dirección es plana. La idea de Avnet de dar tensión a su película es mostrar cada dos por tres imposibles primeros planos de relojes, pantallas gigantes e incluso cadáveres con los minutos que le quedan de vida al esforzado protagonista. Por su parte, el suspense se mantiene durante los primeros 50 minutos del metraje. Y se mantiene por la labor de un motivado Pacino, a pesar de que el papel no fue escrito expresamente para él, sino para un actor mucho más joven. Es de ahí de dónde sacan esa atracción que levanta Jack Gramm en todas las mujeres del film.

Al Pacino resulta convincente en su rol de acosado. El mito logra expresar, casi sin esforzarse en demasía, los diferentes estados de ánimo por los que pasa su personaje durante la cinta. Así hasta que, finalmente, decide coger el toro por los cuernos y pasar a la acción en el imposible clímax final. De otro lado nos encontramos con un guión sin grandes alardes, pero que va desgranando la trama, poco a poco, y logra llevar al espectador al terreno de las conjeturas de quién será el enmascarado de negro que aterroriza a Gramm y cuál es su leit-motiv (amén de querer ver muerto al doctor).

¿Y el resto del reparto qué? Pues muy desaprovechado. En especial la siempre estimulante presencia de Deborah Kara Unger y Amy Brenneman, en su tercera colaboración con Pacino tras ‘Heat’ (1995) y ‘El dilema’ (1999), ambas cintas de Michael Mann. Ahora bien, sus apariciones son meramente «presenciales»… Quienes sí tienen más peso en la trama son el siempre excelente William Forsythe en un rol de policía/amigo del personaje interpretado por Pacino. Y Neal McDonough en el papel del preso John Foster (sus enfrentamiento al otro lado de la línea telefónica con Pacino son, de lejos, lo mejor del film). Del papel y la interpretación de una muy perdida Leelee Sobieski es mejor no hablar, ya que estas rozan el ridículo más espantoso.

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de 88 minutos, un film fallido que se puede ver como un entretenimiento de domingo, pero que apenas roza el aprobado. Destaca por su mala dirección y un reparto de papeles en su mayoría defectuoso. Logra mantener la tensión y el «¿quién será el asesino?» sólo en su primer acto para desmoronarse en un final precipitado y carente del más mínimo sentido común. Finalmente, las escenas de acción están torpemente planificadas y la cinta presenta fallos de continuación dignos de la peor serie Z (el pelo de Pacino cambia de peinado, color y extensión de una toma a otra).

Tráiler de 88 minutos

Escucha nuestro podcast