007: Licencia para matar
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Muy pocos fueron los que aplaudieron cuando Daniel Craig fue asignado como el nuevo James Bond. Le llamaron de todo y lo peor es que juzgaron antes de ver ni un sólo fotograma de ‘Casino Royale’ (Martin Campbell, 2006). Tras el estreno del film, Craig calló bocas, convirtiéndose en el nuevo referente de Bond. Un nuevo agente doble cero que no dudaba en torturar, perseguir, matar y utilizar todas las ventajas de su licencia. Todos se rindieron ante él. Pero ¿era este un verdadero nuevo giro en la franquicia? No. Esto ya había ocurrido en… 007: Licencia para matar’.

Crítica de 007: Licencia para matar

‘007: Licencia revocada’ era el título que iba a llevar la decimosexta entrega de la saga creada por Ian Fleming en su estreno en los EE.UU. El motivo por el cual este título fue cambiado por el más explícito ‘007: Licencia para matar’ se debió a que, tras una encuesta entre el público potencial del film en aquel país, los espectadores desconocían el termino “revocado”. Así pues, se optó por algo más contundente. No obstante, en esta entrega, Bond actúa sin licencia para matar. Sus intervenciones son similares a la de uno de tantos justicieros que tan de moda estaban en mis añorados 80. Eso sí, con el añadido de que él cuenta con presupuesto ilimitado para llevar a cabo su venganza. ¡Y cómo no! en esta entrega también cuenta con los siempre ingeniosos inventos de Q (el entrañable Desmond Llewelyn).

Tampoco faltan, en esta última aparición de Timothy Dalton como 007, las famosas chicas Bonds. Por un lado, Carey Lowell que interpreta a Pam Bouvier, la última confidente viva de Felix Leiter. Aquí tenemos a una intrépida piloto de aviones que ayudará a Bond en los momentos en que más lo necesite. Por otro lado tenemos a Lupe Lamora con los exóticos rasgos de Talisa Soto. Esta actriz fue conocida por ser Kitana en las adaptaciones cinematográficas de ‘Mortal Kombat’. En esta cinta es la “novia” de Sánchez. Sin embargo, no es precisamente así como la trata el capo de la droga: un villano al que da vida de forma apoteósica Robert Davi. El actor de Queens saca todo el partido a su rostro picado y a su llamativa presencia. Tan peculiar mezcla acaba dando como resultado a uno de los mejores y más despiadados malos del 007.

Al margen de Davi, cuya recreación bebe (y no disimuladamente) de la mítica figura de Tony Montana, en el film se presenta al gran público a un casi adolescente Benicio Del Toro. El actor de Puerto Rico da vida a Dario, la mano derecha de Sánchez. Este personaje tendrá sus más y sus menos con Bond durante diversos momentos del relato. No obstante, a mitad de metraje, desaparece para no desmantelar la tapadera de Bond, cosas de guionistas. Atención a su duelo final porque es tremendo.

Otro que aparece por la trama pasándoselo en grande es el eterno secundario con cara de mala leche, Anthony Zerbe. Este actor, que ha participado en más de 100 producciones entre TV y Cine, interpreta a Milton Crest, el socio americano de Sánchez. El tipo que pone los medios para que la coca pase de Sudamérica a los EE.UU. Así hasta que Sánchez sospecha de su traición. Así pues, el final de sus días es de los momentos más bestiales y sangrientos del film.

Para aligerar un poco el asunto, porque este Bond fue hasta la llegada de Daniel Craig, el más serio, duro y despiadado de la franquicia (y por ello uno de mis favoritos) tenemos al gran e inigualable Frank McRae. Aquí interpreta a Sharkey, uno de esos papeles cómicos que también se le dan. McRae borda su personaje gracias a su gran timing para la comedia física. Ver como ayuda a 007 a infiltrarse en la guarida de Crest sudando horrores ante la presencia de un tiburón. McRae es una de mis debilidades y siempre que lo veo no puedo evitar pasarlo bien.

007: Licencia para matar’ es toda una rareza en cuanto a las temáticas exploradas en las demás entregas de la franquicia. Aquí no hay sitio para ligerezas, argumentos delirantes, ni villanos megalómanos con aires de dominación mundial. Lo que sí tenemos es a un Bond muy duro y seco con punto de partida simple: la venganza. Justamente, esa sequedad hace del film un espectáculo de acción muy a tener en cuenta. Un giro más serio y menos caricaturesco que el protagonizado por Roger Moore, y que no fue muy bien recibido en su momento, finales de los 80. Dieciséis años después, los Broccoli, volvieron a esa senda con Daniel Craig a la cabeza de la franquicia. Y esa vez sí dieron en el clavo uniendo a crítica y audiencias al mismo tiempo. Curioso cuanto menos.

Lo que sí se puede decir de este Bond es que como film de acción cumple con nota. La cinta ofrece innumerables y explosivas escenas de acción convenientemente repartidas a lo largo del metraje, pasando por tierra, mar y aire. Tiroteos secos y reales. Incontables peleas cuerpo a cuerpo y un impresionante clímax final que hará las delicias de todos los amantes de las emociones fuertes. Ver a Bond conducir un camión-cisterna en busca de los malosos es impagable. Como lo es el enfrentamiento definitivo con Sánchez con un colosal y sanguinario final.

John Glen dirige el asunto con buena mano… algo extraño en él. No olvidemos que tres años antes había aburrido a base de bien con Alta tensión’. No obstante, en términos generales, ha sido un director competente de Bond, teniendo a su cargo gran parte de la etapa de Roger Moore. El libreto, sin ser nada del otro mundo, cumple con su función: hilvanar las set pieces de acción unas con otras. Además nos deja unos cuantos diálogos de ironía fina de Bond a la vez que engrandece la maldad de Sánchez.

Al margen de los tremendos medios en cuanto a escenas de acción y ambientación, lo que hace tan grande e imprescindible al film es el magnífico duelo actoral entre Timothy Dalton & Robert Davi, tanto en sus escenas conjuntas como por separado. Ambos lucen perfectos, cada uno como la némesis del otro. Dalton dando vida a un Bond tal y como Fleming lo concibió: sólido, sin miramientos a la hora de matar, un verdadero soldado de la muerte. Y el otro, Davi, como un villano loco, asesino, frío e inhumano. Para muestra ver como despacha al amante de su “novia” cuando encuentra a ambos en la cama. “¿Qué te prometió? ¿Su corazón? Lo tendrás”… Esa es solo una muestra del recital de tropelías que Davi lleva a cabo en los 125 minutos de metraje.

En definitiva, resulta lastimoso que este film pasara desapercibido y siendo tan ignorado en las siguientes entregas de la saga. Muy curioso, como ya he expuesto, que veinte años después todos aplaudieran el nuevo giro de Bond… cuando a finales de los 80 ya quisieron tomar ese camino y todos le dieron la espalda.

En resumidas cuentas. 
Termino ya con esta crítica de 007: Licencia para matar, una de las mejores adaptaciones al Bond literario de Fleming. Mejor aún como film de acción que todos los anteriores del personaje en los ochenta juntos. Plenamente disfrutable aunque uno no sea fan de 007. Imprescindible si lo que se busca es una de “justicieros”.

Tráiler de 007: Licencia para matar

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