Decepcionante, así de claro. Esta película debería haber servido a un fin muy concreto: reflejar cómo viven y sufren las diferentes personas y colectivos que viven en el País Vasco. Pero los tijeretazos, las prisas y la evidente dificultad de Medem a la hora de condensar todo eso en una peli de hora y media dan al traste con todo. Yo siempre he pensado, y ante este tipo de inventos me reafirmo, de que si se quiere hacer un documental no hay que escatimar metraje. Un magnífico ejemplo sería Shoah de Claude Lanzmann, que en nueve horas (sí, nueve) nos muestra una visión bastante acertada del holocausto judío y del contexto histórico que se vivió.
Pero tiene algo que me parece muy positivo y debo comentar. Medem se posiciona en al lado nacionalista y trata de dar una visión sincera y sin manipular de lo que es ser nacionalista. No nos engañemos, los medios y los políticos tratan de comparar una y otra vez el nacionalismo con el terrorismo. Y en este documental Medem trata de acabar con una serie de tópicos que, viendo algunas críticas, mucha gente no supo entender. La gente no vió denuncia sino partidismo en este documental. Y se equivocaron.