Drive
El Michael Mann más ochentero y el Walter Hill de "The Driver" han tenido un hijo y las gotitas del semen estaban impregnadas de Tangerine Dream, Giorgio Moroder con los sintetizadores renovados y del espíritu del "Vivir y Morir en Los Angeles" de William Friedkin. Podría seguir buscando más referentes, pero de momento esos son los más importantes. En la era del CGI, del cine "neng", de los diosecillos entronizados de efímero reinado y de la falta de alma en el cine, llega un danés gafotas que, bebiendo de ricas y buenas fuentes (referidas con ironía por el personaje de Albert Brooks cuando recuerda su pasado de productor de cine de acción "arty"), no se propone reinventar argumentalmente el género, sino hacer un ejercicio de estilo sobre sustancia recordando ese tipo de cine...mientras logra el milagro de que parezca algo absolutamente novedoso.
Y ahí es donde entra el ESTILO. Un estilo del tamaño de la Catedral de Santiago donde una fotografía de Newton Thomas Siegel inundada de neón, iluminación azulada nocturna prodigiosa y gusto estético, una banda sonora hipnótica cortesía de Cliff Martinez y el grupo Kavinsky con los referentes arriba enunciados, un impecable montaje de Matthew Newman de una claridad impecable y un sonido digno de estudio (ejemplo claro: el atraco con Standard, la espera en el coche cronómetro en mano, el silencio y...el disparo. ¡Qué bote en la sala!) se unen para atrapar al espectador.
Qué curioso que, no siendo éste un film de acción típico "a lo Bruckheimer", acabe conteniendo las mejores escenas de "tiros, hostias y persecuciones" vistas en mucho tiempo. Da igual que sean breves: Por fin escenas de coches a toda hostia, embistiéndose y dándo vueltas de campana sin trampas, trucos ni cartones, aparentemente: Habría, en todo caso que pillar el Blu-Ray (compra justificadísima en este formato para poder apreciar el trabajo hecho en el film) para comprobarlo. Por fin escenas de disparos contundentes, de purito gore (porque aquí la sangre corre...y mucho. Y con tajadas que "no duelen"). Aviso para mentes políticamente correctas: de las hostias no se libran ni las "víbroras".
Un reparto magnífico con Brooks, Ron "Cholo Simeone" Perlman, Oscar Isaac de maridito y que, por fortuna, evita los clichés que su personaje ofrecía (celos y enfrentamiento con el conductor y tal), una deliciosa Carey Mulligan, la ciudad de Los Angeles, el mondadientes y los coches que encabeza un Ryan Gosling carismático a rabiar como "hombre sin nombre" del Siglo XXI ayuda a redondear la historia de un solitario del que poco sabemos en busca de un hogar, el "calor humano" y que encuentra su efímera felicidad en una chica y su hijo. Suya es, por cierto, la escena del año: ella, una bofetada, un ascensor, un matón, un estrechamiento de manos, un beso al ralentí (que aprenda otra gente cómo se usa este recurso como Dios, Buda, Alá o Seagal manda), una llave, un aplastamiento de cabeza vía "patapum p'abajo", un ascensor que se abre, un cruce de miradas, la bestia, la bella. Ella. Algo por lo que merece la pena luchar.
Obra maestra absoluta. Abstenerse nengs (consejo amistoso, en ningún caso snobismo). Si van a verla, hagan justicia a la cinta yendo a la mejor sala posible o en el Blu Ray. Mañana o pasado o cuando toque revisión...igual ya no la considero tan magistral. Pero hoy permítanme soñar con neón.