Godzilla y Kong: El nuevo imperio
En una tregua complicada, en la que Godzilla y Kong deben mantenerse dentro de sus respectivos territorios para evitar otro enfrentamiento, una misteriosa señal provoca que los dos colosos unan sus fuerzas para enfrentarse a un terrorífico adversario. Un titán cuyo poder podría destruir el planeta. (Cineycine).
Los dos monstruos más legendarios de la historia del cine se vieron las caras hace tres años en un enfrentamiento convertido en éxito de taquilla. Y ahora regresan, pero no para volver a enfrentarse en un rematch, sino para colaborar en un tag-team. Ambos se unen contra un terrorífico adversario que amenaza a todo el planeta. Parece que solo el rey de los monstruos y el rey de la Isla Calavera pueden detenerlo. Adam Wingard nos regala un espectáculo deudor de la era Showa que haría que Jun Fukuda e Ishiro Honda estuvieran orgullos. ¡Preparaos para ‘Godzilla y Kong: El nuevo imperio’!
“Hablamos de un falso rey que quiso dominar la superficie, pero el monstruo que se comió una estrella lo detuvo y lo confinó en el interior de la Tierra. Pero ha vuelto con un poder legendario” (Irene Andrews)
Crítica de Godzilla y Kong: El nuevo imperio
El éxito de ‘Godzilla vs. Kong’ en 2021, no solo desencadenó la posibilidad de hacer una secuela con Adam Wingard de nuevo a los mandos, sino que además reforzó la idea de Legendary y Toho de que el coloso atómico todavía tenía cuerda para rato. Y todo después de los temores provocados por la insípida recepción de ‘Godzilla: Rey de los monstruos’ (Michael Dougherty, 2019). Aquel film unía a las cuatro leyendas monstruosas del estudio japonés. Pero su resultado en taquilla, y crítica, hizo temer lo peor poniendo en peligro el “MonsterVerse”.
Sin embargo, Adam Wingard con su VS dio con la solución: presentar un film totalmente opuesto al de Michael Dougherty. Este último quiso seguir los pasos de Gareth Edwards y Jordan Vogt-Roberts, pero combinando tonalidades e ideas en un resultado sumamente irregular que no conectó con los espectadores. Por el contrario, Wingard sabía que el público y los fans demandaban una propuesta directa y cercana a los conceptos básicos. Un film de escasas pretensiones “culturetas” y claramente influenciado por las películas de la era Showa.
A priori, y más después del estreno de ‘Godzilla: Minus One’ (Takashi Yamazaki, 2023), uno podría pensar que el coloso atómico no sería capaz de convivir en cines con dos tonos opuestos. Por un lado, el film de Yamazaki llevando al monstruo al terror y a la metáfora originales. Y, por otro lado, la desenfadada propuesta de Wingard. La cinta del japonés acercaba de nuevo a Godzilla a la esencia que lo hizo mítico en sus inicios. Y lo hizo con gran éxito de público y prensa. Por consiguiente, se podría pensar que el público demandaría más de lo que presentó Yamazaki. Sin embargo, el espíritu de Godzilla también reside en abogar por el pulp más desacomplejado y abierto. Y esto es precisamente lo que ha usado Wingard. Y el director norteamericano ha cosechado también un gran éxito de público con ‘Godzilla y Kong: El nuevo imperio’.
Así pues, ‘Godzilla y Kong: El nuevo imperio’ es una propuesta hecha con amor y pasión al pulp. Especialmente el cariño de Adam Wingard hacía las películas de la Toho de finales de los 70. Me refiero a films como ‘Godzilla vs. MechaGodzilla’ (Jun Fukuda, 1974) e incluso al más culminante de mediados de los 60: ‘Godzilla contra Ghidorah, el dragón de tres cabezas’ (Ishiro Honda, 1954). Claramente estamos ante una película pensada por alguien que ha mamado, disfrutado y saboreado, de principio a fin, la etapa más “controvertida” del monstruo japonés. Y que aquí le ha dedicado 115 minutos a ello. Hablamos de películas que abrazaban, sin ningún tipo de reparo ni vergüenza, conceptos directos y simples para ofrecer un entrenamiento y disfrute sin complejos.
Todo lo anterior nos lleva a que ‘El nuevo imperio’ tiene claro su objetivo desde el principio. Y este no es otro que dar al espectador una cinta directa al grano sin intentos baratos de copiar las fórmulas de Gareth Edwards y Jordan Vogt-Roberts. Eso sí, esta nueva entrega se acerca más a la propuesta de “serie B” de Vogt-Roberts. ‘El nuevo imperio’ destaca por sus mundos fantásticos, su estética claramente deudora de cintas como ‘Ebirah: El terror de las profundidades’ (Jun Fukuda, 1966) y referentes literarios como Julio Verne y Edgar Rice Burroughs. Todo ello llevándolo al exceso fílmico con un ritmo de ametralladora. Además hay ciertos guiños y sorpresas que no conviene desvelar de cara al visionado de la película.
El guión creo que mejora centrando la trama en la doctora Irene Andrews y su hija adoptiva en torno a los colosos. Esto supone llevarla a ella, a Godzilla y a Kong en un viaje de elementos fílmicos y de pura diversión. Los colosos son puramente protagonistas dentro de la historia. Y esto hace que el libreto sea superior al de ‘Godzilla vs. Kong’ o, al menos, lo iguale.
Los aspectos técnicos del film también destacan. Para empezar sobresale su enorme colorido. De hecho, quizás estemos ante la película más colorista del “Monsterverse”. A esto ayuda la fotografía de Ben Seresin. Respecto a la partitura repite con la batuta Tom Holkenborg y se suma Antonio Di Iorio. La música está totalmente entonada al sentimiento más ochentero con sus sintetizadores y su orquesta sonando a todo trapo en sus explosivas set-pieces.
En cuanto al casting, en esta ocasión tenemos un reparto humano más “proactivo”. Rebecca Hall resulta una mejor protagonista gracias a su personalidad y relación con el personaje interpretado por Kaylee Hottle. Esta última obtiene más presencia e importancia en la trama. Y, por supuesto, sigue siendo uno de los pilares con Kong y la mejor base para conectar con el público. Tal y como ya lo hizo anteriormente. Otro que también repite es Brian Tyree Henry como Bernie, el loco de las conspiraciones. Aquí sigue siendo fuente de momentos divertidos y frikis… atención a su homenaje a ‘Expediente X’. La gran novedad de la producción en este apartado es Dan Stevens como Trapper, un veterinario muy peculiar y alocado. Stevens se lleva los mejores momentos del show y se abraza sin tapujo alguno al absurdo. Realmente se come la pantalla y roba protagonismo al resto.
Al detallar el reparto no podemos olvidar, ¡claro está! a los dos titanes de la función: Godzilla y Kong. Ambos son las estrellas absolutas con secuencias en solitario sin ninguna interacción con humanos. Esto se consigue con unos efectos visuales de primer nivel que dotan de presencia y fuerza bruta, a niveles bestiales, a nuestros amigos monstruosos. Y ojo, la cinta solo ha costado 135 millones de $. Por parte de Godzilla se podría decir que es casi tan humano como lo fue durante su etapa Showa con un diseño impecable deudor de ‘Godzilla 2000’ (Takao Okawara, 1999). Respecto a Kong decir que mantiene su nivel de carisma ayudado por gran cantidad de primeros planos que nos muestran sus expresiones.
Dentro de los monstruos y titanes destaca la amistad fraternal de Kong con el pequeño Suko, un simio que conoce durante sus periplos por la Tierra Hueca. Ahí es muy claro el homenaje a ‘El hijo de Kong’ (Ernest B. Schoedsack, 1933). Pero todos estos héroes necesitan de un villano a la altura. Y aquí el Rey Cicatriz es el adversario más mal-rollero desde King Ghidorah. Su presencia física es la de un enorme simio rojo cuyo poder puede desencadenar el film del mundo. Con este titán, Wingard se trabaja su propio villano de anime puro. Y ya no conviene desvelar otras sorpresas que guarda la película de cara a su espectacular clímax…
En conclusión.
Acabo esta crítica de Godzilla y Kong: El nuevo imperio, un apabullante disfrute de principio a fin que nos retrotrae a los tiempos de la era Showa en el mejor sentido. Su ritmo va a la velocidad de la luz y nos ofrece diversión desacomplejada, estilo pulp y monstruos colosales. En fin, da exactamente lo que promete y pienso que supera a las dos últimas películas del “MonsterVerse”.
Tráiler de Godzilla y Kong: El nuevo imperio
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