El santuario
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James Cameron vuelve al agua para producir este film basado libremente en la experiencia personal de Andrew Wight, guionista de la película y colaborador habitual de Jim. Dirige el casi debutante Alister Grierson. Es hora de ponerse el equipo de submarinismo y sumergirnos en el agua para visitar ‘El santuario’.

“No tenéis ni puta idea, os pasáis la vida entre algodones. ¿Queréis jugar a las aventuras?… ¡Pues llegó la hora!” (Frank)

Crítica de El santuario

Aquí tenemos una entretenidísima cinta de aventuras submarinas, espeleología y alpinismo. Todo esto desarrollado en ominosas cuevas subterráneas con una gran ambientación opresiva y asfixiante. Realmente no tenía ni idea de lo que me iba a encontrar en esta producción de James Cameron porque, entre otras cosas, no había leído ni oído nada o casi nada sobre ella. La sorpresa que me llevé al verla fue muy grande. Sin duda creo que no decepcionará a todos los que decidan darle la oportunidad que merece.

‘El santuario’ destaca por su lograda ambientación claustrofóbica. Como bien se refleja en la sinopsis, los protagonistas quedan aislados en una cueva submarina. A partir de ese momento, diferentes elementos naturales como el agua, las rocas, los estrechos pasadizos o las paredes a escalar se cebarán con ellos tanto o más que el miedo y la desconfianza. Así pues, entre manos tenemos una buena y épica aventura de supervivencia.

En relación con la ambientación hay que resaltar que la filmación tuvo lugar en exteriores de Gold Coast, Queensland y en cuevas de la Australia Meridional. Estos entornos naturales se completaron con el rodaje en los estudios de Village Roadshow. En concreto se emplearon 16 decorados principales distintos a partir de tres platós completos. Además se contó con un gigantesco tanque con capacidad para 7,2 millones de litros de agua. Estos datos avalan totalmente el realismo de lo que el film nos ofrece y hacen destacar la buena labor en la dirección de Alister Grierson en la que es, hasta ahora, su película más destacada y relevante.

En el libreto es importante resaltar la escritura de Andrew Wight y John Garvin. Digo que es importante porque, como expuse brevemente en la introducción, el film está basado en una vivencia personal de Wight. Una vivencia que tuvo en 1988 dirigiendo una expedición para la exploración de las cuevas ocultas de la llanura de Nullarbor (Australia). Mientras se encontraban en esta tarea, una tormenta hizo que la entrada a la cueva se derrumbara dejando a Wight y a su equipo atrapados bajo tierra con la consiguiente desesperación… Atención también a la experiencia de Garvin como submarinista y coordinador de estas escenas, siendo él mismo el encargado de dirigir y supervisar la preparación submarina del reparto con cursos de submarinismo y respiración reciclada y escalada. Como vemos, Wight y Garvin no se limitaron sólo a los lápices…

En los aspectos técnicos hay que resaltar que este film fue lanzado el 4 de febrero de 2011 a cines norteamericanos en 3D. En este apartado se promocionó la cinta afirmando que estaba realizada con la misma técnica tridimensional de Avatar(James Cameron, 2009). Lógicamente, y teniendo Cameron crédito como productor ejecutivo, no es el dato de la realización de las 3-D algo que se pueda poner en entredicho. Las mismas sobresalen en lo que respecta a crear el efecto de «profundidad» en los fondos consiguiendo una sensación de «estar en las cuevas». Por lo demás, no hay grandes aportes.

A nivel de casting encontramos un notable acierto al no haber contado con actores muy conocidos. Esto aumenta el suspense y la intriga de forma bárbara ya que potencia el factor sorpresa de no saber quién o quiénes lograrán salir con vida al exterior. Llama especialmente la atención Richard Roxburgh interpretando a Frank. A nivel personal lo considero el personaje más agradecido del film y con las mejores (y más duras) frases de todo el reparto. Frank pasa por ser uno de los mejores espeleólogos del mundo y es un tipo muy duro. Un hombre hecho a sí mismo que prefiere la vida en las cavernas a la vida en los rascacielos y grandes ciudades. Sus verdades, sentencias y conocimientos prácticamente serán las únicas armas que podrán ayudar al grupo a intentar salir con vida de la tumba acuática.

Del resto del cast destacan en menor medida los personajes encarnados por Ioan Gruffudd y Rhys Wakefield. El primero se mete en la piel de Carl, el jefe y dueño de parte de la pasta con la que se financia la exploración. Carl es un buen espeleólogo y aventurero que confía plenamente en la experiencia de Frank o al menos eso parece. Ioan Gruffudd es un actor que en absoluto me desagrada y aquí no desmerece realizando incluso sus propias escenas de riesgo. Por su parte, Rhys Wakefield interpreta al hijo de Frank, un experto en escaladas que no se lleva precisamente bien con su duro padre. “El santuario” será una prueba de fuego para restablecer o romper de forma definitiva el vínculo entre padre e hijo. También merece mención la actriz Alice Parkinson pegándose una buena paliza buceando y escalando en su rol de Victoria.

“¿Qué puede salir mal buceando en cuevas?”

En conclusión.
La conclusión final de esta crítica de El santuario es que estamos ante una película muy bien filmada. Una cinta de aventuras submarinas que gustará especialmente a los amantes de las cintas épicas, el submarinismo, el alpinismo y los ambientes opresivos y asfixiantes con el agua al cuello…

Tráiler de El santuario

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