Una boda de muerte
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Las películas de bodas nunca pasan de moda. A la hora de arrancar las risas del espectador nada mejor que una ceremonia familiar llena de situaciones alocadas. Y si hace un par de años pudimos disfrutar de ‘Un funeral de muerte’, en esta ocasión repetimos fórmula pero trasladando la acción a un remoto pueblo de la Australia profunda. Estamos todos invitados a ‘Una boda de muerte’.

Crítica de Una boda de muerte

La verdad es que siempre sospecho al leer cosas como: «del director de…» o «de los creadores de…». Porque no nos engañemos, se trata de meros anzuelos promocionales que una película o un director que se precie no necesitan. Aunque lo entiendo, no os creáis. Probablemente poca gente recuerde que Stephan Elliot dirigió en su momento la inolvidable Priscilla, reina del desierto’ y que Dean Craig escribió el guión de Un funeral de muerte’. Dicho esto, lo que al principio despertó mis temores fue escuchar que Dean Craig repetía fórmula. Y es que una cosa es conseguir hacer reír a la gente con un funeral… y otra cosa muy distinta hacerlo con una boda. Lo primero es complicado, sobre todo si quieres mantener el control escénico en todo momento. Mientras que lo segundo es sencillo y, sobre todo, está muy trillado.

En el fondo, el quid de todo el asunto reside en la trama y dónde tiene lugar. Recordemos que en ‘Un funeral de muerte’ Dean Craig conseguía arrancar al público auténticas carcajadas gracias a las disparatadas situaciones que sucedían en una ceremonia tan austera en sonrisas como es un funeral británico. Pero ahora hablamos de una despedida de soltero. Un tipo de juerga donde el dislate y el surrealismo campan a sus anchas sin demasiada dificultad. En otras palabras, no nos puede sorprender nada de lo que suceda, y ese es su gran handicap. Esto nos lleva a evidenciar que, si en ‘Un funeral de muerte’ se recurría a la sátira social y al humor inglés más corrosivo, en este caso estamos ante una película del estilo de American Pie’. Una cinta que busca un humor más facilón y espumoso.

El trabajo de Elliott es correcto. El director demuestra un buen control de los tiempos, pero el conjunto exhibe un evidente descontrol. Esto último ya era algo previsible, a fin de cuentas tenemos a la hermana lesbiana de la novia, un suegro dictatorial, un grupo de amigos alocados e incluso una cabra llamada Ramsy. La citada cabra, al igual que le sucediera al burro de la memorable ‘Despedida de soltero’, acaba sufriendo lo suyo. Ah, y no nos olvidemos de una explosiva Olivia Newton-John en el papel de madre cocainómana y pasada de vueltas. Sin duda, lo mejor del reparto. Otro actor que seguramente recordarán todos es Kris Marshall, al que hemos podido ver en películas edulcoradas como Love actually’ y en clásicos como El mercader de Venecia’. Del resto del elenco también podemos citar a Rebel Wilson.

No podemos negar que hay escenas francamente graciosas. Y tampoco que, en general, estamos ante una película entretenida… pero vuelvo a decir que el tono es burdo y escatológico. Un tono muy alejado de lo que hemos visto de un director como Stephan Elliott y, sobre todo, distinto a lo que Dean Craig nos ofreció con su anterior trabajo. Al pensar en este tipo de películas es imposible no recordar producciones comoResacón en las Vegaso ‘Cuatro bodas y un funeral’. Ambas cintas marcando estilos muy distintos consiguen salir más airosas.

Conclusión.
Termino esta crítica de Una boda de muerte, una película entretenida, alocada y con altas dosis de humor adolescente. Sin duda recomendable para todos aquellos que hayan disfrutado con otras producciones de este estilo. En los tiempos que corren es una apuesta un tanto segura que no dejará a nadie con la sensación de haber sido engañado, lo cual se agradece. Pero si lo que buscamos es una comedia ácida, corrosiva y con una buena carga de crítica social, entonces, haremos bien en buscar otras opciones. La decisión es vuestra.

Tráiler de Una boda de muerte

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