La calle del terror – Parte 2: 1978
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Continuamos con la trilogía del momento en Netflix. Ahora retrocedemos hasta 1978 para conocer más detalles sobre la maldición de Sarah Fier y la masacre del campamento Nightwing. Esta “secuela” resulta brutalmente disfrutable y claramente inspirada en el clásico de Sean S. Cunningham. A continuación nos esperan grandes dosis de gore, sexo y adolescentes con ganas de fiesta. Todos ellos van a morir a manos de un asesino salvaje. Regresamos a ‘La calle del terror – Parte 2: 1978’.

“Salvaremos Shadyside esta noche”

Crítica de La calle del terror – Parte 2: 1978

Seguimos con la segunda entrega de ‘La calle del terror’, la trilogía del momento en Netflix. Una franquicia que la plataforma ha convertido en el fenómeno mediático de este verano del 2021. Como ya debéis saber, esta saga está inspirada en las novelas de género de R.L. Stine. En la dirección repite Leigh Janiak, que se ha encargado de las tres películas. De hecho, la directora y guionista ya anda pensando en alumbrar su propio universo imitando al MCU y similares.

Si La calle del terror – Parte 1: 1994 homenajeaba al slasher noventero, en esta ocasión bien puedo afirmar que ‘La calle del terror – Parte 2: 1978’ bebe directamente de ‘Viernes 13’ (Sean S. Cunningham, 1980). Y bebe de ella no sólo por su campera ambientación, sino también porque el aspecto del asesino literalmente es el que Jason presentó en la segunda parte de la conocida franquicia. Una secuela dirigida por Steve Miner en 1981.

Dejando influencias y homenajes al margen, Leigh Janiak está más metida como directora y guionista en ‘1978’. Janiak se quita de encima el tramo introductorio y tampoco tiene que presentar tramas ni personajes. Ahora simplemente desarrolla una historia propia que es un extenso flashback. Esta mirada al pasado ocupa casi el 90% del metraje de esta secuela. Tanto como directora como guionista se le nota mucho más cómoda con la ambientación y con unos personajes mejor construidos. Todo ello contando además con un mejor ritmo narrativo, un gore más salvaje y un gran sentimiento de homenaje y respeto.

Principalmente esta “continuación” se centra en lo que el espectador quiere ver en una película de estas características. Al margen de que el final esté abierto para la tercera entrega, aun así, Janiak se centra mucho más en la historia sin romances adolescentes que chupen minutos innecesarios. Ojo, sí que los hay, pero mejor integrados y con mejor tino narrativo. Por supuesto, se sigue ahondando en la mitología de Sarah Fier, más presente que en la primera entrega.

Ahora bien, esta película tiene un cierto problema reflejado en lo que acabo de comentar: su final abierto. Esto provoca que el público, más o menos, sepa cómo va a acabar la cinta. Se deja fuera así la sensación del efecto sorpresa. En este sentido, el film precedente era mejor. Sin embargo, y a pesar de esto, creo firmemente que ‘1978’ es la mejor de las tres entregas. Es la mejor a varios niveles y, obviamente, deja el listón alto para su tercera parte.

Al respecto de los brutales asesinatos decir que, como en la primera parte, nos son mostrados con gore, y sin cortes ni chorradas. Aquí hay sangre, mucha sangre. La directora no escatima en nada a la hora de mostrarnos crímenes sin tapujos. Además, hay que destacar que ‘1978’ tiene una trabajada ambientación que recrea de fábula la sensación de estar a finales de los años 70. Aquí no falta ni el típico camping cerca del lago. Sin olvidar la genial selección de canciones sacadas de la época. Todo esto mete por completo al espectador en la narrativa.

Por su parte, la fotografía de Caleb Heymann también es superior a la de la primera película. Se nota que en esta secuela estaba más cómodo. Otro de los puntos fuertes de ‘1978’ es la magnífica partitura de Marco Beltrami y Brandon Roberts. Ambos se desmelenan entregando una score inspirada en grandes maestros como Jerry Goldsmith, Christopher Young y Harry Manfredini. Este último, compositor de la franquicia de ‘Viernes 13’. ¿A quién si no debían tomar como referencia Beltrami y Roberts en esta segunda parte? ¡Gran trabajo el de ambos!

Respecto al casting, y aunque sepamos que muchos de los personajes van a morir, se consigue empatizar con ellos. Especialmente destacada es la labor de Sadie Sink como Ziggy Berman. A la “chica stranger” de esta continuación le viene al pelo su papel de adolescente rebelde. Un rol muy similar al que tuvo enStranger Things: Temporada 2’. Sadie brilla más como protagonista que Kiana Madeira en la primera película. Además, tanto su romance con Nick como la relación con su hermana (Cindy), interpretada por Emily Rudd, están mejor planteadas e integradas en la trama que el noviazgo anterior entre Deena y Sam. De hecho, la relación entre Ziggy y Cindy es el núcleo emocional de esta segunda parte.

Al margen de lo anterior, la mitología de Sarah Fier también tiene una presencia más constante en este film. Aquí se incorporan más elementos sobrenaturales. Elementos que se extienden al asesino de esta secuela. Un villano, como ya expuse párrafos más arriba, inspirado claramente en el Jason Voorhees de la segunda parte de ‘Viernes 13’. Hacha en mano nos ofrece una enorme cantidad de asesinatos salvajes y sangrientos. Por otro lado, y si me apuran, cuando uno ve este film entiende más “humanamente” al personaje… todo esto sin entrar en spoilers.

En conclusión.
Concluyo esta crítica de La calle del terror – Parte 2: 1978, una entrega que resulta mejor película que su antecesora. Y lo es tanto narrativamente como a nivel visual y con un casting encabezado por una entregadísima Sadie Sink. En definitiva, respeto por las grandes del género y una carta de amor para los que nos gustó ‘Viernes 13’.

Tráiler de La calle del terror – Parte 2: 1978

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