Instinto básico
Jhonny Boz, una antigua estrella del rock de los 70 que consiguió unos cuantos éxitos para luego tomar el tren del olvido, ha aparecido brutalmente asesinando en su cama. 31 puñaladas en su cuerpo indican que no fue un accidente… y en el suelo, el arma del crimen: un punzón de hielo. En el punto de mira rápidamente se pone a su amante: Catherine Trammell. El caso le es asignado a Nick “Pistolero” Curran, un inspector de homicidios con una clara propensión a apretar el gatillo y meterse en líos. El juego sólo acaba de empezar. (Cineycine).
“Se enfrentan con una mente retorcida y diabólica… Alguien con un arraigado odio obsesivo y una falta total de respeto por la vida humana. Se enfrentan a alguien muy peligroso y muy enfermo. Una persona que disfruta dando rienda suelta a su Instinto básico”.
“Entre tú y yo, Rocky, de hombre a hombre: ¿Es o no es el polvo del siglo?” (Curran)
Crítica de Instinto básico
Este film que reseño hoy logró que Michael Douglas dejara definitivamente de ser “el hijo de Kirk Douglas”, y que Sharon Stone se convirtiera en el objeto del deseo de todo el universo. Ambos vivieron un antes y un después cuando ‘Instinto básico’ vio la luz. Pero, ¿De verdad era para tanto? ¿Había un gran valor cinematográfico en el film más allá de cierta secuencia de cama (definida por Nick Curran como: “el polvo del siglo”)? La respuesta a continuación…
Y lo que aquí tenemos es el súmmum del suspense filmado por un director descomunal como era y es Paul Verhoeven. Más allá de sus explícitas escenas de cama, el film construye (para luego destruir) la típica trama detectivesca. Esa trama en donde el inspector acabará intimando en demasía con la posible sospechosa, tanto que acabará dudando hasta de sí mismo. Todo mientras las pistas se van descubriendo, los asesinatos aumentando y la tensión se apodera de la pantalla.
Los protagonistas de la película son puro cliché y explotados al máximo exponente: Nick Curran (Michael Douglas) es un inspector atormentando, metomenlíos y que acabará perdiendo la cabeza por la mujer equivocada. Ella es Catherine Trammell (Sharon Stone), el diablo hecho mujer. Una “dama” con una mente maquiavélica y retorcida… y con un cuerpo hecho para conquistar a hombres y mujeres.
Dejando al margen los clichés, la ración de secuencias y escenas memorables es enorme. Escenas que todo el mundo que ha visto el film recuerda enseguida. Por ejemplo: la del interrogatorio que, seguramente, será la primera en ser nombrada y que supone una perfecta deconstrucción del típico interrogatorio «policía Vs delincuente». Una secuencia en donde la “víctima” domina a los llamados “jueces”. Atención a la retadora pose e iluminación que Jan de Bont dibuja sobre Catherine. Y a las “balas verbales” que esta lanza a Curran: “¿Alguna vez has follado puesto de cocaína, Nick?” Impagable el rostro de Michael Douglas… Antes de esta inolvidable secuencia, de Bont ya había avisado con el traslado de Catherine en el coche de Gus & Curran. Un recorrido por carretera en donde ella va diciéndole a Curran lo que va a pasar luego… ante la incredulidad de éste.
También merecen ser destacadas escenas como la persecución suicida en coche entre Curran y Catherine bordeando los acantilados de San Francisco. Y, por supuesto, la de la discoteca. Una sala de fiestas visualizada como si aquello fuera Sodoma & Gomorra, y que contiene un plano de Catherine negándole la entrada al lavabo a Curran. Lavabo donde está esnifando cocaína acompañada de su «amiga» Roxy (interpretada por Leilani Sarelle).
Por supuesto que, al margen del crescendo de tensión, el punto fuerte y lo que más recuerdan los espectadores son las clarividentes escenas de sexo. Hablamos de escenas filmadas sin contemplaciones, ni trucos. Pero ‘Instinto básico’ es mucho más. Un film de género que, a pesar de ser un gran engaño, funciona a la perfección. Una clase de cinta que ve la luz cada mucho tiempo y que es harto complicada de igualar, incluso para los que participaron en ella. Como ejemplo ver los intentos posteriores, tanto de sus protagonistas (Douglas & Stone) como de su director (Verhoeven), por repetir el éxito de esta con obras posteriores como fueron ‘Acoso’ (Barry Levinson, 1994), ‘El especialista’ (Luis Llosa, 1994) o ‘Showgirls’ (Paul Verhoeven, 1995).
Al margen de Michael Douglas y Sharon Stone, del reparto también merece mención la fantasmal presencia de Dorothy Malone como Hazel Dobkins, una especie de mentora de Catherine. La muy sufrida interpretación de Jeanne Tripplehorn como la doctora Elizabeth Garner. Y la enormemente carismática labor de George Dzundza como Gus, el archí-típico compañero del protagonista. Un rol cliché que nunca falla en todo policíaco que se precie.
También conviene resaltar que, durante el rodaje, las asociaciones de gays & lesbianas se manifestaron duramente contra el film llegando a montar piquetes. Algo que ya hicieron anteriormente en cintas como ‘A la caza’ (William Friedkin, 1980) o ‘Vestida para matar’ (Brian de Palma, 1980). No habían visto el film y no sabían nada de lo rodado. Sin embargo, el hecho de que, presuntamente, una lesbiana pudiera ser una asesina ya los puso en alerta. Aquello fue más publicidad para el film. Además, el haber sido rodada en exteriores de una de las conocidas mecas homosexuales del mundo (San Francisco) fue aún un estímulo mayor para boicotear la película. No obstante, Paul Verhoeven no tembló ni un segundo ante las acusaciones de anti-homosexualidad a las que fue sometida la cinta: “Soy europeo y ser homosexual no es un problema en mi país…”, sentenció el director.
Las palabras de Verhoeven no calmaron los ánimos de los colectivos homosexuales, quienes pidieron cambios drásticos en el guión y una reunión con los productores. Sus peticiones eran realmente insólitas: Querían que el personaje masculino fuera el asesino y no tuviera ningún destello homosexual o ambiguo. También exigían que la mujer interpretara a la inspectora de homicidios. No querían que ningún gay, ni ninguna lesbiana muriera en pantalla, ni tampoco que fueran visualizados como asesinos…
Sus plegarias no fueron escuchadas, en consecuencia, y como respuesta y durante el tiempo que duró el rodaje, distintos colectivos se dedicaron a boicotear las tomas y a realizar manifestaciones en las cercanías del set. Esto obligó a montar barricadas por parte de los productores contando colaboración de la policía de San Francisco. La única intención de estos colectivos era la de perjudicar económicamente al largometraje. Incluso, con motivo del estreno, compraron páginas de conocidos diarios de prensa revelando el final… pero nada impidió que ‘Instinto básico’ fuera un superéxito.
“Tienes la jodida cabeza llena de pájaros revoloteando. ¿¡Crees que podéis follar como leones, tener enanos y ser felices para siempre!? ¡No me fastidies!” (Gus)
En resumidas cuentas.
Finalizo esta crítica de Instinto básico, una película que, a pesar de no ser la primera de este tipo de largometrajes, es la más célebre de esta clase de films. Y seguramente la que mejor supo conjugar todos los lugares comunes que debe visitar un film del género: un antihéroe protagonista, una femme fatale, asesinatos brutales, falsos culpables, pistas inventadas, asuntos internos,… Verla hoy, pasadas más de tres décadas de su lanzamiento, sigue siendo una experiencia realmente memorable. La convergencia de talentos hace de este film un clásico con mayúsculas de los 90. Un film de esos que se deben ver, por lo menos, una vez en la vida (que diría mi gran amigo David González).
Tráiler de Instinto básico
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