Amenaza en el aire
Comparte con tus amigos










Enviar

“Creo que conseguimos hacer un buen trabajo en un espacio tan pequeño porque la acción es siempre difícil, sobre todo cuando estás atrapado en un lugar tan reducido. Rodarla de modo que funcione ha sido mérito de todo el equipo”. Mel Gibson vuelve a ponerse detrás de las cámaras y delante de las mismas recluta a su amigo Mark Wahlberg. Ambos nos harán vivir una auténtica ‘Amenaza en el aire’.

“Espero que les guste volar. Hoy es un buen día para ello” (Daryl)

Crítica de Amenaza en el aire

Como dice mi amigo y compañero J. Glez: “Algún amigo debe de tener Mel Gibson todavía en Hollywood para seguir haciendo películas”. Y razón no le falta. Gibson ya no tiene el poder de antaño por sus escándalos y por decir lo que piensa… pero sigue protagonizando y dirigiendo películas. Eso sí, lo hace cumpliendo condena en el infierno del VOD, como muchos de sus colegas de quinta. Ahora, y después de 9 años desde que estrenara Hasta el último hombre’, Mel Gibson regresa como director en ‘Amenaza en el aire’ (Flight Risk). Nada que ver tiene la calidad de esta última con la cinta basada en la vida de Desmond Doss… Eso sí, ya es motivo de celebración el hecho de que esta nueva propuesta del polémico director nos haya llegado a cines, tanto españoles como del resto del mundo.

25 millones de $ ha costado ‘Amenaza en el aire’ y ya lleva recaudados algo más de 41 a nivel mundial. Por lo menos ha recuperado lo invertido y todavía le queda algo de recorrido. Estamos ante una producción pequeña con escenarios limitados. De hecho, la práctica totalidad de la acción del film se desarrolla en un solo escenario: la avioneta. Salvando las distancias, y por poner un ejemplo, la situación (que no la trama) es muy similar a la planteada por Alfred Hitchcock en La soga (1948). En la propuesta de Gibson, el limitado escenario es compartido por tres personajes que pasarán las de Caín. Y todo mientras uno de ellos intenta salirse con la suya.

Lo cierto es que con tan poco material como el que acabo de describir, Mel consigue defender el film y entretenernos a lo largo de un muy ajustado metraje de 91 minutos (su película más corta). Naturalmente siempre deberíamos pedirle o exigirle lo máximo a un autor que nos ha dejado obras como ‘Bravehart’ (1995) o La pasión de Cristo (2004). Sin embargo, y dadas sus circunstancias actuales, creo que podemos darnos por satisfechos con esta modesta producción. Y ojo, que en lo positivo hay que destacar la cantidad de cosas y descubrimientos que tendrán lugar en la avioneta. Amén de varias confrontaciones físicas al límite, puñaladas, un par de tiros y, por supuesto, mucho riesgo aéreo. Así pues, Mel aprovecha prácticamente al máximo tan limitado escenario y personajes.

Lógicamente, la filmación no tuvo lugar en un avión en pleno vuelo… sino que se empleó una maqueta a tamaño real de una avioneta Cessna Grand Caravan construida a tal efecto. La misma sirvió de plató a los actores para que interactuaran entre ellos y fueran filmados por Gibson. Por su parte, las impresionantes montañas nevadas de Alaska se recrearon gracias a un escenario sonoro inmersivo conocido como Volume. Este “set” emplea paneles LED como fondo mientras se proyectan imágenes reales o generadas por ordenador. La magia de Mel Gibson como director es hacernos creer que toda esta ilusión está ocurriendo realmente en “vivo y en directo”.

El guión viene firmado por Jared Rosenberg en el que es su primer libreto para cines. Y, personalmente, lo calificaría como un libreto cumplidor. El juego realmente empieza una vez que los tres protagonistas suben a la avioneta. Así pues, y al igual que Gibson, Rosenberg juega con pocos elementos para intentar sorprender al espectador. Y la primera sorpresa tan sólo tarda unos 20 minutos en producirse. Más o menos ese es el tiempo en que se descubre la identidad real de uno de los tres pasajeros. A partir de ahí comienza una pesadilla aérea con otras sorpresas que el público no puede llegar a atisbar. No al menos cuando la tensión y el impacto de la trama llevan al espectador a estar totalmente pendiente de las peligrosas acciones del mentiroso de a bordo. Estamos pues ante un buen guión que te mantiene entretenido todo el tiempo.

Naturalmente un “guión aéreo” como este tiene un peaje a pagar. Y ese no es otro que los cientos de tópicos que presentan este tipo de películas de “aviones y aeropuertos”. Tópicos y clichés replicados desde los años 70 en adelante y que fueron genialmente retratados en ‘Aterriza como puedas’ (Jim Abrahams, 1980). Por consiguiente, en ‘Amenaza en el aire’, volveremos a presenciar las típicas comunicaciones con la torre de control, las también típicas lecciones de última hora para aprender a pilotar/volar y más… Este es el mayor lastre que le veo a la trama y que lleva al espectador curtido por senderos ya conocidos y muy pero que muy transitados.

Por otro lado, y pese a que el tráiler es muy “destripador”, no voy a ahondar más en la trama. Y no lo haré so pena de arruinarle más sorpresas al respetable. Eso sí, para ser un film dirigido por un hombre de tan marcada ideología política como Mel Gibson, sorprende que aceptara dirigir un libreto tan liberal y progresista como es el de Rosenberg en determinados e importantes elementos.

Antes he comentado que tan sólo hay tres protagonistas principales y esto es así. Naturalmente hay otros intérpretes, pero sólo intervienen oralmente por la radio de la avioneta. El nombre de Mark Wahlberg es el que te vende la película a nivel de casting y póster. En esta ocasión encarna al piloto, Daryl. La interpretación de Marky presenta una doble cara pocas veces visitada en su filmografía. Por un lado interpreta a un “enrollado” piloto al que le gusta mucho la “cháchara”. Y, por otra banda, tiene arranques muy violentos e inesperados. En verdad, resulta bastante “refrescante” ver a Wahlberg alejado de sus roles habituales. Además completa su performance con un corte de pelo ridículo que convierte al chico guapo de toda la vida en un “garrulo”.

Otro que también sorprende con su actuación es Topher Grace como Winston, el contable que tiene que declarar contra la mafia. En este rol nos ofrece una interpretación “débil y amanerada” (“tirillas” le llama Daryl) que hace que el público empatice con su situación y quiera que a su personaje no le pase nada malo. Por último tenemos a Michelle Dockery como la federal Madolyn, una agente del FBI recuperada de los despachos para la acción en campo abierto. Su actuación es la más fría del trío protagonista. Tiene buenos momentos con Wahlberg pero, globalmente, su papel es el menos agradecido porque le ha tocado un rol de federal seria que quiere cumplir a rajatabla con su misión.

“Parece un avión de juguete” (Winston)

En conclusión.
Finalizo esta crítica de Amenaza en el aire, una película de acción claustrofóbica con la que Mel Gibson nos entretiene, divierte y asusta. Y estas sensaciones son las mismas que a él le produjo la lectura del guión y los motivos por los que quiso trasladarlo a cines. Estamos pues ante un film sencillo y sin pretensiones con el que Gibson ha cumplido su objetivo principal para la ocasión: entretener.

Tráiler de Amenaza en el aire

Escucha nuestro podcast