Skyfall
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De nuevo en acción el espía por antonomasia, James Bond. En esta ocasión, una nueva misión lo llevará hasta rincones de su alma nunca antes explorados. Acción frenética, grandes personajes, una ambientación de alto standing y una fecha insigne (la del cincuenta aniversario del estreno del primer film de la saga) son las grandes bazas de esta entrega del personaje creado por Ian Fleming. Bienvenidos a… ‘Skyfall’.

Crítica de Skyfall

En 1962 se presentaba a las audiencias de todo el globo James Bond bajo el título ‘Agente 007 contra el Dr. No’. En 2012, y para conmemorar las bodas de oro, nos llegó ‘Skyfall’. El camino de vuelta a la gran pantalla para tan insigne fecha no fue nada fácil. En 2010, una grave crisis amenazó con cerrar para siempre una compañía tan legendaria como Metro Goldwyn Mayer. Finalmente pudo mantenerse a flote y aliarse con Sony y Eon. Así fue como pudo dar luz verde al proyecto. Desde que fue anunciada, como Bond 23, siempre estuvieron en mente dos nombres claves para ser las nuevas y grandes bazas del film: Sam Mendes y Javier Bardem.

La llegada de Mendes a la dirección fue idea de Daniel Craig, quien ya había colaborado con él en ‘Camino a la perdición’ (´2002). El mismo Daniel Craig lo contaba así: “Cuando empezamos a hablarlo sentí una conexión con alguien que tenía el mismo entusiasmo y respeto que sentía yo hacía las películas de Bond. Y, por supuesto, respeto profundamente a Sam como director. Le dije: “Esto va a ser una nueva experiencia para ti. Te lo digo yo, porque he hecho dos y fue una experiencia novedosa para mí. No hay nada que te pueda preparar del todo”.

Por su parte, Sam Mendes se encargó de alabar a su actor protagonista y de agradecer la amplia libertad creativa con la que contó: “Me han dado muchísima libertad. Nunca me he sentido cohibido ni limitado por el género ni la franquicia. En parte gracias a Daniel y Judi Dench, ya que los conocía muy bien a los dos. Francamente, me encantaría contar con ellos en cualquier película que tuviera el placer de dirigir. Pero parte de ese entusiasmo también se debe a la forma en la que los productores acogían nuevas ideas sobre Bond y M y la franquicia en general”.

En primera instancia, el primer libreto de la película fue escrito por Peter Morgan. Después de varias revisiones sólo quedó el nombre y la idea principal, siendo retocado y firmado finalmente por el dúo Neal Purvis y Robert Wade (‘El mundo nunca es suficiente’, ‘Muere otro día’) con la ayuda de John Logan (‘Un domingo cualquiera’).

El presupuesto del film no fue confirmado por los productores jefes de la saga, Barbara Broccoli y Michael G. Wilson, pero osciló entre los 150 y los 200 millones de $. El propio Michael G. Wilson se encargó de poner el listón por las nubes con las siguientes declaraciones: “Es nuestro cincuenta aniversario, y la vigésima tercera película, así que hay más presión que nunca para hacer la mejor película Bond de todos los tiempos. Contamos con un reparto extraordinario, un equipo técnico increíblemente dotado y un guión cargado de emoción”. Barbara Broccoli añadía: “Queríamos indagar en la relación entre Bond y M, porque supone la relación más significativa que tiene él en su vida. M es la única persona que representa la autoridad para Bond. Contamos con dos actores extraordinarios y pensamos: ¡vayamos hasta el final! Funcionó de maravilla. Es una historia muy emotiva”.

Su rodaje, como es costumbre en los largometrajes de 007, tuvo lugar durante 133 días en varios puntos del mundo. Entre ellos: Turquía, China, Londres, Escocia y, por supuesto, en los estudios Pinewood.

Para bien o para mal, los films de Bond siempre han sido fieles reflejos de las modas cinematográficas que se viven en los años en que son gestadas y estrenadas. ‘Skyfall’ es una clara muestra de ello. Os puedo decir que la vigésimo tercera entrega del espía con licencia para matar es un acercamiento a los thrillers épicos impuestos por Christopher Nolan y compañía. Al mismo tiempo, también es una mirada al pasado, a sus inicios: los de Sean Connery y las novelas de Ian Fleming.

Sam Mendes hizo oídos sordos al estilo impreso en las dos entregas precedentes con Daniel Craig como 007 para tomar su propio camino. Aquí tenemos una trama con una importante retahíla de personajes en liza, unas secuencias de acción más enfocadas al realismo que de costumbre y unas actuaciones muy por encima de lo esperable. Esto último gracias a su excelso reparto de intérpretes.

Esta entrega deja atrás la apuesta por la brusquedad visual de la acción de Marc Foster y más aún la ecuación de Martin Campbell de aunar festividad con seriedad. Sam Mendes opta por un tempo premeditadamente invariable de los acontecimientos. Un acercamiento al thriller en favor del actioner de altos vuelos. ‘Skyfall’ hace gala de la acción como si se tratara del pulso de un atleta de larga distancia: constante y bajo férreo control. La acción no se ve como un salto al vacío del argumento, sino que se muestra como resultado colateral de la narración. Una apuesta que sale ganadora gracias al buen trabajo de guión con tres personajes principales (Bond, Silva y «M») diametralmente opuestos y en clara colisión.

Teniendo en cuenta lo anterior, ‘Skyfall’ es uno de los Bonds más adultos y menos festivos que se recuerden. No obstante, no por ello resulta un 007 aburrido, ya que tiene sus buenas set pieces de acción marca de la casa. Por ejemplo: atención al comienzo del film en Turquía que culmina con Bond cayendo al agua herido… para renglón seguido empezar a sonar los acordes del tema principal de Adele con unos títulos de créditos lúgubres e hipnotizantes.

Habrá fans de 007 que jurarán en arameo, sobre todo, los que se vanaglorian de venerar los tiempos de Roger Moore como estrella de la función. Pero los que hayan seguido de cerca los últimos títulos de la saga, y sean conscientes de que, para bien o para mal, los tiempos cambian para todos, incluso si eres JAMES BOND, disfrutarán de un largometraje que sabe como mezclar sin agitar: nostalgia y actualidad, pasado y presente.

Por supuesto, los viajes alrededor del globo siguen muy presentes. Así las cosas, dan como resultado unas cuantas escenas e imágenes para el recuerdo: el combate entre sombras y luces de multicolores en Shanghái, la visita a Macao, ese indescriptible primer encuentro de Bond con Silva en una ciudad en ruinas y, por encima de todo, su nostálgico clímax. Un final que es una vuelta total al pasado de 007, con varios y sentidos homenaje a Sean Connery incluidos.

En cuanto al reparto, Daniel Craig ha dotado de un salvajismo interior y de una furia exterior a Bond que hace años era impensable. En este film, ya totalmente asentado y aceptado dentro de la franquicia, explota con total acierto todo lo que en los dos anteriores se gestaba: la aceptación mental y moral de 007 como asesino al servicio del imperio británico. La amenaza a la que debe de hacer frente ahora no apunta directamente a su cabeza. Ese ángel de la muerte llamado Raoul Silva ha dibujado una diana en el corazón de otro personaje. Su objetivo, además de sembrar la anarquía desde dentro del MI6, es dejar huérfano de «madre» a Bond.

Javier Bardem es un actor que cuando da vida al villano de la función siempre da en el clavo. Digamos que es de los pocos intérpretes capaces de dirigir toda la atención del público a su figura cuando hace acto de aparición. Muy consciente de ello, explota con sumo acierto esa capacidad suya. Su presentación a la audiencia no podría ser más inenarrable y su personaje, en manos de un intérprete menos hábil, hubiese caído en el más grande de los ridículos. Sin embargo, Bardem ya está curtido en mil batallas y transforma la sorna y el patetismo que sus pintas intuyen en un intenso miedo a lo inesperado, a su próximo paso, a su principal meta vital.

Judi Dench abandona los despachos y pasa a la acción, cuando el pasado y los pecados de su personaje regresan de las sombras. Su «M» está en el punto de mira y ni siquiera sus superiores confían ya en sus capacidades. Por ello, le ofrecen un forzado retiro voluntario. Una salida honorable… pero ella no está por la labor: “a la mierda la honorabilidad, me iré cuando termine el trabajo”. Dench es una de las grandes damas del cine británico y los productores y guionistas de la saga, muy conscientes de ello, le han dado cada vez mejores diálogos y un arco mayor a su personaje. Un personaje que en ‘Skyfall’ vive su punto álgido.

El joven Ben Whishaw tiene a su cargo la difícil misión de crear a un nuevo «Q», el encargado de surtir a James Bond de todo lo que necesite para sus misiones. Eso sí, atrás quedaron los tiempos de los bolígrafos explosivos. Este joven «Q» apuesta por lo práctico: una pistola y un dispositivo de radio capaz de transmitir la posición exacta de quien lo active.

Ralph Fiennes interpreta a Gareth Mallory, jefe directo de «M» y director del comité de Inteligencia y Seguridad del Gobierno Británico. Además, en su juventud, fue un militar de alto rango que se jugó la vida por su país. Su hostilidad hacia los métodos de «M» y a la valía de Bond serán notables. Naomie Harris da vida a Eve M., una joven agente de campo que acaba siendo relegada a tareas de despacho tras el fracaso de la misión en Turquía. Y, finalmente, todo un mito viviente del cine británico, Albert Finney, hace una genial aparición especial como Kincade, un anciano que conoce a Bond desde su niñez. Este personaje tendrá un papel fundamental durante el clímax final de la cinta.

En resumidas cuentas.
Finalizo ya esta crítica de Skyfall, una mirada interna a los protagonistas y a sus demonios personales. Una mirada que hace que cuando llega el turno de los tiroteos y las explosiones estás cobren un realismo mayor. No se engañen, ‘Skyfall’ es una de Bond con Bond de protagonista. No es un thriller de pensar, pero eso no quita para que sus personajes sean mucho más que clichés. ¿Hay secuencias espectaculares? Sí, y dos en especial realmente notables… pero también hay personajes de carne y hueso que huyen de la caricatura vista en otras entregas del personaje.

Curiosidades.
-James Bond tiene 85 ejemplares del traje de Tom Ford que lleva en la secuencia inicial.
-En la película, la casa de «M» es el antiguo hogar del legendario compositor de las películas Bond, John Barry. Los realizadores pensaron que sería un bonito homenaje al compositor, quien falleció en 2011.
-Esta fue la sexta película Bond en la que apareció el Aston Martin DB5. Se dejó ver por primera vez en ‘James Bond contra Goldfinger’, y más tarde en ‘Operación Trueno’, ‘GoldenEye’, ‘El mañana nunca muere’ y ‘007: Casino Royale’.
-La pistola del personaje Patrice, la GLOCK 18, lleva 100 balas de munición y dispara 20 balas por segundo.

Tráiler de Skyfall

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