Recuerda
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En 1944 Alfred Hitchcock regresaba a Estados Unidos para retomar su carrera en Hollywood. Basándose en el libro ‘La casa del Dr. Edwardes’ emprendió la que sería su película más onírica contando con la inestimable colaboración de otro maestro de los sueños, Salvador Dalí. Juntos dieron forma a ‘Recuerda’. 

«Las mujeres son las mejores psicoanalistas hasta que se enamoran. Después son las mejores pacientes” (Dr. Brulov)

Crítica de Recuerda

Alfred Hitchcock abordó en muchas de sus películas los conceptos del sueño y la ilusión. Ejemplos palpables los podemos encontrar en títulos como Encadenados(1946) o ‘Vértigo’ (1958), que no son otra cosa que auténticos sueños filmados. Por ello es lógico que en una película de Hitchcock que versa sobre el mundo del psicoanálisis esperemos encontrar una historia delirante y alocada. Sorprendentemente no es así, sino que una vez más Hitchcock propone la historia de la caza del hombre con retazos de pseudopsicoanálisis de fondo. No obstante, la idea inicial era distinta. Basándose en la novela de Francis Beeding, Hitchcock quería proponer la historia de un loco que acababa tomando el control de una casa de locos.

Para escribir el guión se eligió a Ben Hecht, un hombre muy interesado en el psicoanálisis. Su libreto, aunque interesante y bien trabajado, se nos antoja demasiado razonable para lo que podíamos esperar de una historia como esta. Es decir, contiene muchos diálogos y carece de ese toque fantasioso que podemos encontrar en otras películas del director británico. El motivo no es casual, sino que según el propio Hitchcock tuvieron miedo de la irrealidad que rodea al psicoanálisis. Esto último les llevó a tratar las peripecias de John Ballantyne desde un prisma mucho más lógico.

No obstante lo anterior, es muy importante resaltar la visión que tenía Hitchcock de los sueños y cómo quería rodarlos. Por aquel entonces las secuencias oníricas en el cine solían ser borrosas, con cierto movimiento irreal e incluso rodeadas de neblina. Su idea era diametralmente opuesta y pasaba por mostrar los sueños de Ballantyne en imágenes nítidas y muy visuales. Por ello solicitó a Selznick, que controlaba mucho todas sus producciones, que consiguiera la colaboración de Salvador Dalí, un artista por entonces de talla internacional. Dalí era considerado como el maestro del Surrealismo y ya tenía experiencia previa en el mundo del cine.

El trabajo de Dalí ayudó considerablemente a plasmar lo que Hitchcock tenía en mente. Sus obras, caracterizadas por un uso muy particular de la perspectiva y la luz, se pueden apreciar en cada secuencia onírica que contemplamos. Un ejemplo lo tenemos cuando Ballantyne desciende a toda prisa por un plano inclinado huyendo de una perturbadora sombra. Obviamente, el genio creativo de Dalí estaba algo limitado dentro del estudio y había convencido a Hitchcock de lo interesante que sería rodar las secuencias en espacios abiertos. Pero el coste que implicaba no fue aprobado por Selznick, que en el fondo veía la participación de Dalí como un simple ardid publicitario.

Por supuesto también es obligatorio destacar la labor compositiva de Miklos Rozsa. Recordemos que, con los temas que acompañan a algunas de las más bellas escenas, consiguió el Oscar por este film. Especialmente hermoso es el tema lírico que suena mientras Constance sube la escalera del sanatorio para dirigirse a la habitación de Ballantyne, si bien los violines que suenan en el momento del beso resultaron horribles según el propio Hitchcock.

Hitchcock contó con un buen plantel para esta película. La productora puso a su disposición a Ingrid Bergman que ya había dado el salto al estrellato. Aquí interpreta a la Doctora Constance. Y para interpretar a John Ballantyne se contrató a un joven y prometedor Gregory Peck. La verdad es que Ingrid Bergman siempre fue una actriz extraordinaria que se amoldaba a la perfección a lo que Hitchcock buscaba. Gregory Peck, por el contrario, carecía de la mirada o emoción necesarias para encarnar al pobre Ballantyne. Sin embargo, la pareja protagoniza algunos momentos realmente bellos, como la escena donde se besan por primera vez y que precede a una maravillosa secuencia de apertura de puertas. Todo un simbolismo que nos dice que el personaje de la Bergman ha superado sus miedos e inhibiciones.

Quizás otro actor que cabe destacar es Michael Chekhov que da vida al doctor Brulov. Se trata de un personaje interesante pero a la vez algo intranscendente. De hecho, la parte de la trama que se centra en la visita de la pareja al viejo doctor es algo floja. No obstante, es allí cuando, a través de los sueños de Ballantyne, se van desgranando las pistas que nos llevarán a dar con la solución al rompecabezas y el por qué de su misterioso pasado. Obviamente Hitchcock aprovecha esta parte del metraje para recurrir a elementos muy repetidos en sus películas. El ejemplo más claro de esto que comento es la escena donde Ballantyne baja al salón con una navaja en la mano y se encuentra al doctor ofreciéndole un vaso de leche.

Conclusión.
Concluyo esta crítica de Recuerda, un film en el que la mayor parte de lo que quería hacer Hitchcock con Dalí sufrió la tijera de la productora, que no quería demasiados gastos. En general tenemos una historia que se basa más en la investigación que en el propio psicoanálisis. Es decir, los entresijos de la mente deberían haber sido el centro de todo pero, en realidad, son un pretexto para presentarnos la caza de un presunto asesino. Francamente, esperaba más de una película onírica como esta pero no quisiera dar a entender que no merece la pena ser vista. Al contrario, es una película cautivadora, bien realizada y con los suficientes aciertos como para disfrutar de ella plenamente.

Tráiler de Recuerda

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