Quo Vadis
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En otros artículos ya hemos hablado del «cine de romanos» o “peplum”. Quizás la película que más fácilmente identificamos con este género sea ‘Ben Hur’ (William Wyler, 1959). Pero en esta ocasión vamos a centrarnos en otra que, pese a guardar un evidente parecido con la que protagonizara Charlton Heston, difiere tanto en la forma como en el contenido. ‘Quo Vadis’ centra la acción en los tiempos en que Nerón gobernaba Roma caprichosamente. Unos años oscuros marcados por el misterioso incendio de la Ciudad Eterna y la persecución implacable de los cristianos.

«No basta con saber vivir, hay que saber morir» (Petronio)

Crítica de Quo Vadis

Como decía al inicio de este artículo, una de las cosas que más llaman la atención de esta película es el parecido que guarda con Ben Hur’, una superproducción que se rodaría ocho años más tarde y que, al contrario que ésta, arrasaría en los Oscar. Ambas películas narran una historia de redención. En este caso la de un soldado romano que acaba enamorándose de una cristiana proscrita. Tanto la estética como el estilo narrativo son poderosamente similares en ambas cintas. No obstante, en esta ocasión no hay venganza de por medio, sino una lucha frente a la adversidad y una trama de intrigas palaciegas.

La película está basada en hechos históricos y, principalmente, en la novela homónima del escritor polaco Henryk Sienkiewicz. La pregunta en latín que da titulo al film está tomada de los textos apócrifos de los Hechos de Pedro’. Según esos textos, durante su precipitada huida de Roma para escapar de la persecución, al apóstol se le apareció Jesús que se dirigía a la ciudad. Él le preguntó «Quo vadis, Domine?». Es decir, «¿Adónde vas, Señor?». A lo que Jesús contestó: «A Roma, la ciudad que tu abandonas para hacerme crucificar de nuevo». Y ese fue el motivo que le llevaría a afrontar su destino.

Aunque es un dato desconocido por gran parte del público, esta película ya contaba con una precursora. En efecto, en 1932 el genial Cecil B. DeMille rodaba El signo de la cruz’ con un elenco de estrellas del momento. Entre esas estrellas estaban: Claudette Colbert, Charles Laughton y Fredic March. En la película que hoy nos ocupa hay notables mejoras respecto a la original que contribuyen a elevarla por encima. Estamos ante una mejora en gran parte debido al trabajo de un equipo de guionistas que otorga una mayor relevancia a la conversión de Marco Vinicio y que dibuja a personajes como el de Popea y Nerón con una mayor verosimilitud histórica.

El nombre del director Mervyn LeRoy siempre fue sinónimo de buena factura. Algo fácilmente comprobable viendo otras películas suyas como ‘Mujercitas’ (1949) o ‘La mala semilla’ (1956). En general podemos decir que las distintas secuencias que dan forma a ‘Quo Vadis’ están rodadas con mano firme y, sobre todo, con un tempo narrativo acompasado. De hecho, hay escenas magníficas. Por ejemplo: las del Coliseo con esa lucha contra el toro protagonizada por el gigantón Ursus o el incendio de Roma, absolutamente majestuoso.

Los decorados son bastante resultones. Digamos que el término «cartón piedra» adquiere gran significado en este film, y es que no hay que olvidar que era el año 1951. Una de las principales preocupaciones de los estudios era que no se disparara el presupuesto, y para eso contaron con la ventaja de rodar en los populares estudios Cinecittà de Roma. Gracias a eso se pudo contratar a miles de extras y se lograron construir unos espléndidos decorados exteriores donde rodar las escenas. Pero el tiempo no pasa en balde y, actualmente, la sensación de acartonamiento es bastante palpable en la película, llegando a puntos casi cómicos en escenas como las de los leones devorando cristianos. Sin duda otro elemento destacable es la banda sonora compuesta por Miklós Rózsa, un genio de la música que trabajaría en muchas de las siguientes superproducciones dejando su sello inconfundible.

El eje central de la trama gira principalmente alrededor de los personajes interpretados por Robert Taylor y Peter Ustinov. Por una parte, el comandante romano que debe enfrentarse a su deber como soldado para proteger a la mujer que ama. Y, por la otra, un emperador maníaco y egocéntrico que amenaza con destruir todo lo que le rodea. Aunque a caballo pasado es fácil opinar, creo que la elección de Robert Taylor para el papel no fue del todo acertada. A mi siempre me pareció «simplemente» un actor resultón, guaperas y con un punto de chulería. Pero al contrario que actores como Charlton Heston o Anthony Quinn carecía de la prestancia necesaria para encarnar un papel como este.

En el caso de Peter Ustinov ocurre justo lo contrario. Ustinov dibuja un Nerón extravagante e inolvidable que navega entre la parodia y la sobreactuación. Podría decirse que incluso llega a despertar nuestra simpatía y compasión cuando le llega la hora. Seguramente habrá quien se pregunte si el verdadero Nerón era como lo describen aquí, y la respuesta es que no lo sabemos. Lo único cierto es que historiadores contemporáneos como Tacito o Suetonio no lo dejan demasiado bien parado. También es verdad que fue un tirano amante de la cultura que se rodeó de excesos, pero separar mito y realidad resulta casi imposible.

El papel de Ligia recayó sobre una bellísima Deborah Kerr. Por entonces ya había sido contratada por los estudios MGM y, en años siguientes, protagonizaría inolvidables películas. Por el camino se quedaron nombres como Elizabeth Taylor (que finalmente haría de extra) o Audrey Hepburn que por entonces era una desconocida. La elección de Deborah Kerr fue todo un acierto. La actriz consiguió dotar a Ligia de esa mezcla de aristocracia e ingenuidad que requería el papel, pese a resentirse de cierta superficialidad.

Una mención especial para dos de los secundarios. Primero para Leo Genn que da vida a un Petronio virtuoso y contrario a los vicios desbocados de Nerón, deparándonos un final a la par que cómico y punzante. Y segundo para Patricia Laffan, que interpreta a Popea, la manipuladora mujer de Nerón. Tengamos en cuenta que Popea fue quien convenció a Nerón para que matara a su propia madre llegando a controlar al emperador hasta sus últimos momentos. Era una mujer de moral disipada, ambiciosa y sumamente cruel. Justo lo que sentimos cuando vemos el trabajo de Patricia Laffan. Como anécdota diré que en realidad tuvo una muerte menos digna que la que pueda ofrecerse en esta película: murió de una patada propinada por el propio Nerón.

Otro elemento que no puede pasarnos por alto es el aspecto propagandístico de este tipo de superproducciones. Recordemos que a finales de la década de los cuarenta la «caza de brujas» orquestada por el senador McCarthy ya había comenzado, a la busca y captura de sospechosos de simpatizar con el comunismo. ‘Quo Vadis’ no fue ajena a estas circunstancias. Si observamos atentamente nos daremos cuenta que se intenta evidenciar un fino paralelismo entre la Roma de Nerón y la Rusia estalinista. Los filósofos que sirven a Nerón ocultan algunos de los elementos ideológicos característicos de la propaganda soviética en sus diálogos. Y el propio Nerón, una criatura demente y autodestructiva, es fácilmente identificable con Stalin. Todo pues al servicio del espectáculo, pero también de la política.

No quisiera acabar sin advertir que el nivel de rigor histórico de esta producción es discutible. No me refiero sólo a la figura de Nerón o a lo que se nos relata, sino que unos hechos que tuvieron lugar a lo largo de varios años se despachan como si todo hubiera sucedido en pocos días. También hay licencias que se han tomado por motivos puramente contextuales, por ejemplo el hecho de que veamos diversas cruces cristianas de madera a lo largo de la película, cuando en realidad este símbolo no se adoptó hasta 400 años más tarde. Otras interpretaciones son cuanto menos discutibles, como la famosa estampa de Nerón tocando la lira mientras arde Roma… algo que no pudo ocurrir jamás porque en ese momento estaba de vacaciones en su ciudad natal. De hecho, no son pocos los expertos que aseguran que él no quemó la ciudad.

Conclusión.
Termino esta crítica de Quo Vadis, un film nacido para conseguir captar de nuevo a un público que acababa de descubrir la televisión. Un presupuesto generoso y la presencia de grandes estrellas del momento, unido a una historia épica y colosal, eran un poderoso atractivo al que nadie se resistía. Así nacía el cine más espectacular y películas como esta son, sin duda, recomendables aún a día de hoy. Y más si cuentan con historias conmovedoras como esta que hay que disfrutar aunque sea una vez en la vida.

Tráiler de Quo Vadis

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