La noche es nuestra
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Recuperemos los 80. Ese parece ser el lema que han tomado por bandera una serie de directores de primer nivel en Hollywood, entre  ellos James Gray, firme heredero de artesanos de primera como William Friedkin, Sydney Lumet o John Mctiernan. Esta fue su tercera película y con ella dio una nueva vuelta de tuerca a su temática favorita: las relaciones paterno filiales envueltas en el siempre excitante mundo del cine negro. Bienvenidos a… ‘La noche es nuestra’.

«Es mejor que te juzguen doce a que te carguen seis»

La Noche es Nuestra

Crítica de La noche es nuestra

‘La noche es nuestra’ son casi dos horas de buen cine, contando con unas cuantas set pieces de acción plenas de suspense y tensión (ver la magistral persecución en coche filmada en modo subjetivo) y un grandioso clímax final. Todo para un homenaje nostálgico y genial al cine negro francés de los 40 y 50 con gotas del mejor policíaco made in Hollywood, incluyendo referencias a series míticas (‘Policías de NY’) y a las obras anteriores del director.

Lejos de copiar, James Gray innova dentro de las trilladas tramas de policías y traficantes, y logra que no sea tan importante la historia que se cuenta sino la forma en cómo se cuenta, dando sorpresas al espectador más puesto en el género que, absorto por las imágenes, se deja llevar de la mano al mundo escrito y creado por el director. Un James Gray que se ha convertido en un director fijo a seguir, que sabe que lo revolucionario se olvida rápido y que no hay mejor forma de hacer cine que tal y como se hacía en los viejos (y buenos) tiempos, esto es, dotando a sus imágenes de vida más allá de efectos especiales innecesarios y de mareantes movimientos de cámara que pretenden dar ritmo a lo que carece de él. Y es que la mejor forma de sorprender es volver la vista atrás. Si quieres hacer que tu película se convierta en un clásico tendrás que hacerlo al modo antiguo.

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Resulta chocante que Hollywood, en su cansina manía de reinventarse para no morir, acabe volviendo a épocas pasadas (y géneros dados por muertos) que ellos mismos enterraron en pos del más difícil todavía. Porque pase que cada año tengamos la ración correspondiente de naves espaciales, niños salvando al mundo con ayuda de sus bicicletas, superhéroes o robots luchando entre sí en nuestro amado (y cada vez más irreconocible) planeta Tierra… pero ello no quita para que cintas de calidad como esta pasen desapercibidas y sean ignoradas por el público, condenándolas al olvido y, de paso, condenándonos a nosotros mismos a la repetición de clichés que ya cansan (ver al moñas de su instituto salvar el planeta, llenarse de fama y quedarse con la chica).

Será por ello que, a pesar de su innegable talento y sus recuperables obras predecesoras, ‘Cuestión de sangre’ (1994) y ‘La otra cara del crimen’ (2000), James Gray sólo haya podido realizar seis films en todos sus años de carrera (muchos menos de los que él y nosotros queríamos que fueran). Porque ser un autor tiene estas cosas, que no contarás con grandes presupuestos, que tendrás que currarte tú mismo tu fama y que levantar tu obra te llevará sangre, sudor y lágrimas. No extraña, por esos mismos motivos, ver a los dos protagonistas de este film, Mark Wahlberg y Joaquín Phoenix, en la producción (aprovechando su caché para asegurar el proyecto).

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Tampoco extraña que Gray repita aquí, más o menos, la premisa argumental de sus anteriores largometrajes: las relaciones entre hermanos, los antagonismos familiares y la importancia de la lealtad a los valores. Todo ello envuelto en el mundo del hampa. Como él mismo dice «La mafia ofrece una perspectiva dramática básica fantástica, porque es el equivalente moderno de las obras de Shakespeare». Dada su condición de autor, cuando Gray habla de cine y de cómo quería que se viera el New York que retrata en ‘La noche es nuestra’ es tremendamente explícito: «Mi director de fotografía y yo tomamos la decisión de que queríamos crear un largometraje que se viera como si hubiese sido una película de hace treinta años que ha sido descubierta y restaurada para su estreno«. Sobra decir que Gray logra su objetivo ofreciendo al espectador más nostálgico un film con claras reminiscencias de obras como ‘Chinatown’ (Roman Polanski, 1974), ‘French Connection’ (William Friedkin, 1971) o ‘Vivir y morir en los Ángeles’ (William Friedkin, 1985).

En el reparto grandes protagonistas con mención especial para Joaquín Phoenix (ver su revelador cara a cara con Alex Veadov en la cafetería) y Robert Duvall (poco bueno se puede decir de este secundario de lujo que no se haya dicho ya). Que la calificación para menores de 13 años no os asuste ya que la cinta no escatima en sangre (se pueden ver varias cabezas reventadas en primer plano) ni tampoco en palabras malsonantes.

La Noche es Nuestra

En resumidas cuentas.
Finalizo esta crítica de La noche es nuestra, una cinta de primer nivel, con un guión excelentemente estructurado, diálogos de calidad (con algunas perlas siempre en la boca del incombustible Robert Duvall) y varias set pieces de acción dotadas de una tensión pocas veces vista en los últimos años. Un soplo de aire fresco para un género denostado (por haber caído en manos de incompetentes). Una delicia que deja un grato sabor de boca y ganas de echar la vista atrás en busca de más largometrajes de este tipo (para ello, nada mejor que las dos obras de James Gray que preceden a esta película).

Curiosidad.
-El título original, ‘We own the night’, era el lema de la policía de NY en los años 80.

Tráiler de La noche es nuestra

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