El Señor de los Anillos: Las dos torres
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Tras un año de espera, y habiéndonos dejado con el alma en vilo, Peter Jackson nos ofreció la continuación de la trilogía de ‘El señor de los Anillos’ Las críticas habían sido muy favorables con ‘La Comunidad del Anillo‘, y en la gala de los Premios de la Academia de 2002 fue nominada en trece categorías, llevándose la estatuilla en cuatro de ellas. ‘El Señor de los Anillos: Las dos torres’ conserva y mejora algunos de los logros alcanzados en la primera película, pero muestra flaquezas en otros aspectos. Aún así, nos encontramos de nuevo ante un pequeño prodigio cinematográfico. Otra gran muestra de épica y gloriosa aventura.

«No habrá amanecer para los hombres» (Saruman)

Crítica de El Señor de los Anillos: Las dos torres

Si algo se observa en ‘Las dos torres’ es que el trabajo realizado en la primera película no fue flor de un día. Peter Jackson sigue dirigiendo vigorosamente y con el mismo ritmo, el trabajo interpretativo es incluso más afinado y los efectos especiales siguen siendo impresionantes… aunque en ocasiones se convierten en un fin y no un medio. Al igual que ocurre con el libro, esta segunda película es más épica y oscura que la primera. Es evidente que se ha tratado de potenciar el entretenimiento mediante espectaculares luchas y batallas. No obstante, también sigue habiendo un lugar para la poesía y el lirismo que tanto predominan en la obra de Tolkien. Eso sí, los cambios o licencias respecto al libro son mayores e innecesarios en esta ocasión.

Resulta importante destacar que en esta película se produce una división en la línea argumental. Con fluidez y buen ritmo somos testigos de tres viajes paralelos que nunca llegan a juntarse. Por una banda el duro camino de Frodo y Sam hacia Mordor. Por otra la aventura de Merry y Pippin en el misterioso bosque de Fangorn. Y, finalmente, Aragorn, Legolas y Gimli internándose en las llanuras de Rohan en busca de aliados. Personalmente creo que la línea principal, la que atañe a Frodo y Sam, cojea en cierta medida volviéndose inconsistente y algo monótona. Si algo apuntala esa línea principal es la presencia de Gollum, cuya ambigüedad moral se lleva todo el protagonismo. Recreado digitalmente con gran realismo, y con la gestualidad de Andy Serkis, la criatura acapara el interés en la mayor parte del viaje e incluso consigue arrancarnos algunas risas.

«Ésta es ‘Dardo’, ya la has visto antes… ¿Me equivoco, Gollum? Suéltale o te corto el cuello!» (Frodo)

El viaje de Merry y Pippin también merece un breve comentario. Podríamos poner ciertas pegas al hecho de los dos hobbits se pasen la mayor parte del tiempo subidos a las ramas de un árbol, así como el hecho de que los diálogos con Barbol sean un tanto insípidos. Pero ese es el peaje que Jackson ha de pagar si quiere ser fiel al libro. La participación de Barbol, también creado digitalmente, se reduce sustancialmente respecto al libro. Por si fuera poco, tanto él como el resto de Ents parecen idiotas que no se enteran de nada. Por otro lado, la línea argumental que más se potencia es el viaje de Aragorn, Legolas y Gimli a las tierras de Rohan. Viaje que culmina con una épica batalla de 30 minutos que simplemente es espectacular.

Las interpretaciones siguen siendo correctísimas, algunas incluso mejor que en La Comunidad del Anillo’. Especial mención merecen Ian McKellen y Christopher Lee, que bordan sus papeles. También es cierto que nuevas incorporaciones como la de Bernard Hill (Rey Théoden) son simplemente magistrales. El resto de personajes siguen en la misma línea, algo lógico teniendo en cuenta que la trilogía se filmó de forma seguida e ininterrumpida durante un año. Esto es perfecto para que los actores puedan meterse bien en su papel. Además permite que puedan interpretar al personaje sin que podamos notar cambios de estilo.

Sí que quisiera comentar un aspecto que no me ha gustado un pelo. Como ya podíamos advertir en la primera película, los excesos del personaje que interpreta Orlando Bloom aumentan progresivamente. Tan es así que llega a cotas insospechadas cuanto más avanza la película. Quizás el momento más cutre sea cuando hace surf sobre un escudo en plena batalla del Abismo de Helm. Desgraciadamente, y repitiendo lo que dije al hablar del film precedente, este problema iría todavía a más en la tercera película. Lo que me pregunto es si estas tonterías eran cosa de Peter Jackson o pajaradas de Orlando Bloom.

«Soy Gandalf El Blanco, y en los albores de la tempestad vuelvo a vosotros» (Gandalf)

Hablemos ahora de uno de los principales fallos que se hace patente en esta segunda película. Es evidente que enchufarnos las tres películas de forma seguida no era una opción. Pero no hemos de olvidar que el público a quien va dirigida esta trilogía no tiene por que estar familiarizado con la obra de Tolkien. Peter Jackson da por supuestas demasiadas cosas… y, lamentablemente, no tiene porque ser así. Hubiera sido un acierto emplear al menos 5 minutos en resumir brevemente lo ocurrido en la primera película. Pero al no hacerlo impide que ‘Las dos torres’ pueda funcionar por sí sola. También hay una serie de puntos flacos a nivel estructural. Por ejemplo, podemos preguntarnos qué hace Éowyn durante la batalla del Abismo de Helm. Tampoco nos explican por qué los elfos abandonan Rivendel, algo que sólo podrá comprender quien esté familiarizado con la obra original.

Llegamos ahora a los cambios respecto al libro. A grosso modo, y sin extenderme demasiado, citemos algunos de los más flagrantes. En lo que respecta a Saruman, en el libro pretende traicionar tanto a los humanos como a Sauron, pero Jackson decide eliminar esa ambigüedad y convertirlo en un siervo fiel del señor oscuro, perdiendo parte del interés que tiene el personaje. Por otra parte se saca de la manga la posesión de Théoden a manos de Saruman, o a ese batallón de elfos que acuden al Abismo de Helm para ayudar a los sitiados. Y también se inventa los fantasmas que intentan ahogar a Frodo en la Ciénaga de los Muertos. Incluso le otorga a Arwen un protagonismo que no debería tener llegando a inventarse la supuesta muerte de Aragorn. Respetar la historia no habría costado nada y el resultado habría sido exactamente el mismo.

Finalmente, no podría acabar sin dedicar unas líneas a los exteriores y decorados del film. Las tomas aéreas de Nueva Zelanda son impresionantes, y el esfuerzo de producción para recrear Edoras sólo merece elogios. Decir que el Castillo Dorado se construyó exclusivamente para el rodaje en el monte Sunday. Se hizo con un fino trabajo de artesanía y ebanistería que duró ocho meses y cuidando hasta el más mínimo detalle. Desgraciadamente, al estar en un Parque Nacional, tuvo que ser desmontado al acabar el rodaje. También es destacable el exquisito diseño de vestuario que llevó a cabo el equipo de Weta Workshop, y que resultó bastante arduo al tener que equipar una buena cantidad de razas nuevas. Afortunadamente contaron con la inestimable ayuda de Alen Lee y John Howe, ilustradores de la obra original de Tolkien. Esto último se nota en cada detalle.

«¡Ha llegado la hora de empuñar juntos el acero! ¡Coraje, despierta! ¡Ahora, por ira, holocausto y rojo amanecer!» (Théoden)

Conclusión.
Concluyo ya esta crítica de El Señor de los Anillos: Las dos torres, como toda adaptación conlleva licencias… lo que pasa es que al contrario que cuando hablé de ‘La Comunidad del Anillo’, aquí se me hace difícil disculpar algunos de esos cambios porque muchos son gratuitos y obedecen a motivos que nada tienen que ver con el argumento. No obstante, seguimos encontrándonos ante una magnífica película que cuenta con la que probablemente sea la mejor batalla de la historia del cine. Eso, y el espléndido trabajo realizado por todo el equipo, hace que merezca mucho la pena. En definitiva, y echando pelillos a la mar, estamos ante una magnífica segunda parte de una excelsa trilogía.

Tráiler de El Señor de los Anillos: Las dos torres

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