- 1997 Rescate en New York
¿Por qué? Por el ambiente; la socarronería carpenteriana; el argumento, simple, directo, y preciso; por presentar a uno de los mejores protagonistas cinematográficos de todos los tiempos
- La Princesa Prometida
¿Por qué? Porque es un hermoso cuento de amor sin caer en lo ñoño, porque el elenco es completamente adorable, porque me gustaría ser ese niño feliz al que su abuelo le cuenta una historia, por la estremecedora música de Marc Knopfer.
- Qué bello es Vivir.
¿Por qué? Porque cada vez que la veo quiero ser mejor persona. El género humano necesita más obras como estas.
- Los Goonies
¿Por qué? Porque me recuerda días felices; porque es la película de aventuras que haría para mi hijo. Porque es el testimonio de un cine que no volverá,
-Amanece que no es Poco
¿Por qué? Porque aún me río al verla después de revisarla una y otra vez. Porque hay diálogos y situaciones que se clavan en el cerebro y, diez años después, de repente, te hacen reir; porque un hombre en la cama siempre es un hombre.
-Aterriza como puedas.
¿Por qué? Porque es la comedia destilada en un botellín de cerveza. Porque el tiempo no pasa por ella y nunca te decepciona cada vez que decides revisarla. Por ese Copiloto de Goma al que deberían haber nominado a un merecidísimo Oscar al Mejor Actor Secundario.
-La Cosa
¿Por qué? Posiblemente una de las películas más conseguidas de John Carpenter, lo que es decir mucho; porque todos y cada uno de los elementos que componen este filme son precisos y perfectos; por ese gran final.
- La Gran Evasión
¿Por qué? Porque las películas de cárceles curten el carácter, y esta es la mejor que existe. Punto. Ah, y por Steve.
- Terroríficamente Muertos.
¿Por qué? Por ser la mejor combinación terror-humor que he visto. Por Bruce Cambell, el injustamente olvidado dibujo animado humano; por ser condenadamente divertida y una obra de orfebrería hecha con ilusión y talento.
- Martyrs
¿Por qué? Ni yo mismo sé el porqué de la inclusión de esta barbaridad es la lista pero sí sé que me ha dejado una huella indeleble su visión y, a mi entender, la idiosincrasia definitoria de toda expresión artística es esa: dejar huella al espectador. A fe mía que Martyrs conmigo lo consiguió.