El rastreador
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Comentario de El rastreador de Jiro Taniguchi

Jiro Taniguchi es un autor que siempre ha sentido fascinación por la montaña, algo que ha trasladado a su obra en numerosas ocasiones. Quizás el mayor exponente de ello sean los cinco tomos que componen ‘La cumbre de los dioses’, pero en este caso se limita a mezclar hábilmente lo que sería un thriller con el alpinismo más ortodoxo. El rastreador de Jiro Taniguchi es una historia humana y bien narrada que seguro no dejará indiferente a nadie.

Valoración.
Cuando estuvimos repasando el manga Tierra de sueños ya dijimos que la obra de Taniguchi reúne conceptos tan distintos como el costumbrismo y el humanismo. Y esta obra que nos ocupa no es una excepción, si bien debemos añadir que a través de la trama conjuga con éxito dos entornos tan distintos como son la montaña y la ciudad. Tanto es así que en ocasiones llegamos a olvidar en cuál de ellos estamos, sobre todo cuando Shiga afronta la escalada de un enorme edificio. Quizás el mensaje sea que la montaña y la ciudad no son tan distintos como pensamos. A fin de cuentas para Taniguchi las altas cumbres del Himalaya o las cordilleras andinas no son otra cosa que una sutil metáfora de lo que es la vida, un camino de subida y bajada a través del cual perdemos unas cosas y descubrimos otras. Pero también un lugar desolado y peligroso donde el alpinista regresa una y otra vez, igual que nosotros regresamos a nuestros recuerdos, alegrías y frustraciones. En ese aspecto reside lo mejor de ‘El rastreador’.

Dicho esto, y a pesar de la admiración que siento por el trabajo de Taniguchi, no me queda más remedio que reconocer que ciertos puntos de esta obra son flojos o cuanto menos inconclusos. Por un lado tenemos un guión y una historia que son bastante previsibles, carecen de la frescura y la complejidad de otras obras suyas. Por otro lado, todo el proceso que lleva a Shiga a descubrir el paradero de Megumi es sumamente interesante, pero deja en el aire ciertas preguntas sin respuesta y la resolución de la trama nos sabe a poco. Todo esto deja la inequívoca conclusión de que a pesar de sus puntos fuertes estamos ante una obra menor de Taniguchi, alejada de títulos tan redondos como ‘El olmo del Cáucaso’ o ‘El almanaque de mi padre’.

En mi opinión una de las causas de que este manga carezca de la potencia narrativa y la magia de otros títulos es el cambio de estilo. No es que Taniguchi se traicione a si mismo pero el tono sosegado y casi místico que encontramos habitualmente en su obra deja paso a un ritmo más acelerado, acorde a lo que necesita un thriller. Quizás por eso los mejores momentos de ‘El rastreador’ surgen cuando el autor se detiene en las angustias y experiencias de los personajes. Es en ese punto cuando más se aleja del concepto comercial que subyace tras este título. Debemos tener presente que la obra de Taniguchi es más humanista que comercial, y me da la sensación de que alejarle de su territorio natural conlleva que ese estilo tan reconocible se desdibuje.

En el aspecto puramente gráfico no podemos poner ni una sola pega. El dibujo y entintado son tan limpios y detallados como nos tiene acostumbrados este autor. Y la verdad es que consigue plasmar un ambiente urbano opresivo y hostil que se contrapone a la tranquilidad de las montañas donde Shiga tiene su refugio. Esto no es casual sino que obedece a la idea de convertir la búsqueda de Megumi en el ascenso particular de Shiga. En cierta forma, y siguiendo con la metáfora de la que hablábamos al principio, Shiga emprende la búsqueda con la misma frialdad, paciencia y determinación con que el escalador afronta una pared vertical.

Conclusión.
Poco más puedo añadir a lo ya expuesto en la crítica de El rastreador. No hay duda de que estamos ante una obra menor de Jiro Taniguchi, una especie de experimento interesante pero al mismo tiempo inconcluso, donde el autor trata de moverse por unas aguas más comerciales de lo habitual en él. No obstante, sigue siendo un trabajo que merece la pena, tanto si somos seguidores de la obra de Taniguchi como si simplemente pretendemos disfrutar leyendo un buen manga. A fin de cuentas la búsqueda de Shiga bien podría ser la nuestra pero vista a través de otros ojos.

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