Sólo para sus ojos
Un ataque totalmente intencionado a un barco camuflado con un sistema clave de misiles pone en jaque la seguridad del imperio británico. Hasta el Mar Jónico es enviado el mejor hombre del MI6: Bond, James Bond. ¿La misión? encontrar los restos del barco y el mando de control con nombre en clave A.T.A.C. Para ello contará con la ayuda de Melina, una joven recientemente huérfana con sed de venganza y un gusto nada refinado por las ballestas. (Cineycine).
“¿Sabe usted lo que es nuestro sistema A.T.A.C.? Hace cinco días nuestro barco espía, el St. Georges, se hundió misteriosamente en el mar jónico. Iba equipado con el sistema A.T.A.C. Si ese transmisor cayera en manos enemigas nuestra flota de ‘Polaris’ quedaría sin efectividad. Se podría ordenar a nuestros submarinos que atacaran nuestras propias ciudades. Operación resaca. Toda la información está aquí”… Ya mismo nos ponemos manos a la obra ayudando al 007 porque esto es una misión: ‘Solo para sus ojos’.
“Los chinos tienen un dicho: Antes de pensar en una venganza… piensa en cavar dos tumbas” (James Bond)
Crítica de Sólo para sus ojos
En 1981 Bond regresaba con una nueva aventura tras la indescriptible ‘Moonraker’ (Lewis Gilbert, 1979). Y lo hacía de nuevo con Roger Moore como el espía que no necesita presentación. Moore contaba ya con 53 años cuando rodó ‘Sólo para sus ojos’. Aunque aún quedaba algo de tiempo para su retirada como agente al servicio de su majestad, los productores ya empezaban a tantear a posibles candidatos para que un nuevo agente entrara en liza. Parte de esas intenciones las podemos ver en la primera escena del 007 en pantalla. Me refiero a aquella en donde acude a visitar la tumba de su esposa, Teresa Bond (1943-1969), en donde reza el epitafio: “Tenemos todo el tiempo del mundo”. Se retrotraía así al espectador a la muy olvidada ‘007 Al servicio de su majestad’ (Peter R. Hunt, 1969), la única aportación de George Lazenby como James Bond.
Por algún motivo, los productores quisieron traer de nuevo intenciones de venganza contra ¿Blofeld? Algo de eso vemos en la inerrable primera set-piece del film. Una secuencia hecha con toda la intención de ridiculizar a un mítico villano de la saga del que ni siquiera tenían los derechos. Recordemos que, en aquellos años, los productores andaban en litigios con según que personajes e historias creadas por Ian Fleming. Esto dio pie en 1983 a tener a dos Bond luchando por ver quién era el más querido. Aunque esa es una historia de la que ya hablaremos cuando toque…
‘Sólo para sus ojos’ es un Bond menor, pero esto no quita para que sea un film entretenido. Hablamos de una cinta que apenas tiene tiempos muertos. La trama no daba para muchos giros de guión, así que todo se pone al servicio de la acción y las localizaciones en Italia, Grecia, Bahamas y Reino Unido. ‘For Your Eyes Only’ se estrenó oficialmente en EEUU el 26 de junio de 1981 y fue un éxito de taquilla. La película amasó, solo en Norteamérica, más de 54 millones manteniendo un presupuesto controlado de menos de 30. Todo muy lejos de la locura espacial y paródica de la ya citada ‘Moonraker’. El éxito del film sirvió para insuflar un poco de vida a la ya por aquel entonces sentenciada United Artists, a quien Michael Cimino estaba limpiando a costa de su magnum opus ‘La puerta del cielo’ (1981).
Visualmente el film sigue luciendo muy bien. Las secuencias de especialistas son todas realmente espectaculares y se ven reales y para nada de cara a la galería. Inclusive, algunas como la tremebunda persecución por la nieve se denota peligrosísima. Quizá el único “pero” es que sabemos que no es Moore ¡ni de lejos! quien hace ni una mínima parte de todas esas proezas… y cuando aparece su rostro lo hace en unos planos de retroproyección bastante cantosos. Toca dar un sobresaliente al equipo de especialistas en ese aspecto y un toque de atención claro a un ya talludito Moore. Imposible pasar por alto la música a cargo del único e inigualable Bill Conti. El maestro entrega una partitura muy evocadora y de su estilo con la canción que da título al film como eje principal.
Como apunte «exótico», y a nivel patrio, Bond se complace en hacer una visita a Madrid. Un Madrid claramente anclado en los años 60 con campesinos en plena recogida de la oliva o montados en burros, cortijos, un Citroën 2CV y una finca que parece Sodoma y Gomorra. En realidad, solo nos nombran y sitúan en el mapa… porque las escenas de Madrid fueron realmente grabadas en Italia.
En el casting conviene apuntar que Roger Moore es el amo y señor de la función. Prácticamente aparece en todas las escenas y, salvo el personaje de Melina interpretada por Carole Bouquet, el resto apenas salen con Moore más que una o dos veces para luego desaparecer incluso sin decir “adiós”. Apunte curioso en ese aspecto para Charles Dance en su debut como actor. Dance se deja ver en un rol de esbirro llamado Claus al que no dejan despedirse.
Los malos seguramente no sean los más recordados de la franquicia, pero sí que son cuanto menos curiosos. Para empezar tenemos que destacar a Michael Gothard como un asesino nombre en clave “La Paloma”. Este villano resulta de los más inquietantes y, por cierto, no tiene ni una sola línea de diálogo. También tenemos la muy cabreada y musculada presencia de John Wyman como Kriegler, una especie de “Tiburón” guaperas de la Alemania Oriental. El mando mayor de la villanía va a parar a manos de Julian Glover encarnando a Cristatos, un sujeto elegante y de refinados modales que, en realidad, es un jugador a doble banda. Un tipo que lleva largo tiempo enfrentado con Columbo al que da vida Topol recreando a un genial vividor que se pasa toda la película devorando pistachos.
Finalmente, apuntar la aparición de “La Condesa” a cargo de Cassandra Harris en un papel de trofeo para la colección de conquistas de Bond. La que no pasa a su lista de amantes es la insoportable Lynn-Holly Johnson. Esta última como una mimada aspirante a patinadora olímpica a la que el agente 007 echa de su cama y manda casi a jugar con las muñecas. Rol cargante y prescindible que tanto el espectador como Bond deben cargar a cuestas como una mochila llena de piedras.
En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Sólo para sus ojos, un Bond muy entretenido que quiso ponerse serio y prescindir de gadgets después del desparrame total que supuso ‘Moonraker’. Un film a ratos espectacular y a ratos autocontenido. Visualmente juega muy bien sus cartas y sus continuas set-pieces por tierra, mar y aire no dan respiro alguno. Menor, pero disfrutable.
Tráiler de Sólo para sus ojos
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