Secuestro infernal
Parker y Longbaugh son dos buscavidas que están al borde de sobrepasar el punto de no retorno que marca irremediablemente la vida de un hombre para bien o para mal. Ahora ambos deciden dar un paso adelante, planeando y ejecutando el secuestro de una madre de alquiler llamada Robin, una joven de clase baja que vive permanente bajo la supervisión de un grupo armado de guardaespaldas, ya que el bebé que lleva en su vientre ha sido encargado por un poderoso hombre de negocios llamado Hale Chidduck, un cacique de la construcción. Pronto se ve obligado a entrar en acción un veterano negociador: Joe Sarno, que buscará la solución más rápida para recuperar a la mujer y el bebé. Sarno es un maestro a la hora de adjudicar, y eso es lo que hará.
Existe un orden natural; el modo en que deben ser las cosas. Un orden que dice que los chicos buenos siempre ganan, que mueres cuando llega tu hora, o cuando te lo estabas buscando; que el final siempre es feliz, aunque sea para otro. Llegó un día en el que quedó claro que nuestro camino estaba marcado, y que no teníamos nada legal que hacer. Nuestras opciones se limitaban a pequeños delitos o a trabajos por el salario mínimo. Así que nos apartamos del buen camino, y fuimos a por la fortuna que nos estaba esperando. Bienvenidos a ‘Secuestro Infernal’.
Valoración (el sendero de las armas):
‘Secuestro Infernal’ (The Way of the Gun) supuso el esperado debut tras las cámaras de un guionista de prestigio como Christopher McQuarrie (‘Sospechosos Habituales’), y como suele pasar en estos casos no fue un camino fácil. El film tiene las virtudes que se le presupone a toda película guionizada por McQuarrie: excelentes diálogos y situaciones de acción brillantes se llevan la palma en ese aspecto… y también los defectos que una ópera prima de un tipo que no está familiarizado con la dirección: ritmo inconstante y una excesiva dependencia del personaje de Robin (Juliette Lewis), que viene a ser el que humanice los actos de todos los demás personajes que entran y salen del film.
El libreto se sustenta en varios factores determinantes de la vida humana, llevándose la palma dos: el nacimiento y el ocaso de la vida. De un lado, tenemos el personaje de Robin, una joven de pocas luces que acepta dar al bebé que lleva en su vientre a una poderosa familia, pero que con el tiempo empieza a darse cuenta de su error. Y por el otro, el camino descendiente hacia la oscuridad que emprenden muchos de sus protagonistas: Parker y Longbaugh, cruzando definitivamente el límite que separa los pequeños de los grandes delitos, y los veteranos tipos duros Abner (Geoffrey Lewis) y Sarno (James Caan), que se auto-describen como supervivientes en el mundo del hampa, pero que llevan tras de sí una interminable lista de pecados que los han marcado irremediablemente.
También toca temas delicados como son las relaciones padres/hijos, y la posibilidad de solventar los errores pasados, y cerrar viejas heridas, que se ven representados en el nacimiento del bebé de Robin… o en el egoísmo personal en busca del beneficio propio que representan el dúo de guardaespaldas Jeffers y Obecks (Taye Diggs & Nicky Katt) o la joven esposa de Chidduck, Francesca (Kristin Lehman).
Todos estas temáticas, profundamente serias, y tratadas con un tono áspero y real, vienen a ser aligeradas por pequeños toques de humor introducidos a conciencia por McQuarrie para recordarnos de vez en cuando que estamos ante una cinta que nos quiere dejar pensando en ella tras su fundido negro final, pero también busca entretenernos y ser un producto comercial y vendible al espectador.
De esta forma ‘Secuestro Infernal’ acaba transformándose por todo lo expuesto anteriormente en una mescolanza de géneros, que van desde el drama a la road-movie de colegas y que en el fondo acaba siendo un western moderno, digno del mejor discípulo de Sam Peckinpah o de un Walter Hill en plena forma. McQuarrie, fabrica con mano maestra en muchos momentos, un descarnado descenso al infierno, con un crescendo narrativo potente que culmina en un enfrentamiento final en mitad del desierto mexicano sencillamente memorable, plagado de uno de los mejores tiroteos del cine reciente, que como digo poco tienen que envidiar a los creados en sus míticos westerns por Peckinpah y su homólogo moderno, Hill.
Otro punto fuerte de ‘Secuestro Infernal’ es su elenco de actores elegidos de forma perfecta, cada uno mimetizado en el rol que le es asignado. Ryan Phillippe (actor con cara de guaperas al que finalmente se le negó el estrellato, a pesar de sus numerosos intentos por desencasillarse de su fama de chico guapo prototipo americano) es Parker, y es imposible pensar en otro actor que lo hubiese hecho mejor en su posición. Benicio Del Toro, logra como en ‘Sospechosos Habituales’ otra de sus interpretaciones sorprendentes, fuera de lo común, en un rol excelentemente escrito, un tipo curtido en el manejo de las armas, y en situaciones límites, que va un paso por delante del de su compañero al saber dejar de lado las emociones y mantenerse frío hasta en los instantes más difíciles. La dupla de bodyguards a las que dan vida Taye Diggs y Nicky Katt, representan en pantalla a la perfección esa pose imponente y calculadora, que acaban perdiendo por su avaricia y falta de honor. Incluso una actriz tan dada a lo insoportable como Juliette Lewis raya a buen nivel. Pero si hay dos actores que se comen la pantalla en cada minuto que aparecen son dos viejos lobos como James Caan y Geoffrey Lewis (padre de Juliette en la vida real). Estos dos veteranos, cuya filmografía abarca un sinfín de grandes títulos, están aquí a un nivel altísimo y saboreando unas líneas de diálogo y escenas que solo son capaces de crear los grandes guionistas cuando están motivados, como es el caso de Chris McQuarrie.
No hay más que ver las sendas apariciones en pantalla de Caan y Lewis, el primero; entrando con una pose robótica de viejohechomierda en la sala de interrogatorios donde están Jeffers y Owens, y dejando a los dos con la sensación de que ese dinosaurio puede acabar con ellos sin pestañear. Más tarde le toca el turno a Lewis, eterno actor de carácter, que hace acto de aparición, cuando está a punto de suicidarse metiendo en una funda de almohada seis revólveres idénticos, de los que solo uno está cargado con una bala, momento absolutamente genial, y que es frenado por la oportuna llamada de Sarno (Caan). Solo el visionado de semejantes momentos ya vale la pena. El resto de escenas en las que se lucen, quedarán a mi discreción, para no entrar en graves destripes. Lo dicho, ambos dan lo mejor de sí mismos en este film.
Tampoco puedo obviar, el apartado musical, que acompaña con una fanfarria a base de tambores y sonidos que recuerdan inevitablemente al western clásico americano y desprenden aroma del desierto las acciones de los personajes.
En resumidas cuentas:
Con ‘Secuestro infernal’ estamos ante una cinta a recuperar, sobre todo después de ‘Jack Reacher’, que se situará con total seguridad al otro lado del espectro. McQuarrie aquí muestra detalles de director con hechuras de cineasta de la vieja escuela regalando diálogos y situaciones notables, que son envueltas en tiroteos absolutamente memorables de un estilo crudo y tremendamente real. Una pieza ineludible para todo buen amante del cine de los dos maestros antes citados, y de los films que apuestan por no dar todo mascado al espectador.
El plano: Dos. El del inicio antes de los primeros créditos, y el del final. El mismo plano picado de los protagonistas, en distintos puntos de su existencia.
La escena: La huida de Parker y Longbaugh con Robin por los callejones, donde son asediados por Jeffers y Owens.
La secuencia: El irrefrenable tiroteo en el burdel mexicano. Brutal.
Frases memorables:
-Yo no creo, ni supongo, ni teorizo, simplemente observo. Y lo que observo es un fallo monumental sobre lo que era una protección rutinaria. Según he oído, dos jodidos paletos se han cargado a parte de vuestro equipo, escapándose a plena luz del día, dejándoos con las manos vacías. (Sarno).
–Hay algo que debe aprender sobre este negocio: Lo único seguro respecto a un viejo es que es un superviviente. (Sarno).
–No vas a conseguirlo chico… Un disparo es accidental, tres: un tiroteo (Sarno).
–Soy el matón. Alguien que te despertará una noche, dentro de un año, o dos. Únicamente verás una almohada en la cara y sentirás un disparo… Hasta ese día (Sarno).
—Dime. ¿Eres el cerebro de la operación? (Sarno).
—Sinceramente no hace falta mucho cerebro para esta operación (Longbaugh).
–Sigue así y te arrancaré las uñas, luego te dejaré un tiempo para que recapacites. Más tarde volveré, y te pincharé los ojos, hagas lo que hagas después de eso, te echaré gasolina en las heridas para evitar que te desmayes. Resumiendo amigo; voy a preguntártelo una vez más, y no voy a volver a hacerlo: ¿Dónde han llevado a la chica? (Parker).
–Siempre hay queso en una trampa para ratones (Longbaugh).
–Un plan sólo es una lista de cosas que no suceden (Parker).
–Si morimos, morimos sólos (Longbaugh).
–¿Qué le dirás a Dios ahora? (Longbaugh)
No queremos tu perdón, no pondremos ninguna excusa, no te culpamos aunque seas cómplice, pero no aceptaremos tu orden natural. No hemos venido a por la absolución, no hemos pedido ser redimidos, pero no es así como es cada maldita vez. Vuestras oraciones son siempre respondidas, dentro del orden aceptado por la mayoría. (Parker).
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