Razas de noche

Aaron Boone es un joven con problemas psicológicos que está atormentado por monstruosas pesadillas sobre un lugar llamado Midian. Paralelamente a su tormento se están cometiendo una serie de brutales asesinatos. Analizando los mismos, el doctor Decker, psiquiatra de Aaron, llega a la conclusión de que su paciente es el asesino y le recomienda entregarse a la policía. (Cineycine).
Se dice que Midian es un santuario dónde te perdonarán todos los pecados si eres digno. Un lugar en el que la muerte no es el final sino el principio de una nueva vida. Allí habitan las ‘Razas de noche’ y sólo tienen un mandamiento principal: “Lo que está abajo permanece abajo. Esa es la ley”
“Midian no existe. Los monstruos no existen” (Aaron Boone)
Crítica de Razas de noche
En 1987, el escritor Clive Barker pegó un auténtico pelotazo dentro del cine de género al escribir y dirigir ‘Hellraiser: Los que traen el Infierno’. Así fue como, 3 años después, volvió a repetir tareas con ‘Razas de noche’. La película, al igual que la anterior, también estaba basada en su propia obra. En este caso adaptaba ‘Cabal: La raza de noche’, una novela que vio la luz en 1988. Estando Baker detrás de las cámaras, y escribiendo el libreto, la película sigue lo expuesto en su propio libro. Eso sí, las discrepancias con el estudio pronto surgieron debido a la peculiar personalidad del autor. La consecuencia directa de esto fue el corte de muchas escenas que no fueron del gusto de Morgan Creek Productions y 20th Century Fox. Varias décadas después, en 2014, se editó una versión ‘Director’s Cut’ que no he tenido la suerte de ver.
Teniendo en cuenta lo anterior, los comentarios aquí expuestos se refieren exclusivamente a la versión estrenada en cines. Precisamente esta versión fue la que vi en su época y la que he recuperado a la hora de escribir esta reseña. Y, pese a las “amputaciones”, bien puedo decir que ‘Razas de noche’ sigue siendo un film disfrutable, trabajado y que ha soportado notablemente el paso del tiempo. Su título de “película de culto” lo tiene bien ganado y conservado. Además recuerdo que, pese a no ser un film de éxito inmediato, cuando se estrenó dio lugar a un cierto legado. Un legado en forma de sus correspondientes juegos para los ordenadores de la época. Incluso llegó a editarse una serie limitada de cómics basados en el film y publicados en España por fórum. Estamos pues ante una película hoy un poco olvidada pero que logró trascender.
La trama va tan directa al meollo de la cuestión que en menos de media hora ya tenemos la primera gran sorpresa que afecta al protagonista. A partir de ahí ya no se detiene culminando en un clímax de unos 20 minutos puramente ochentero. En el mismo encontraremos explosiones por un tubo, criaturas muy variopintas, muertes, sangre, la típica pelea con el jefe final,… ¡de todo! Al margen de la “pirotecnia”, todo el guión gira en torno a encontrar un lugar fantástico conocido como Midian. Ese lugar es el motivo de las pesadillas del protagonista y ansía llegar hasta allí. Hablamos de una zona mencionada en la mismísima Biblia y que Barker convierte aquí en un refugio para una galería inenarrable de monstruos.
Precisamente el citar a los monstruos nos lleva al gran tema o a la gran cuestión del guión y del propio film. Y este no es otro que el miedo al diferente. Los monstruos de Barker, pese a su horrible aspecto, son realmente los buenos y marginados de la historia. En cambio, los hombres (o naturales) son retratados como auténticos fascistas (sheriff), sádicos (doctor) y paletos (los ayudantes y pueblerinos). Básicamente volvemos a encontrarnos con una gran masa enloquecida que quiere arrasar con lo que no conoce o comprende con la excusa del miedo y de unos crímenes anónimos. Por supuesto, y dada la personalidad de Barker, también podemos encontrar en el argumento ciertas referencias bíblicas y semejanzas con el mundo gay.
La trama o historia básica del film queda bien expuesta. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de las motivaciones y los perfiles de algunos personajes. Muchos quedan como incompletos o no ahondando lo suficiente en ellos. Sin duda, esto debió motivarse por los cortes de edición apuntados al inicio de esta review. Y es que, a todas luces, una mitología tan rica como la que expone Clive Barker daba para mucho más que para solo 102 minutos de metraje.
Dejando al margen la trama, el gran aliciente para ver el film son sus monstruos o “razas de noche”. Y, en este sentido, la película no decepciona sino todo lo contrario. Baker nos regala una colección inenarrable e indescriptible de criaturas que viven ocultas con sus propias leyes y al margen de la sociedad. No creo que nadie quede decepcionado con la cantidad y calidad de los “monstruos” exhibidos en pantalla (atención porque hay uno con cierto parecido al mismísimo Tarantino). Y todos ellos con diferentes poderes y, según el caso, debilidades… Todos estos seres de la noche fueron realizados por Image Animation de forma artesanal mediante prótesis, disfraces, maquillaje, animatrónicos y miniaturas. Y ojo porque el trabajo realizado en estos campos es realmente top. Afirmo esto último porque incluso actualmente todas las criaturas exhibidas siguen luciendo francamente bien.
Por otro lado, atención con la banda sonora porque la misma está firmada por Danny Elfman. Por aquel entonces, el compositor californiano ya tenía bien ganada su fama habiendo puesto sus partituras a grandes éxitos de Tim Burton como ‘Batman’ (1989) o ‘Bitelchús’ (1988). En ‘Razas de noche’ su música se deja sentir en positivo. Elfman hace un gran trabajo y contribuye a dar más empaque importante a la propuesta.
Vamos ahora con el casting y con su protagonista principal: Craig Sheffer. Sin duda, este film fue su gran oportunidad y le dio cierto brillo a principios de los 90 para caer luego en el olvido comercial. Aquí interpreta con bastante solvencia a Aaron Boone. Sobre todo destaca por el aire de joven rebelde que tan de moda estaba en aquellos años. Ayuda a su performance, y mucho, su bien elegido vestuario con chupa de cuero, camiseta de manga corta blanca y vaqueros. Su interés romántico va para Anne Bobby como Lori. De ella podemos decir que este papel también fue su cenit. Su actuación destaca por el coraje y valentía que le otorga a su personaje no rindiéndose nunca, apoyando siempre a su chico y no dejándose amendretar por nada ni nadie.
En el bando de los villanos ojo al papel del director David Cronenberg como el Dr. Philip, un psiquiatra que también quiere encontrar Midian y que se cree, a la vez, “un salvador y la muerte”. Sus motivaciones de odio y búsqueda de Midian no quedan del todo claras… quizás por los cortes de edición anteriormente mencionados. Al respecto de su papel, Cronenberg se desembuelve bien delante de la cámara con un tono imperturbable y mostrando dos caras. En su aspecto exterior parece una mezcla de Eric Roberts y James Woods. En el lado de los malos también está Charles Haid que hace una interpretación totalmente malencarada del Capitán Eigerman. El objetivo del actor es ponernos en contra de su fascistoide personaje y lo consigue por completo. Y en terreno de nadie queda Hugh Quarshie como el Detective Joyce siempre engañado por Philip.
Y ya por último, y entre los seres que componen el bizarro universo de las razas de noche, podemos encontrar a gente como Doug Bradley o Hugh Ross. El primero aparece camuflado bajo el maquillaje del veterano líder de las razas. Y el segundo como un hombre enloquecido y con un humor cuestionable que cumple su objetivo de adentrarse en el submundo de Midian.
“¡Sálvame de mis enemigos!” (Cabal)
En conclusión.
Termino esta crítica de Razas de noche, quizás la última joya dentro de la filmografía como director de Clive Barker. Además es de esas cintas que, pese a sus cortes de edición, mejora con cada nuevo visionado. Imprescindible de ver si eres un gran amante de los mundos y monstruos bizarros acompañados de un mensaje con cierta potencia.
Tráiler de Razas de noche
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