Open Water
Comparte con tus amigos










Enviar

Chris Kentis presenta una historia real de supervivencia en mar abierto. Parecía increíble que algo así pudiera pasar pero sucedió… y Thomas y Eileen Lonergan supieron porque al mar algunos lo llaman “el infierno azul”. Bienvenidos a… ‘Open Water’.

“¿Alguien ha visto algún tiburón?” (Susan)

open-water-aleta

Crítica de Open Water

Estamos ante la segunda de las tres películas que, hasta ahora, ha dirigido Chris Kentis. Hablamos de un director nacido en NY que se apoyó para escribir y dirigir ‘Open Water’ en una inaudita historia real: la del olvido y abandono en alta mar del matrimonio formado por Thomas Joseph Lonergan y Eileen Cassidy Lonergan. Ambos desaparecieron mientras practicaban buceo en el mar del Coral, en Australia. Esto sucedió a principios del año 1998. Puede que el hecho de olvidarse en el mar a dos personas que están practicando submarinismo con un equipo de gente nos pueda resultar algo increíble… pero el caso es que, al parecer, sucedió así.

Kentis dirige la película en modo “realista”, es decir, con un estilo de esos “documental”, casi de “cámara en mano”. El film queda claramente dividido en dos segmentos: el primero de presentación de los personajes con el inicio de la excursión. Y el segundo, y más amplio, con el terrible abandono de la pareja en pleno mar abierto. En la filmación, Kentis abusa claramente de los primeros planos, de los planos medios y de los de detalle en “la primera parte”. Posteriormente, en la excursión submarina, pasa a ofrecer algunas escenas de submarinismo y planos generales. A través de los mismos podemos ver la situación de total desesperanza del matrimonio abandonados a su suerte en un mar que se torna infinito. A resaltar que Kentis tan sólo manejó un pírrico presupuesto de 130000 $ para dirigir esta película que posteriormente fue comprada por Lionsgate.

open-water-pareja

De la trama poco hay que contar. Esta es una historia de supervivencia sencillísima al máximo. Simplemente se trata de reflejar los diferentes estados de ánimo por los que pasaría la pareja protagonista: de la incredulidad y esperanza iniciales, al miedo, la rabia e incluso a la culpa… Todo ello flotando en el mar gracias a sus equipos de submarinismo y tratando de hacer gestos de auxilio a los pocos barcos que se pueden ver en un horizonte muy lejano.

Al respecto de los tiburones pasa lo mismo que con la trama. También hay poco que comentar en este aspecto. Los llamados “narices nadadoras” salen muy poco. Sabemos que están ahí por lo que se dice y por alguna aleta que se va viendo… advirtiendo que estos depredadores marinos ya están merodeando esperando “su momento”. Sólo hacia el final se les va viendo más (tamaño medio tirando a pequeño, no esperéis nada semejante a “Jaws”) e incluso algunos tienen sacudidas entre ellos a la hora de decidir quién hace el primer movimiento. Como curiosidad, los escualos que podemos ver en el film son reales, nada de efectos ni animatrónicos. Eso sí, eran tiburones de arrecife amaestrados. Por su parte, los actores estuvieron siempre bien protegidos por el equipo de seguridad de la producción y además llevaban trajes especiales.

La banda sonora la pone el neozelandés Graeme Revell, un compositor que es bien conocido por haber compuesto las músicas de los films de Riddick. En esta ocasión encontré bastante desafortunadas algunas “canciones y/o tarareos” que intentan otorgar a la película un cierto aire de misticismo que entiendo no le hace falta.

open-water-tiburon

Finalmente, y en lo relativo a las actuaciones, destacar a la pareja protagonista: Blanchard Ryan y Daniel Travis. En lo que es el ya referido “primer segmento” del film, la interpretación de ambos deja que desear… Ahora bien, su trabajo sube muchos enteros cuando quedan olvidados por el equipo de buceo. Ahí sí que se lucen, especialmente Daniel Travis, porque a Blanchard Ryan se la nota un tanto “falsilla” en algunas escenas. Lo que es innegable es el esfuerzo que ambos hicieron para la película llegando a pasar más de 120 horas en el agua.

A destacar que ‘Open Water’ conoció una secuela de producción alemana estrenada en 2006 con el título español de ‘A la deriva’ (Open Water 2: Adrift). En ese film no repitieron ni el director y guionista, Chris Kentis, ni tampoco Blanchard Ryan ni Daniel Travis.

“Prométeme que aguantarás” (Susan)

open-water-aguantar

En conclusión.
Finalizo ya esta breve crítica de Open Water, una cinta que se puede ver casi en cualquier momento gracias a su corta duración de 79 minutos y que no pretende ir más allá de contar cómo pudo haberse producido un increíble e inaudito suceso real. Ahora bien, entiendo que, una vez vista, pierde muchísimos enteros de cara a un posible segundo visionado. Algo que también puede suceder si se conoce todo lo sucedido en la historia real…

Tráiler de Open Water

Escucha nuestro podcast