Melodía de seducción
Frank Keller es un buen hombre y un buen policía. Pero fracasó estrepitosamente en la mayor empresa de su vida: ser un buen marido. Abocado a conllevar su divorcio como puede, comienza a investigar el caso de una supuesta asesina en serie que finiquita a sus amantes empuñando un revolver acompañado del sonido de la canción “Sea of Love”. Cuando empieza a sumergirse en el caso, Frank conoce a Helen como parte de las sospechosas. Ella podría ser el amor de su vida o también de su muerte. (Cineycine).
“Ven conmigo, mi amor. Ven al mar. Al mar del amor. Allí te amaré. En el mar. El mar del amor. Acuérdate mi amor, cuando nos conocimos. Ese día supe que serías mía. Allí te amaré… en el mar. El mar del amor. Allí te amaré, en el mar del amor”. Al Pacino y Ellen Barkin se enamoran y hacen el amor peligrosamente en ‘Melodía de seducción’.
“Lo siento, no eres mi tipo. Siempre he creído en la atracción animal. Y creo en el amor a primera vista. Creo en eso. Y contigo no lo siento. No es nada personal” (Helen)
Crítica de Melodía de seducción
Tras el doloroso fracaso de ‘Revolución’ (Hugh Hudson, 1985), Al Pacino quedó tremendamente hundido por las severas críticas. Y, como consecuencia, se retiró del cine casi un lustro. Durante ese tiempo, el grandioso interprete, además de rechazar un sinfín de proyectos de postín, cargó con su personal descenso a los infiernos del alcohol. La bebida terminó por acabar de romper su ya de por sí intermitente relación con Diane Keaton. Fue precisamente por hacer caso a uno de los últimos avisos de Keaton, que Al terminó por superar dichos demonios personales. Pacino se vio lo suficientemente preparado para dejar el teatro, donde había estado refugiado, y volvió a dar el salto al cine.
Para regresar a la gran pantalla contó con Harold Becker. En un principio, ambos estuvieron a punto de trabajar juntos en ‘Johnny el Guapo’ (1989). Pero esa película terminaría haciéndose con Walter Hill y Mickey Rourke. Casualmente, en el reparto de la misma también estaba Ellen Barkin. La actriz terminaría junto a Pacino y Becker a bordo del film que hoy nos ocupa: ‘Melodía de seducción’. Eso sí, Becker heredó la silla de director después de que Gregory Hoblit abandonara la producción por discrepancias con el productor y agente de Pacino, Marty Bregman. Con la entrada de Becker, la producción se alargó porque las escenas ya filmadas en Toronto no lucían lo suficientemente neoyorquinas. Así pues, el rodaje llevó cinco meses en lugar de los tres previstos. Finalmente, el estreno americano tuvo lugar el 15 de septiembre de 1989, siendo bien recibido por crítica y público.
‘Melodía de seducción’ es un thriller criminal con un inevitable aroma ochentero. Un film que tuvo sus raíces en el ejemplar serial policiaco que fue ‘Canción triste de Hill Street’ (1981-1985). Si hay que enclavarla dentro de un género, este sería el policíaco… aunque nunca abandona el retrato de personajes solitarios. En este aspecto, el film expone un tremebundo choque entre la que, posiblemente, es la ciudad más transitada del mundo (Nueva York) y, al mismo tiempo, la más solitaria. Millones de personas patean sus aceras sin pararse siquiera a mirarse unos a otros.
El libreto es obra de Richard Price. Precisamente fue su tratamiento de personajes y lugares lo que llamó la atención de Pacino. Es innegable que el guión es ejemplar en su tratamiento. Así vemos como transita entre la cruda realidad, un humor bien sazonado que se crea desde la camaradería entre policías, un drama incluso doloroso sobre personas solitarias con el corazón roto y una magnífica atmósfera en la siempre electrizante NY.
Por su parte, la música que acompaña a las imágenes viene firmada por Trevor Jones. Estamos ante todo un amante de los instrumentos de viento. El compositor remata el devenir de la trama, y la cada vez más asfixiante noche de neoyorquina, con unos sensitivos toques de saxofón. Amén de la posteriormente patentada “Sea of Love” como música para hacer el amor obra de Sade.
En el reparto del film sobresalen una buena serie de intérpretes. Por supuesto, Al Pacino regresa, en gran parte, al tipo de actuación que lo elevó en los años setenta como uno de los mejores actores del panorama hollywoodiense. Un actor que, literalmente, vivía sus personajes. Su Frank Keller es una modélica creación con Pacino luciendo muy cómodo. Lo extraño es que, a pesar de las buenas críticas y de la más que notable aceptación comercial, en los años siguientes, Al pareció huir de este tipo de personajes vividos para abrazar a otros que claramente iban en marchas aceleradas.
Ellen Barkin es Helen, la coprotagonista. Barkin se presenta totalmente icónica como una especie de loba nocturna. Toda una mujer explosiva y visceral, con un instinto animal que la lleva a comerse, literalmente, a Pacino en determinados momentos. Eso sí, ojo a la diatriba de su personaje cuando debe de luchar contra su parte frágil dejando entrever la mujer herida y solitaria que es.
John Goodman (Sherman) se dio a conocer al gran público de manera masiva con su excelsa, vivaz y carismática performance de un orondo y locuaz policía de perfil bajo. Un agente dispuesto a cooperar para lograr un gran caso. Enorme química la que se gesta entre su personaje y el de Pacino. Su labor aquí logró llamar tanto la atención que, en un sinfín de posteriores guiones policiacos, se añadió siempre el personaje patentado por Goodman de gordo-simpático compañero del protagonista de turno.
Otros intérpretes destacados que se dejan ver por la cinta son el siempre interesante Richard Jenkins (Gruber) como otro agente de la ley de la misma comisaria donde trabaja Frank. Además de ser su compañero, fue el hombre que le robó a su mujer. También podemos ver a una no acreditada Lorreaine Bracco como Denise. Además son dignos de mención John Spencer como el duro superior de Frank. Samuel L. Jackson tiene una fugaz aparición en la redada de los New Yorkers. Y, finalmente, Michael Rooker es un empleado de una empresa instaladora de cable que pone a la policía en alerta sobre un sospechoso.
“¡El que tenía que detenerla se jodía a la asesina! ¡Es una broma! Ni siquiera llegaría al juicio. ¿Comprendes?” (Frank)
En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Melodía de seducción, un ejemplar thriller policíaco claramente esclavo de su época en lo bueno y en lo malo. Presenta una buena serie de interesantes novedades a un género ya de por sí trillado. Sobresale por su ambientación sensacional en Nueva York dándole el carácter de protagonista de la historia al mismo nivel que un magnífico Al Pacino, la genial labor de John Goodman y la atrapante sensualidad de una notabilísima Ellen Barkin.
Tráiler de Melodía de seducción
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