Matar a Santa
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“¡Ya basta! Jonathan Miller. Maldito crío. Lo siento hijo, pero tengo mis limitaciones. No podía cambiarte de padres. No eres el primero ¿Crees que me dieron este trabajo sólo por estar gordo, hijo?”… Mel Gibson se resiste a perder su “influencia” por muy mal dadas que vengan. A los mitos se les respeta y si pensaban que sería fácil acabar con la Navidad y ‘Matar a Santa’… ¡que lo vuelvan a pensar!

“Tienes trabajo y creo que te va gustar. Lo vas a disfrutar mucho. Tienes que matar a Santa Claus. Sé que a ti también te falló” (Billy)

Crítica de Matar a Santa

‘Fatman’ ya está disponible en España bajo el título de ‘Matar a Santa’. Estamos ante otro film fruto del contrato que Mel Gibson firmó con Saban Films, estudio del que ya había estrenado previamente ‘Las fuerzas de la naturaleza’ (Michael Polish, 2019) en VOD. Toca ver si este proyecto mejora al anterior o si definitivamente podemos decir que, tras su resurrección, tanto Mel Gibson como Sylvester Stallone han tenido que “vender” su alma al diablo del DTV. Parece que Clint Eastwood solo hay uno y, actualmente, a las “viejas glorias” no se las respeta como debiera.

‘Matar a Santa’ es un vehículo que funciona por el interés que despierta ver a Mel Gibson como un Papa Noel cansado y al borde del alcoholismo. Un “gordo” que no sólo debe lidiar con la felicidad y el afecto que despierta en el mundo entero, sino también con la ira y venganza de los niños que no pudo salvar de los abusos de otros. Como bien dice en un determinado momento “hasta SANTA CLAUS tiene sus limitaciones”. Gordo o Chris es su nombre. En toda la película casi no se hace ninguna mención directa a Santa Claus ni a Papa Noel. Esto último no sé si por querer vender ese tono de gamberrada o simplemente por cuestión de licencias.

Para entrar en el juego de este film uno debe estar preparado para aceptar ciertas fantasías. Entre ellas, la de la logística que debe tener en cuenta ver a Santa viviendo junto al común de los mortales, o dejando al ejército campar a sus anchas por sus instalaciones secretas con elfos y demás artilugios. Pero dejemos de lado agujeros argumentales más que evidentes y centrémonos en la propuesta…

‘Matar a Santa’ viene firmada por los hermanos Nelms, Ian & Eshom. Antes de este film habían repetido tareas de dirección y guión en ‘Small Town Crime’ (2017), también distribuida por Saban Films. Su trabajo tras las cámaras pocas pegas tiene para el material y medios con los que han dispuesto. Lo que vemos en pantalla no luce para nada barato, y eso a pesar de que la película en general no tiene más de tres o cuatro localizaciones. A destacar su nada censurado uso de la violencia y que visualmente la cinta poco o nada achacable tiene.

Del libreto sí que se podrían decir algunas cosas… Es cierto que puede funcionar como divertimento o idea loca/curiosa. Sin embargo, y más allá del esbozo, hay algunas lagunas importantes que no se resuelven por pereza o por falta de medios/tiempo que dedican a subtramas totalmente de relleno. Entre estas últimas está el contrato con Defensa para luego tener carnaza fácil en el clímax. Amén de otras que no desvelaré, so pena de spoiler.

Si tuviéramos que enclavar la cinta en uno o varios géneros, o subgéneros, la podríamos más bien en el de comedia negra que en el de vehículo de acción. No obstante, como comedia conviene aclarar que sabe pisar el freno. De esta forma no llega a ser una macarrada al nivel de ‘Bad Santa’ (Terry Zwigoff, 2003). Al mismo tiempo, como film exploitation, estamos ante uno que bien pudo haber parido la Cannon en su momento. Me refiero a una película a la mayor gloria de Chuck Norris o Charles Bronson. Sin duda, ese habría sido su lugar en los estantes de videoclub de los años ochenta.

A nivel de reparto, Mel Gibson es el que lleva el peso y la gran estrella de la función. A base de carisma y presencia saca adelante su rol de viejo y cansado, aunque no tan gordo, Santa. Curiosa dupla haría con Kurt Russell y su Papa Noel paralelo de Netflix, mucho más familiar y reconocible.

Walton Goggins es una especie de liquidador y recaudador de regalos de Papa Noel que obtiene de otros niños. Su museo de regalos es comparable al odio que desprende por Santa por motivos que nunca se explican. Este personaje es una caricatura andante que Goggins nunca se molesta en disimular. Acaba siendo contratado por un niño que disfruta siendo malo, dándonos a entender que lo hace por estar desatendido, al que da vida Chance Hurstfield. Hubiese sido curioso explicar cómo se conocieron semejantes “personajes”.

Para el final queda la sentida interpretación de la conciencia del film a cargo de Marianne Jean-Baptiste como Ruth, la esposa de Chris y su surtidora de galletas oficial. No voy a entrar en la interracialidad de la pareja que forman. Y no entro porque aquí se da una visión personal, fantasiosa y bastante despreocupada del mito. Ya puestos al tema compremos aquello del “todo” o casi todo vale.

“Este gordo no piensa quitarte el ojo de encima” (Chris)

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Matar a Santa, una cinta que funciona más como curiosidad y variación algo macarra del mito que como una película en sí misma. Quitando la idea de un asesino contratado para matar a Santa, y sus propios motivos y demonios personales, todo se revela como una forzada unión de escenas para rellenar metraje hasta el esperado duelo final.

Tráiler de Matar a Santa

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