Los viajeros de la noche
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El sub-género vampírico siempre ha dado mucho juego cinematográficamente hablando. Y en los años ochenta vivió una especie de resurgir gracias a la serie B y a la aparición del fenómeno del videoclub. En sus estantes vieron la luz cintas altamente curiosas que, al mismo tiempo, eran las primeras obras de sus directores. Esto dio lugar a una manera de presentarse ante la audiencia en un género conocido y agradecido para el público… Es tiempo de salir de caza. Sí no eres de los suyos, más te vale rezar para que salga la luz porque ellos son… ‘Los viajeros de la noche’.

“Es hora de pagar a los músicos” (Jesse Hooker)

Crítica de Los viajeros de la noche

En 1987, debutaba en solitario en la dirección Kathryn Bigelow. Y lo hacía después de haber firmado conjuntamente ‘The Loveless’ (1981) al lado de Monty Montgomery. Con el tiempo, Bigelow se convertiría en la única directora de acción reconocida; con permiso de Mimi Leder. Posteriormente alcanzaría la cima al ser la única mujer ganadora de dos Oscars por su trabajo tras las cámaras en el drama bélicoEn tierra hostil (2013). Película esta última que acabaría lanzando la carrera de Jeremy Renner.

Bigelow logró la dirección de ‘Los viajeros de la noche’ tras convencer al productor del film de su propia valía como futura realizadora. Recordemos que se estableció una prueba de una semana de filmación. En la misma, el productor se reservó el derecho de prescindir de ella si no le convencían los copiones diarios. El mismísimo James Cameron, su esposo a posteriori, daría la cara por ella.

‘Los viajeros de la noche’ fue una producción tirando a modesta con cinco millones de dólares de presupuesto. Estamos ante una interesante variación de western y road-movie con vampiros haciendo las veces de forajidos. Eso sí, en lugar de atracar bancos se dedican a montar tremebundas carnicerías en bares de mala muerte y a finiquitar a incautos autoestopistas. Los vampiros del film también forman una inenarrable familia disfuncional. Este particular clan cuenta con un niño, un adolescente con cuerpo de hombre, una chica y las “figuras paternas”. Estos vampiros no pueden ver el sol puesto que les causaría graves quemaduras que acabarían matándolos en una exposición prolongada. También se alimentan de otros. Si tan solo los muerden convierten a su víctima, pero generalmente acaban con ellas. Por último, se da por entendido que tienen colmillos… aunque estos no se vean en todo el metraje.

Dentro del sub-género vampírico no estamos ante una película imprescindible, pero sí muy curiosa y digna de ser visionada al menos una vez. No obstante, ni siquiera es de las más recordadas de su época. En un factible top quedaría por debajo en popularidad de coetáneas como ‘El ansia’ (Tony Scott, 1983), Noche de miedo (1985), ‘Jóvenes ocultos’ (Joel Schumacher, 1987) o la aún más olvidada pero rescatable ‘Vamp’ (Richard Wenk, 1986). Apuntar, al mismo tiempo y como curiosidad, que en el film nunca se menciona la palabra “vampiro”. Ni siquiera los mismos chupa-sangres se llaman a sí mismos de esa manera.

El libreto es obra de la propia directora mano a mano con Eric Red, que el año anterior había entregado otra road-movie con variación psicótica: Carretera al infierno (Robert Harmon, 1986). Se nota en el estilo de Red su gusto por el western y las ya citadas road-movies, las cuales marcarían el resto de su carrera. Eso sí, quitando las escenas que tienen a la banda de asaltadores, su guión no es nada del otro mundo. Incluso deja algunas cuestiones vampíricas algo mal resueltas o demasiado en el aire. El ejemplo más claro sería el tema de las transfusiones… Red volvería a colaborar con Bigelow en ‘Acero azul’ (1990), un policíaco en donde ya se podían ver más de los tics y el estilo de cine que luego daría fama a Bigelow.

La dirección de Kathryn Bigelow es correcta. Se nota que es un film primario y que aún quedaba talento por pulir. Pero, al mismo tiempo, lo suple con una ambientación bastante lograda. En este aspecto, ojo al empleo de la niebla con ese plano absolutamente imprescindible en lo alto de la colina de “la familia”, o a su desatado clímax con un maquillaje y trucajes puramente artesanales. Debido a su violencia e imágenes explicitas, la cinta conoció una versión recortada de 86 minutos. En la misma se censuraron cerca de ocho minutos que luego se recuperarían. Por su parte, la música corrió a cuenta de los siempre interesantes Tangerine Dream. Sin duda, su aportación eleva un peldaño el aire desasosegante que envuelve las imágenes.

El protagonista de todo es un muy flojo Adrian Pasdar (Caleb), que vivió algunos años de fama desde mediados/finales de los ochenta hasta principios de los noventa. Aquí interpreta a una especie de cowboy. Un vaquero que, en un momento dado, se dedicará a cazar chupasangres a lomos de su caballo. “La chica” está interpretada por Jenny Wright (Mae), una vampiresa que “interiormente” aún conserva su alma humana. Wright entrega un papel algo monotemático, quizás esto puede deberse a tener la mayoría de sus escenas junto a Pasdar. Ambos son lo más flojo del reparto. Lo bueno viene con el resto del clan de vampiros…

Joshua John Miller es un pérfido niño al estilo del siniestro chavalín deRobocop II (Irvin Kershner, 1990), un infante que se aprovecha de su look angelical para acabar con sus víctimas. Bill Paxton es el desatadísimo Severen. De largo, su personaje es el tipo que más disfruta con su condición de vampiro y quien tiene las mejores escenas de lucimiento. Por último, destacar al siempre gigante Lance Henriksen (Jesse Hooker), el jefazo del grupo. Y, por supuesto, a su pareja de baile, Jenette Goldstein (Diamondback), la inolvidable marine Vasquez de Aliens: El regreso (James Cameron, 1986).

Como podemos ver, parte importante del reparto de ‘Aliens’ repitió en ‘Los viajeros de la noche’. Esto fue una prueba más de la implicación de Cameron para facilitarle a Bigelow su labor. Tan es así que, en primera instancia, debía ser Michael Biehn quien diera vida a Caleb. Pero declinó el rol a favor de protagonizar ‘Desbocado’ (William Friedkin, 1987). La manera que Bigelow tuvo de agradecerle a Cameron “su ayuda” fue insertar un homenaje/guiño a ‘Aliens’ en forma de anuncio en una marquesina del pueblo de Caleb.

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Los viajeros de la noche, una pequeña pieza de culto de la serie B. Un film que se debe visionar si uno es fan del sub-género de vampiros. Destacan especialmente sus trucajes de efectos de la vieja escuela que aún aguantan el peso de los años y una salvaje banda de maleantes con el añadido de ser adictos a la sangre ajena. También sirve para rescatar los inicios de la hoy muy reconocida Kathryn Bigelow, emblema feminista por ser la primera mujer en ganar el Oscar como mejor directora.

Tráiler de Los viajeros de la noche

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