La trampa del mal
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(Voz en off)

De pequeño, mi madre me contaba historias de cómo el Diablo merodeaba por la tierra. A veces, según ella, adopta una forma humana para poder castigar a los condenados de la Tierra antes de arrebatarles el alma. Reúne a los escogidos y los tortura, escondido entre ellos, fingiendo ser uno de ellos. Las historias de mi madre siempre empezaban de la misma forma: con un suicidio que allana el camino para la llegada del Diablo. Para el comienzo de ‘La trampa del mal’.

La Trampa del Mal

Crítica de La trampa del mal

En un principio, el espectador puede creer que lo que va a ver en ‘La trampa del mal’ es un thriller de suspense con un terrenal asesino en serie aprovechándose de un accidente fortuito para llevar a cabo su matanza. Pero, súbitamente, el film se convierte en una cinta de terror sobrenatural. El narrador pronto nos irá descubriendo lo que no saben los encerrados. Y es que están allí para pagar por sus pecados. Además, uno de ellos/as es el mismísimo Diablo en persona dispuesto a llevarse sus almas al averno.

Teniendo en cuenta lo anterior, la película nos propone un curioso ejercicio de claustrofobia. Una film que mezcla hábilmente el suspense con el terror sobrenatural. La trama es una interesante propuesta del relato de Agatha Christie 10 negritos’. Eso sí, cambiando el escenario de aquella por un ascensor averiado en esta.

Destacar que la cinta fue presentada como el primer film de la productora de M. Night Shyamalan bajo su sello Night Chronicles. El propio Shyamalan ideó la historia que, como sello inconfundible del autor, está ambientada en Filadelfia. Inclusive tiene ese tono de cuento tan habitual en sus libretos. Personalmente veo a Shyamalan como un narrador de inmenso talento, lo más parecido a Alfred Hitchcock de los tiempos modernos. Hablando de la comparativa con Hitchcock, siempre salvando las distancias, lo que Shyamalan quería hacer con la citada Night Chronicles era algo del estilo Alfred Hitchcock Presenta, pero en versión largometraje. Me refiero a cintas de presupuestos controlados (entre 10 y 20 millones de $), con ideas originales del propio Shyamalan y promoviendo directores jóvenes. Algo que, desgraciadamente, no fructificó…

La Trampa del Mal

En ‘La trampa del mal’ encontramos detrás de las cámaras al conocido John Erick Dowdle, un realizador que, poco a poco, se ha ido haciendo su espacio. Recordemos que en 2015 triunfó con Golpe de estado’. Aquí Dowle maneja el tema con buen tino y recorriendo de forma escalonada todos los tópicos del género. Atención a sus créditos iniciales con la score principal que rápidamente nos pone a tono. Dowdle lleva a cabo un uso notable de todos los mecanismos posibles para mantener el suspense. Por ejemplo: véanse esos constantes apagones de luz del ascensor que dan vía libre al Diablo para llevar a cabo sus ajustes de cuentas…

La narración resulta sencilla pero tremendamente efectiva y adictiva. Tan es así que consigue atar más que dignamente todos los frentes que va abriendo. No vamos a meternos con algunos clichés de los personajes, porque eso son tópicos intrínsecos del propio género, tan viejos como el mismo cine. Lo que sí desentona es la escena final que busca una moralina innecesaria en una cinta como esta.

En cuanto a los actores y sus interpretaciones, casi todos están más que correctos y buscan con sus motivaciones y actos despistar al público. Todos ellos se presentan como potenciales sospechosos. Este hecho está ayudado por el intencionado reparto de actores semi desconocidos o secundarios. No obstante, entre ellos podemos destacar a un actor de carácter tan sobrio como Matt Craven que da vida a Lustig, jefe de seguridad del edificio. También pueden ser conocidos para el respetable Bokeem Woodbine como un guardia de seguridad y Chris Messina encarnando al detective Bowden encargado del caso. En el lado opuesto está cierto personaje que resulta totalmente inverosímil en su giro final. Incluso puede ocasionar la risa. Sin embargo, la rapidez con la que se despacha su transformación hace que nos olvidemos rápidamente de ello.

Destacar el aspecto técnico del film con su excelentemente facturado trabajo de fotografía obra de Tak Fujimoto y siendo una de sus mejores bazas. Finalmente, presten atención al recurrente uso de la típica musiquilla de ascensor que irrita sobremanera a los atrapados. En este aspecto resaltar que la banda sonora es obra de nuestro compatriota Fernando Velázquez.

La Trampa del Mal

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de La trampa del mal, un largometraje de género que no decepciona, al contrario, es una sorpresa. Cumple sobradamente con su objetivo de hacernos pasar 80 ajustados minutos de mal rato, en el buen sentido de la palabra. Además, el film sirvió para confirmar a John Erick Dowdle como un tipo a tener en cuenta. Si buscan un film de evasión, entonces, esta es una más que idónea opción.

Tráiler de La trampa del mal

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