James Bond contra Goldfinger
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“Esto es oro, Señor Bond. Toda mi vida estuve enamorado de su color, de su brillo, de su divino peso… Y acepto cualquier empresa que pueda acrecentar mis existencias que son ya considerables. Cuide usted su próximo chiste, señor Bond. Puede ser el último. Buenas noches, señor Bond. Espero que muera”. El enfrentamiento está listo en ‘James Bond contra Goldfinger’.

“No es una venganza personal, 007. Si no una misión como cualquier otra. Si no puede usted actuar fría y objetivamente, 008 le sustituirá” (M)

Crítica de James Bond contra Goldfinger

Tras la magnífica, y ejemplar, Desde Rusia con amor (Terence Young, 1963), James Bond regresó a su cita anual con otro título mitificado de la era Sean Connery. Nos referimos a ‘James Bond contra Goldfinger’. Estamos ante una producción rodada principalmente en Suiza, los ineludibles estudios Pinewood y exteriores de Miami durante enero y julio de 1964. Para su presupuesto se incrementó la apuesta en 1 millón de dólares más de lo usado en ‘Desde Rusia con amor’, llegando así a los 3 millones de dólares. Su estreno en Estados Unidos tuvo lugar el 21 de diciembre del citado 1964.

La inevitable canción de créditos iniciales fue a parar a Shirley Bassey, llevando por título el apellido del villano “Goldfinger”. Y eso mismo hace el film, esto es, entregarlo todo a su villano: Auric Goldfinger. Estamos ante una excepcional creación icónica de maloso orondo encantado de conocerse. Un tipo plenamente sabedor de su superioridad mental a cargo de Gert Foebre. El fallecido actor alemán eleva a cotas mejores el film cada vez que hace aparición. El suyo es un rol puramente de megalómano enfermo por la fiebre del oro. Todos y cada uno de sus careos con Bond son magníficos. Foebre apenas pierde la compostura, a pesar de los retos que le plantea la presencia de 007. Aunque, en general, la película baja mínimo un peldaño en comparación a las dos entregas precedentes:Doctor No y la ya citada Desde Rusia con amor’.

En retrospectiva, el mayor pecado a nivel dirección y visual es el exceso de retroproyecciones y su oficial venta a USA. Lo segundo en un intento, ya nada disimulado, de acercamiento al público americano. Por ello, se da muchísimo protagonismo a la CIA y se sitúa gran parte de la trama en suelo yanqui. Además, aquí ya no sentimos esa tan bien llevada pose de postal cinematográfica icónica y mundial. Una “postal” en donde, además de vivir una aventura de espía secreto, descubriéramos lugares del mundo que luego, como espectadores, ansiábamos visitar.

No obstante lo anterior, y al margen de su ejemplar villano, hay otros elementos que llaman nuestra atención. Entre ellos está la introducción del glorioso, y muy bien equipado, Aston Martin DB5. El esbirro/amenaza física architípico aquí con los pesados y contundentes rasgos de Harold Sakata (Oddjob), el “padre cinematográfico” del no menos mítico Profesor Toru Tanaka. Y ¡cómo no! la mitiquísima escena del láser… una imagen icónica máxima del legado del Bond de Connery en máximos apuros.

Guy Hamilton sustituyó en la dirección al muy solvente Terence Young. Y en su trabajo detrás de las cámaras peca, en no ciertos momentos, de un estilo poco depurado. Incluso tosco. Un estilo que, de entrada, no casa con lo visto anteriormente. Aunque en algunos instantes, ignoramos sí por inspiración divina o puro azar, llega a acertar. Véase la sensacional y muy demostrativa secuencia de la casa modular para escenificar el trasfondo de la operación “Grand Slam”. Pero, por el camino, debemos cargar con una bastante mal envejecida técnica de aceleración de fotogramas. Algo así como si quisieran darle más ritmo al film en los combates. Especialmente horrendo es el inicio que, para colmo de males, es en Euskadi. Allí 007 aprieta las tuercas a unos rebeldes que tienen su base de operaciones en un inenarrable tablao flamenco vasco.

La trama, en gran parte del film, se mueve como una de investigación, espionaje, exposición del plan maquiavélico de turno, presentación de las amenazas sobre Bond y ¡cómo no! la intriga por ver como Bond sorteará dichas amenazas mientras por el camino amplia el contador de mujeres conquistadas. Sean Connery lleva muy bien el mando en todos esos puntos. Aunque, como digo, sus careos contra los malos están resueltos de forma bastante mejorable (a excepción de los dos enfrentamientos finales). Connery luce muy cómodo en la piel de Bond… a pesar de cargar con un bien trabajado, aunque evidente en planos cortos, peluquín. Por su parte, el villano interpretado por Gert Foebre termina robando completamente el film dándole incluso el título al mismo.

Por supuesto, hay sitio para más actores y actrices dignas de mención. Honor Blackman (Pussy Galore) es la chica Bond más importante de la cinta. Ella es una bien dotada piloto de avión con formación circense y trabaja para Goldfinger solamente por fines económicos. Asistiremos también a la muerte por asfixia cutánea de pintura dorada recreada por la fugaz Tania Mallet (Tilly Masterson). En el lado masculino y en roles dignos de mención destacar a Martin Belson como Solo, un gánster que pensaba huir con su millón en oro y dejar a sus compinches con lo puesto. También está Cec Linder rematando el chiste del Felix Leiter de turno… prácticamente en cada film aparecía un nuevo Leiter como si fuera el reverso americano de Bond.

De los veteranos, siempre era un placer rencontrarse con Bernard Lee (M) en su autoconsciente y paternal recreación del jefe de Bond. Clave para llamar a filas a 007 y explicar la misión a la audiencia. Además están los ineludibles Desmond Llewelyn (Q) y Lois Maxwell (Moneypenny). El primero ya entrado de lleno en esa animadversión para con 007, que siempre acaba destrozando sus inventos, y la segunda como el amor profeso y platónico de Bond en un rol que honró excelentemente en la saga.

“Nunca bromeó con mi trabajo, amigo mío” (Q)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de James Bond contra Goldfinger, posiblemente la última entrega de Bond/Connery mitificada con total justicia. Todo un clásico del 007 que, si bien baja el pistón en comparación con las dos anteriores, sí que se ajusta perfectamente al prototipo de film del agente secreto. Siendo elevada al olimpo, sobre todo por el atrapante dúo villanesco.

Tráiler de James Bond contra Goldfinger

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