Hoosiers: Más que ídolos
Después de dejar las fuerzas armadas, el veterano coach Norman Dale afronta su última oportunidad como entrenador de baloncesto. Para ello se traslada a Hickory, una pequeña zona rural de Indiana donde entrenará al equipo del Instituto. Sin embargo, sus comienzos no serán nada fáciles puesto que su estilo personal y deportivo no encaja con los gustos de los aficionados locales. Pero esto no detendrá a Norman en su intento de llevar al equipo a lo más alto. (Cineycine).
“Equipo, equipo, equipo…”. Hoy os damos la bienvenida al baloncesto de Indiana. Un tipo de basket-control en el que todo el mando recae en el entrenador. Željko Obradovic, Božidar Maljković, Norman Dale,… todos ellos dirigieron a grandes jugadores. Hablamos de estrellas catalogadas como ‘Hoosiers: Más que ídolos’.
“A los que jugasteis hasta el final, os felicito… tuvisteis agallas” (Norman Dale)
Crítica de Hoosiers: Más que ídolos
En primer lugar hay que empezar esta review aclarando que ‘Hoosiers’ adapta libremente una historia real. La historia de la hazaña deportiva que protagonizó el equipo del Milan High School de Indiana en la temporada 1953-54. Ese curso baloncestístico consiguió alzarse con el campeonato estatal. No obstante, y a pesar de “adaptar libremente” los sucesos reales, también es cierto que el film conserva elementos muy fieles. Entre los más destacados estaría la forma de jugar que Norman Dale (Marvin Wood en la realidad) impuso al equipo. Me refiero a un sistema de “basket control” basado en dar muchos pases y agotar las posesiones en ataque.
Entrando ya en la película decir que el encargado de trasladar el denominado “Milagro de Milan” al libreto cinematográfico fue Angelo Pizzo en su primer guión para cines. Posteriormente aprovecharía la trascendencia de ‘Hoosiers’ para escribir otros guiones deportivos como ‘Rudy. Reto a la gloria’ (David Anspaugh, 1993) o la más reciente ‘Sacrificio de leyenda’ (Ben Younger, 2016). La trama de ‘Hoosiers’ es bastante típica y hollywoodiense, pero no por ello deja de ser atractiva. En pantalla tenemos al clásico entrenador duro que no se casa con el público y que termina por imponer sus métodos contra viento y marea. También hay una subtrama bastante emotiva que tiene que ver con su alcoholizado ayudante.
Por otro lado, y a pesar de ser un film sobre baloncesto, no se manejan conceptos difíciles de entender para los legos. Lo más técnico que Dale llega a comentar es diferenciar entre la defensa individual y la defensa zonal. El resto del lenguaje “técnico” simplemente se basa en lanzar “discursos” y charlas animando a los jugadores a presionar o defender más. También, por supuesto, a cuando lanzar a canasta y a qué jugador rival agobiar más. Tal y como estoy explicando, no hace falta ser un fanático del baloncesto para disfrutar plenamente con todo lo que nos cuenta ‘Hoosiers’.
En la dirección, y al igual que Angelo Pizzo, también debutaba el realizador David Anspaugh. Y debutaba tras las cámaras después de haber trabajado en series míticas como ‘Canción triste de Hill Street’ y ‘Corrupción en Miami’. El éxito de ‘Hoosiers’, le haría repetir también con Pizzo en la ya citada ‘Rudy. Reto a la gloria’.
El trabajo de Anspaugh en la dirección es bastante destacado logrando una gran recreación de los años 50. Esto último gracias también al diseño de producción de David Nichols. Respecto a las escenas de baloncesto, que es lo que más nos importa a los fans, se va claramente de menos a más. En los primeros partidos que vemos las acciones de los jugadores se sienten poco naturales. Sin embargo, y a medida que el equipo va superando rondas, las secuencias de juego van siendo mucho más atractivas y dinámicas. Incluso Anspaugh va siendo capaz de meterte en la cancha con los jugadores y en el banquillo junto a Norman Dale. En este sentido, la final está muy bien rodada. Atención también al empleo de una suave cámara “superlenta” en algunas jugadas para lograr una mayor tensión.
Mucho ojo a la banda sonora del maestro Jerry Goldsmith porque es uno de los puntos más destacados de la película logrando darle un plus de calidad. Estoy seguro que nadie que haya visto este film ha podido olvidar su tema central. Un tema de los que identifica rápidamente a la película en cuestión y que destaca por su conseguido carácter deportivo, épico e incluso pegadizo. Sobra decir que esta banda sonora fue nominada al Oscar en la gala de 1987.
“Se debe obedecer al entrenador sin ninguna discusión”. Coach Hackman.
Respecto al elenco, el protagonista principal es Gene Hackman encarnando a Norman Dale, un veterano entrenador de pasado violento que está ante su última oportunidad en los banquillos. Este papel le vino como anillo al dedo al mítico intérprete. No hablamos de un rol de entrenador tipo sargento Highway… pero sí de un entrenador duro que confía plenamente en sus métodos, formas y maneras. Un coach que valora al equipo por encima de las individualidades y cuyo temperamento le hace enfrentarse con sus propios jugadores y árbitros. Ojo a carpetita de cuero enrollada que lleva en una mano en los partidos para calmar los nervios. Esa imagen siempre me ha recordado a la del técnico Herb Brown cuando entrenó al Taugres en la ACB.
Un gran papel de secundario fue para Dennis Hopper como Shooter, un inofensivo borrachín que lo sabe todo del baloncesto de la región. Poco después de iniciar su etapa como entrenador, Norman lo “adoptará” como segundo dándole así una nueva oportunidad. En la performance de Hooper destacan dos momentos: la visita de Norman a su destartalada casa… y el instante en el que tiene que hacerse cargo del equipo ante una forzada expulsión de Norman. Ojo a como su personaje se hunde por completo ante la mirada de su propio hijo, el duro ala-pivot titular. Con todo merecimiento, Hooper fue nominado al Oscar al mejor actor de reparto.
En otro rol destacado encontramos a Barbara Hershey en un papel muy cómodo para su calidad. La actriz interpreta a Myra Fleener, una maestra que ha decido acoger bajo su protección a Jimmy (encarnado por Maris Valainis), un chico introvertido que además es un tirador infalible y la verdadera estrella del Instituto hasta que decidió dejarlo. El resto del equipo importante de Hickory lo forman Wade Schenck (Ollie, el pequeño base y eterno suplente que dice estar tan sólo para completar entrenamientos), David Neidorf (Everett, un fuerte ala-pivot hijo de Shooter) y Steve Hollar (Rade, el base titular que al principio choca con los planteamientos ofensivos de Dale).
Finalmente, el casting se completa con Sheb Wooley dando vida a Cletus, un buen hombre que es el director del Instituto y amigo personal de Dave. Chelcie Ross como George, un tipo prepotente que quiere el puesto de entrenador para él. Y, por último, Robert Swan como Rollin, un gigante que ayudará a Dale y además se sentará en el banquillo para apuntar estadísticas. El resto lo componen varios extras que hacen de lugareños. Los típicos parroquianos que creen saberlo todo sobre baloncesto y que no paran de entrometerse en las labores y entrenamientos de Dale con el Sheriff del pueblo a la cabeza.
“Sólo quiero daros las gracias por estos meses. Han sido muy importantes para mi” (Norman Dale)
En conclusión.
Concluyo esta crítica de Hoosiers: Más que ídolos, probablemente la mejor película sobre baloncesto cinco contra cinco. Su lograda ambientación, grandes interpretaciones y escenas sobre el parqué hacen de ella un film que no debe ser pasado por alto por los amantes de las buenas historias, el deporte de la canasta y el deporte en general.
Tráiler de Hoosiers: Más que ídolos
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