Hombre lobo

Charlotte y Blake están pasando por una pequeña crisis de pareja. Para superarla deciden estrechar lazos yendo con su hija Ginger a los frondosos y oscuros bosques de Oregón. Allí recogerán las pertenencias del fallecido padre de Blake y pasarán un tiempo en su aislada casa de campo. Sin embargo, estos tranquilos planes se verán brutalmente alterados nada más llegar a la finca. (Cineycine).
En 1995, en las remotas montañas y bosques de Oregón, un mochilero que practicaba senderismo desapareció sin dejar rastro. En esa misma zona, y tiempo después, varios cazadores empezaron a sentir una perturbadora y brutal presencia. Una especie de criatura medio humana y medio animal conocida como… ‘Hombre lobo’.
“Mi deber es mantener a mi hija a salvo” (Blake)
Crítica de Hombre lobo
En 1941, Universal Pictures estrenaba ‘El hombre lobo’ con la dirección de George Waggner y el protagonismo de Lon Chaney Jr. Entraba así esta mítica criatura a formar parte del museo de los conocidos como monstruos clásicos del estudio. Un museo en el que ya estaban Drácula, La Momia, El hombre Invisible y Frankenstein. Muchas décadas pasaron entre más películas, secuelas, reboots y demás. Por fin, en 2010, Benicio del Toro se atrevió a protagonizar ‘El hombre lobo’, un remake directo del film de 1941. La película fue un producto muy notable… pero distó mucho de ser apreciada por crítica y público. Y así nos plantamos en 2017. En el citado año, Universal quiso resucitar su galería de monstruos clásicos adaptados a los nuevos tiempos con protagonistas estelares. Sin embargo, el fracaso de ‘La Momia’ (Alex Kurtzman) canceló este fantástico y millonario proyecto conocido como Dark Universe.
Pero los monstruos de la Universal no iban a desaparecer sin más. El estudio, consciente del no-éxito del film protagonizado por Tom Cruise, cambió de idea. Ahora sus criaturas más míticas no abanderarían costosas producciones… pero si películas más baratas. Films de costes controlados que asegurasen un buen desempeño en taquilla. Así nos llegaría en 2020 la versión de ‘El hombre invisible’ dirigida por Leigh Whannell y producida por uno de los reyes midas actuales del género: Jason Blum. Sus 7 millones de $ de presupuesto dieron lugar a un gran éxito de algo más de 144 millones. En Universal habían encontrado su fórmula ganadora. Como consecuencia, encargaron a la dupla formada por Whannell y Blum la realización de un nuevo film para su famoso licántropo. Y así hemos llegado a ‘Hombre lobo’.
‘Hombre lobo’ no es un nuevo remake de la historia clásica. Aquí estamos ante un film totalmente nuevo que sigue su propio camino. No veremos desfilar por la cinta ni gitanas, ni luna llena, ni maldiciones, ni nada por el estilo. Esta actualización de Leigh Whannell es una película muy “básica” en cuanto a conceptos terroríficos. Tan es así que sus 25 millones de coste no se aprecian por lado alguno. De hecho, la anterior ‘El hombre invisible’ lucía globalmente por encima de esta. En ‘Hombre lobo’ prácticamente tenemos una sola localización (la granja del abuelo fallecido) y una ambientación totalmente oscura. Esto se debe a que, quitando el prólogo inicial, casi toda la acción se desarrolla en una jornada nocturna. Por supuesto, esta sombría atmósfera también es empleada para disimular las respectivas prótesis. Todo esto hace que ‘Hombre lobo’ bien pudiera ser un film de streaming.
El guión del propio Whannell intenta potenciar el lado dramático y humano antes que el terror. Esto significa que el film se centra mucho en la figura del hombre que se va transformando, poco a poco, en lobo. Vemos sus cambios físicos, cómo le afectan y, sobre todo, cómo intenta no perder su humanidad procurando mantener su conexión familiar. Se intenta así dar paso al body-horror visto en películas como ‘La mosca’ (David Cronenberg, 1986). En estos aspectos hay que destacar las escenas con su familia tratando de controlar sus nuevos instintos y la música totalmente clásica de Benjamin Wallfisch. El esquema argumental de acción de Whannell bebe mucho de lo visto en ‘La noche de los muertos vivientes’ (George A. Romero, 1968). De hecho, el planteamiento es idéntico: una familia encerrada en una casa aislada siendo acosados por un enemigo exterior en una dramática jornada nocturna.
El terror deviene del acoso al que es sometido la familia por la criatura exterior. Pero también tenemos horror en el interior con el ya referido cambio que va experimentando el cabeza de familia. Hay sangre, algún desmembramiento y transformación. Pero todo esto en menor medida de lo que me habría gustado porque aquí se potencia el suspense y, como ya dije, el toque dramático y humano. Sobre el cambio de hombre a lobo decir que es gradual. Y lo cierto es que no es nada espectacular y tampoco supera a transformaciones ya vistas en grandes clásicos como ‘Un hombre lobo americano en Londres’ (John Landis, 1981) o ‘Aullidos’ (Joe Dante, 1981). Tan es así que queda muy lejos de ellas. Seguramente esto sea así por su buscado toque “realista”. Lo más espectacular y novedoso es, sin duda, entrar en su modo visión.
El reparto del film es muy corto. Apenas tenemos tres protagonistas principales y algún secundario. Nada más. Al frente del elenco está Christopher Abbott como Blake Lovell, un escritor en paro que quiere mucho a su hija pequeña con la que tiene una gran conexión. La labor de Abbott es la más destacada haciendo buenos, dramáticos, viscerales y terroríficos esfuerzos de cara a representar en pantalla la maldición por todos conocida. A su lado tenemos a Julia Garner que no desentona nada como Charlotte, la esposa de Abbott y la que sustenta económicamente a la familia con su trabajo de periodista y escritora. A destacar el temple y personalidad de la actriz en determinadas escenas plantando cara. Por último nos queda la jovencita Matilda Firth como Ginger, la hija pequeña. El suyo es un papel buscando el lado tierno de la producción.
Entre los secundarios citar a Sam Jaeger como Grady, el padre de Blake. Aparece en el prólogo inicial haciendo un buen papel al interpretar a un hombre firme y autoritario que trata de educar a su hijo mediante la caza. Ojo a la postal con las montañas y el bosque como fondo… posteriormente recreada por otra pareja. Por último, pocos minutos tiene en pantalla Benedict Hardie como un inquietante lugareño al que se encuentra la familia Lovell en las proximidades de la finca familiar.
“Por los sonidos parecía un animal… pero te juro que lo miré y estaba de pie como una persona” (Blake)
En conclusión.
Termino esta crítica de Hombre lobo, una película que no pasará a la historia del mito. Es más, cuando se lleva o se pone este nombre y/o licencia en el póster hay que exigir algo superior. Ahora bien, como curiosidad al retratar el proceso de cómo un hombre va perdiendo su humanidad y cediendo el paso a su primitivo salvajismo merece la pena verse.
Tráiler de Hombre lobo
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