Estragos
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“Vivir en este mundo es tomar decisiones. Decisiones que intentas justificar. Por ti, por tu familia. Durante un tiempo funciona… hasta que deja de hacerlo. Hasta que tomas una decisión que no puedes justificar ni puedes perdonarte. Se lo lleva todo por delante: familia, amigos y a ti mismo. Hasta que ya no te queda nada, solo fantasmas…”. Gareth Evans presenta a Tom Hardy en una noche infernal repleta de ‘Estragos’.

“No saldrás vivo de esta ciudad sin mi ayuda” (Walker)

Crítica de Estragos

El prometedor Gareth Evans, responsable de las dos tremebundas entregas de ‘Redada asesina’, vuelve al calor del actioner con ‘Estragos’, una película muy esperada por los fans y conocida con el título original de ‘Havoc’. La cinta se estrenó directamente en Netflix el pasado 25 de abril de 2025. Estamos ante un film que comenzó su rodaje a finales de 2021. Posteriormente se tuvo que retomar la filmación de parte de las escenas y diálogos. Esto sucedió toda vez que Tom Hardy dio por acabada su participación en Venom: El último baile (Kelly Marcel, 2024). Es decir, casi 4 años para sacar a flote una producción de acción ambiciosa y ruidosa. Una propuesta que, sobre todo, se gestó en la mente de Evans (director, guionista y productor) como un homenaje a los films más emblemáticos de John Woo, el maestro hongkonés del bullet-time.

Apuntar que los comentados reshoots no se notan mucho en los actores. Aunque sí que afectaron a la trama. La misma se tuvo que condensar más obligando al recorte de metraje de personajes que no tuvieran que ver con la acción… por ejemplo, la familia de Walker. Además se tuvo que intercalar el acto de deslealtad que atormenta al protagonista con el camino de redención que acaba por tomar en busca de salvar al hijo del político, Beaumont. En consecuencia, y a grandes rasgos, la trama se puede escribir en una servilleta… y los actores que van saliendo dejan bien claro, desde su primera aparición, el camino que van a tomar. Por consiguiente, pocas o ninguna sorpresa nos ofrece su argumento.

Aceptando que su trama y personajes son puros clichés, el mayor pecado de ‘Estragos’ es que apenas hay nadie con el que sentir empatía o una mínima identificación. Aquí todo va tan a saco que los personajes no logran calar en el espectador perdidos en el ruido y la violencia del conjunto. Sí, es cierto que podemos conectar mínimamente con Walker… pero lo genérico, y rápido, que ventilan el vínculo familiar roto con su mujer e hija, hace que ni siquiera él tenga una meta vital mayor que el resto para sobrevivir y empujar a que el espectador quiera que lo haga. Y mucho menos empatizaremos con los dos chavales puestos en el punto de mira. Incluso hay una subtrama que sigue a un policía honesto agonizante y su mujer. Aunque los personajes muestran sentimientos claros y encontrados con ellos, a nosotros no nos importan.

Todo lo anterior viene provocado por el ritmo y el bodycount que Evans introduce desde el comienzo. Se crea así una insensibilidad en el espectador que apenas rompe para introducir drama o crear una sensación de peligro. Algo que, con más o menos fortuna, John Woo siempre hacía en sus películas por mucho que la hemoglobina y los casquillos de las balas ganaran en el global.

Teniendo en cuenta lo expuesto hasta aquí… todo el potencial de ‘Estragos’ queda en manos de la ruidosa acción. Que, por otra banda, es lo que uno busca cuando acude a visionar una cinta de Evans. En este aspecto, el film cumple bastante bien… pero no siempre. Un ejemplo de esto último sería la persecución inicial que resulta totalmente caótica. Pero sí que luego la cinta se quita la espina con dos monumentales set-pieces. La primera en el Club Medusa. Y la segunda en el estruendoso y violentísimo final… Los tiroteos, confrontaciones y acorralamientos no escatiman en mostrar violencia y cuerpos cosidos con saña a balazos. Un disfrute con una buena cantidad de miserables despachados. Por el contrario, las persecuciones están filmadas con un molesto estilo de cinemática de videojuego. Algo que resulta totalmente artificial intentando imitar el estilo Michael Bay.

En cuanto a la ambientación y fotografía decir que lucen claramente viciadas y sucias. El objetivo es dar un aspecto de ciudad fantasmal más propio de Haloween que de las fechas de Navidad en las que se desarrollan los hechos narrados en pantalla. La música, tan atronadora como las balas, la firma Aria Prayogi, un habitual colaborador de Evans.

Sobre el casting, el principal protagonista es un duro y directo Tom Hardy como Walker. Alguien de quien vislumbramos que antes fue un buen poli, marido e incluso referente para sus compañeros. Pero que ahora arrastra su alma vendida al diablo por los callejones de la ciudad. Ojo a como lo encontramos al inicio en una tienducha de mala muerte de esas que abren 24 horas buscando un regalo para su hija en Navidad… En la parte de la acción, Hardy/Walker se muestra altamente expeditivo, a pesar de que a cada paso que da se le van sumando nuevos enemigos. En la noche infernal en busca de la redención apenas contará con la ayuda de Jessie Lei Mei como Ellie, una poli de patrulla con olfato y corajuda. Ellie va en paralelo a la misión de Walker uniendo pistas sobre el intercambio de drogas y culpables.

Los chavales perseguidos son Mia y Charlie interpretados por Quelin Sepúlveda y Justin Cornwell. Ambos recrean a una especie de delincuentes menores a lo Romeo y Julieta envueltos en un asunto que les viene muy grande. Atención a la primera y su activa participación, machete en mano, en la escabechina del Club Medusa. Por otra banda hallaremos a varios rostros más o menos conocidos que dan cierto lustre al elenco. Entre ellos está Luis Guzmán como un delincuente que usa un desguace de tapadera. Terribles sus últimos minutos intentando crear un halo heroico cuando apenas puede caminar y disparar un arma sin que parezca que va a cámara lenta. También está Timothy Olyphant como Vincent, un oficial que tiene su propio grupo de policías.

Y, por último, imposible no citar al ganador del Oscar, Forest Whitaker. Aquí aparece repitiendo un rol recurrente en su filmografía: la encarnación de un hombre con poder al que le gusta amenazar a la gente para que hagan lo que él quiere.

“No tienes pinta de matar polis” (Vincent)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de Estragos, una sucia, descarnada, violentísima y exagerada noche infernal. Gareth Edwars se vuelca más que nunca en rendir homenaje al maestro del hard boiled. Y lo hace combinando unos tiroteos plagados de muertos por numerosos agujeros de bala, con una trama escrita en una servilleta y una colección de actores más o menos conocidos. Todo esto metido dentro de una especie de shooter de acción con lo bueno y malo del género en la actualidad.

Tráiler de Estragos

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