El profesional (Léon)
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Un asesino silencioso, invisible e invencible. Una niña maltratada y en busca de amistad. Una planta. Un corrupto y psicópata agente de la DEA. Todos ellos son vecinos y residentes en Nueva York… Celebramos los ¡25 años! de una de las películas más icónicas de Luc Besson. Es hora de conocer a ‘El profesional (León)’.

“¿La vida siempre es así de dura o sólo cuando eres un niño?” (Mathilda)

Crítica de El profesional (Léon)

Esta película es una de las más respetadas obras de Luc Besson que merece todos y cada uno de sus halagos. El director y guionista francés ya había dado muestras de su calidad con algunas de sus cintas anteriores. Ahí están los casos de ‘El gran azul’ (1988) o ‘Nikita, dura de matar’ (1990). Precisamente, fue esta última la que más le abrió las puertas de Hollywood gracias a su remake, ‘La asesina’ (John Badham, 1993), una cinta protagonizada por Bridget Fonda. Así fue como Besson se plantó en el año 1994 escribiendo y dirigiendo ‘El profesional (Léon)’, película filmada en Nueva York con algunos interiores en Francia. Comenzaba de esta forma la época de mayor esplendor para el cineasta galo.

En ‘Léon’ asistimos a tres temas perfectamente expuestos que nos llevan a un final tremebundo. En primer lugar Besson nos describe cómo imagina la vida de un “limpiador”, esto es, un sicario a sueldo. A continuación tenemos la mejor trama de todo el film: el amor entre Léon y Mathilda. Y, finalmente, nos encontramos con la corrupción policial que representa el agente de la DEA interpretado por Gary Oldman.

Como acabo de exponer, lo mejor del libreto de Besson es la relación que se establece entre Mathilda y Léon. Sin tapujos, y hablando claramente, es una relación de amor entre un hombre adulto (aunque algo infantil y quizás un poco retrasado) y una joven adolescente. Esto es algo que queda muy claro cuando la propia Mathilda le dice a Léon que está enamorada de él y le describe sus sentimientos ante el estupor del asesino. Lo mejor de esta relación de amor prohibido es la ternura y sutileza con la que Besson nos la cuenta y muestra en pantalla. Nada de chabacanerías ni escenas que pudieran molestar y/o incomodar. Puro y duro sentimiento. Tan es así que el propio Besson llegó a eliminar del montaje final una famosa escena en la que Mathilda le pedía a Léon ir más allá. Sin duda, toda una lección a los lápices.

La comentada relación entre Mathilda y Léon ofrece una gran variedad de inolvidables escenas. Al frente de ellas coloco la secuencia en la que Mathilda pasa disimulando ante el crimen perpetrado en su vivienda para llamar, presa del terror y con lágrimas en los ojos, a la puerta de Léon. Sin duda alguna, creo que estamos ante una de las mejores escenas del cine de cualquier época. Absolutamente inolvidable. También inolvidable resulta el abrazo final entre ambos cuando están siendo acosados por los agentes de la DEA. Y tampoco puedo obviar los paseos por Nueva York caminando de motel en motel cargados con la planta, o las imitaciones de Mathilda. En fin, creo que todo aquel que haya visto el film guardará en su interior alguna de estas imágenes.

Por otro lado, y siendo una película de Luc Besson, no podía faltar la acción. La película nos regala escenas de acción excelsamente filmadas. Entre ellas destacaría la presentación inicial de Léon como un fantasma eliminando facinerosos. La carnicería en el piso de Mathilda que es heredera del mejor y más violento Sam Peckinpah. Y, finalmente, el exagerado clímax con todo un batallón especial a por Léon. Todas estas secuencias demuestran el buen pulso del mejor Luc Besson y elevan el actioner al más alto nivel.

En la banda sonora encontramos nuevamente a Eric Serra, compositor de cabecera de Besson. El trabajo de Serra vuelve a resultar excelso con una banda sonora que incluye muy variada música: tierna, “ecléctica”, expectante,… En la misma destaca el uso de los instrumentos de cuerda y el clásico piano. Y como remate final tenemos el hermoso tema “Shape of my heart” de Sting. Esta canción da un sentimiento inigualable al final de la cinta y los créditos llegándote directa al corazón.

“Quiero ser limpiadora”. La extraña pareja.

Interpretativamente hablando, la película descansa sobre los hombros de Jean Reno y Natalie Portman. Empiezo con Jean Reno que da vida a Léon, un asesino profesional de costumbres espartanas y solitarias. La irrupción en su vida de Mathilda lo cambia todo para él. Reno nos retrata a un hombre parco en palabras, y con cierto grado de infantilismo y retraso. Tan es así que Léon no sabe ni leer y su dinero se lo gestiona su padrino. Sin embargo, como asesino no tiene precio.

Por su parte, Natalie Portman encarna a Mathilda, una jovencita que está de vuelta de todo y cuya vida familiar significa ruina y maltrato. La entrada en el mundo de Léon significará para ella toda una etapa de felicidad, amistad y descubrimiento. En Léon encuentra a un compañero ideal, pese a la insalvable diferencia de edad… Hay que decir bien alto que la interpretación de Natalie Portman es de diez. La por entonces jovencísima y debutante actriz da un curso de ternura, espontaneidad, viveza y carisma que traspasa la pantalla. Y todo esto multiplicado por mil al ser su debut en la gran pantalla. Atención a cómo soporta y supera primeros planos mirando directamente a los ojos a intérpretes tan curtidos como Jean Reno, Gary Oldman y Danny Aiello. Por encima de todos su Mathilda es la verdadera alma del film.

El resto del elenco importante se completa con otros dos nombres que vienen a ser los secundarios importantes. Me refiero a los ya citados Gary Oldman y Danny Aiello. Respecto a Gary Oldman decir que interpreta a Stansfield, un corrupto agente de la DEA. Ojo con Oldman porque su villano es digno de odiar. Oldman recrea a un tipo psicótico, adicto a las pastillas y con incontrolables explosiones de ira que le hacen ser temido por sus propios compañeros. Un auténtico miserable al que no le importa matar a hombres, mujeres y niños escudado en su placa.

Finalmente nos queda Danny Aiello como Tony, el “banquero, padrino y contratista” de Léon. La performance de Aiello es todo lo contraria a la de Oldman. La suya es una interpretación tranquila y sosegada. Aiello no levanta casi la voz y siempre está sentado detrás de una mesa de su restaurante italiano.

“Me encantan estos breves momentos de calma antes de la tormenta” (Stansfield)

En conclusión.
Finalizo esta crítica de El profesional (Léon), otra de las grandes películas de Luc Besson. A nivel de acción y empatía con los protagonistas quizás estemos ante su obra más completa. Las set-pieces son sensacionales y, por otro lado, Mathilda, Léon y su planta han pasado a la historia como elementos icónicos de la cultura popular. Cuando consigues algo así es que el trabajo que has hecho es realmente bueno. Poco más se puede decir.

Tráiler de El profesional (Léon)

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