El mundo nunca es suficiente
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“El terrorista más buscado del mundo tiene un nuevo objetivo. Tiene todo que ganar y nada que perder. Así que… ¿Quién en este mundo puede detenerle?”. Pierce Brosnan es Bond, James Bond. Y, nuevamente, está listo para el servicio a las órdenes de Michael Apted en ‘El mundo nunca es suficiente’.

“Jamás permitas que te vean sangrar y ten siempre un plan de fuga” (Q)

Crítica de El mundo nunca es suficiente

Antes de acabar el milenio, 007 volvía para cerrar los años noventa. Y lo hacía con una tercera aventura protagonizada por Pierce Brosnan. En la dirección, Michael Apted sustituía al mucho más actioner Roger Spottiswoode, el responsable de la anteriorEl mañana nunca muere (1997). El objetivo del cambio era añadir más historia y un mayor balance entre trama, drama y acción. Hecho que, a fe, la propuesta consigue porque en ‘El mundo nunca es suficiente’, a base de presentar hasta a tres chicas Bond fuertes, el metraje avanza a pleno rendimiento intentando adentrarse en el corazón de 007. Todo esto muy al estilo de la siempre referencial ‘Al servicio de su majestad’ (Peter R. Hunt, 1969). Convendría un día revindicar esta última cinta tan vilipendiada y protagonizada por un salvable George Lazenby, sobre todo por el enorme impacto que dejó en muchas de las entregas posteriores.

La acción en ‘El mundo nunca es suficiente’ ocupa unos muy bien repartidos cincuenta minutos de sus algo más de dos horas de metraje. Entre los fuegos artificiales veremos algunas secuencias de acción realmente muy flipadas. Las set-pieces basculan entre lo novedoso y lo muy arriesgado. Un ejemplo sería la visita a Bilbao con Bond huyendo con el Guggenheim de fondo hasta la persecución en lanchas por el Támesis. Por no hablar del explosivo final hilado maestramente con los créditos iniciales (cerca de veinte minutos antes de que veamos el titulo aparecer con sus icónicos créditos). Y, a nivel referencial, tendremos una inenarrable escaramuza en la nieve (homenaje al Bond del fugaz Lazenby) y un bastante desatado clímax final con la partitura icónica de Bond sonando para realzar los momentos de mayor adrenalina.

El guión corrió a cargo de tres habituales del 007. Me refiero a Neal Purvis, Robert Wade y Bruce Feirstein. Este trío nos presenta una trama que incluye una historia de villano megalómano al estilo Bond. Se incluye, no obstante, un trasfondo oculto cuya revelación los más veteranos y/o experimentados en cine de espionaje sabrán ver de lejos. Y todo esto con los gaseoductos de Azerbaiyán y Rusia como telón de fondo.

Apuntar que, aunque Bilbao sale muy poco, gran parte del film se rodó en España. Específicamente en localizaciones de Cuenca y Zaragoza haciéndolas pasar por Azerbaiyán. En el citado país se hacía muy complicado rodar por su convulso clima político. El rodaje se extendió durante cinco meses entre enero y junio de 1999 contando con un importante presupuesto de 135 millones de dólares. Tras su paso por salas de todo el mundo, y a partir de su estreno en USA (19 de noviembre de 1999), lograría amasar casi 362 millones. Esta marca la convirtió en la segunda entrega más taquillera de la saga protagonizado por Brosnan, tan solo por detrás de ‘Muere otro día’ (Lee Tamahori, 2002).

La fotografía de esta la decimonovena aventura la firmaría Adrian Biddle en una excelsa labor. Biddle clava las imágenes postales típicas de la franquicia y traza una genial sensación de agobio en las escenas que imitan a las catacumbas de los villanos. Por su parte, la música va a parar a las manos del habitual David Arnold. Inevitablemente tenemos también el tema principal que da título al film, a cargo de Garbage, que suena en los créditos iniciales. Y, coordinando la acción, sobresale el infalible Vic Armstrong. Todo un maestro de la segunda unidad que aquí saca el máximo partido al generoso presupuesto del film.

En ‘El mundo nunca es suficiente’, Pierce Brosnan sigue encantado de conocerse en la piel del mítico 007. En esta ocasión incluso se atreve a protagonizar escenas de riesgo y está mejor arropado que nunca hablando de la parte femenina del elenco. Aquí encontramos a una muy sentida y bellísima Sophie Marceau en un rol que va balanceándose de un lado a otro según le conviene al guión en su rol de Elektra King. También veremos a una ciertamente imposible, interpretativamente hablando, Denise Richards en lo más alto de su apogeo como aspirante actriz importante. Richards luce igualmente bella y muy impetuosa casi al estilo Lara Croft. Y remata el trío de mujeres Maria Grazia Cucinotta como la cigarrera, una implacable agente de Renard que pondrá en muy serios aprietos a nuestro espía favorito.

El villano de la ecuación va a parar a un, a priori, cuestionable Robert Carlyle (Renard). El actor británico tiene una excelente escena de presentación con cabeza holográfica flotante sobre la que Bond trata de entrar. Si bien su personaje promete mucho por la “tara física” que carga, tras un par de buenas escenas, se va diluyendo como un muñeco en manos de la sorpresa argumental del evento. Que por supuesto aquí no desvelaremos.

Completan el casting de habituales la inevitable Judi Dench, que seguía así afianzándose en su endurecida labor de jefa del Mi6. También están el veterano Desmond Llewelyn en su tristemente última aparición como Q (murió en un accidente de tráfico poco antes de Navidad del mismo 1999) y su inefable sustituto: John Cleese dando vida a R en un papel que nunca terminó de creerse mucho. Por último, se encarga de animar el cotarro todo un roba-escenas como Robbie Coltrane (Zukovsky) regresando desde ‘GoldenEye’ (Martin Campbell, 1995).

“No tiene sentido vivir, si no puedes sentirte viva” (Elektra)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de El mundo nunca es suficiente, un film con Bond desatado, encamándose con mujeres con el mismo ímpetu con el que acaba con los malosos, suelta chascarilllos o corre delante de generosas bolas de fuego. Toda una licenciatura para Brosnan que además cuenta con un excelso plantel de chicas Bond y un villano pérfido y cartoon que hacen de esta una entrega plenamente disfrutable.

Tráiler de El mundo nunca es suficiente

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