El luchador (The Wrestler)
De pasado glorioso en el wrestling, Randy «The Ram» Robinson se gana ahora la vida a duras penas con actuaciones menores que no le dan el dinero suficiente como para vivir dignamente. Al mismo tiempo que su cuerpo comienza a dar signos de flaqueza, busca el amor en una bella y voluble stripper llamada Cassidy y empieza a evaluar el estado de su vida. En consecuencia, comienza a trabajar como mozo de carga en un supermercado de pueblo e intenta recuperar el contacto con su hija adolescente a la que no ve desde hace años. En esas circunstancias le dan la gran oportunidad que lleva esperando veinte años: la revancha contra su mortal enemigo en el ring, El Ayatola. (Cineycine).
El 20 de febrero de 2009 (17 de diciembre de 2008 en USA) llegó a nuestros cines un gran drama humano y deportivo. Un film con un inconmensurable y desgarrador Mickey Rourke como protagonista, siendo secundado magistralmente por Marisa Tomei y Evan Rachel Wood. Todo dirigido por Darren Aronofsky en la confirmación definitiva de su talento tras las cámaras. Conozcamos a… ‘El luchador (The Wrestler)’.
«El único lugar donde me hacen daño es ahí fuera» (Randy «The Ram» Robinson)
La emoción de la lucha: Recreando un mito
La idea de llevar a la gran pantalla la historia de un wrestler no era nueva para Darren Aronofsky. El realizador descubrió el peculiar mundo de la lucha libre cuando, siendo un niño, acudió a ver el enfrentamiento entre Hulk Hogan Vs Tony Atlas en el Madison Square Garden. Desde entonces, siempre le intrigó la cuestión de cómo debía ser realmente vivir en ese mundo: «Llevaba seis o siete años dándole vueltas a la posibilidad de hacer un film siguiendo esa temática. Comencé a desarrollar algunas ideas con el productor Scott Franklin, de quien descubrí que de pequeño era mucho más aficionado que yo a la lucha libre y sabía bastante sobre el tema. Y cuanto más indagábamos en aquel mundo, más interesante se mostraba».
Aronofosky sigue con su explicación: «Más tarde conocí al escritor Robert D. Siegel y le hablé de la idea. Él lo pilló al instante. Los siguientes tres años los empleamos conjuntamente en desarrollar la historia que hoy es ‘El luchador’. No es un film deportivo, ni tampoco una cinta sobre el universo de la lucha libre. Es un drama humano, mucho más en la línea del retrato íntimo de una vida. No hace falta ser un seguidor de la lucha libre para disfrutar el film. Habla de una persona cualquiera. Una persona que, un buen día, se despierta y ve que ya no puede hacer lo que llevaba haciendo habitualmente, las cosas que le importaban. Se trata de ese (fatídico) momento en la vida que todo el mundo debe afrontar».
Una vez terminado el guión, tocó el turno de elegir al protagonista. Ese rol fue a parar a Mickey Rourke. Para Rourke no fue fácil subirse a un proyecto como este. No sólo se trataba de mostrar como nunca antes el mundo del wrestling, sino de interpretar un papel que guardaba algunas similitudes con su propio pasado: «Hay algunas similitudes y paralelismos entre el personaje y mi propia existencia. Está esa parte de mí que se ha perdido y una compresión acerca de ese estado avergonzado cuando no puedes conseguir un trabajo y ya no te quiere nadie. Este tipo vive unos sueños que no tiene certeza alguna vayan a convertirse en realidad. Se está preguntando si no será ya demasiado tarde. Esas son razones por las que no estaba del todo seguro que quisiera hacer la película, pues me tocaba todo un poco demasiado de cerca«.
Finalmente pudo más el reto que Rourke tenía ante sí mismo. El reto de dar el golpe definitivo encima de la mesa. De decir ¡aquí estoy yo! ¡este es mi talento! Así las cosas, Rourke comenzó, seis meses antes del comienzo del rodaje, con la preparación física del personaje. Comenzó a entrenar con luchadores auténticos, ganó 14 kilos de masa corporal para el papel y llevó a cabo todas las maniobras de lucha libre de su personaje guiado por Afa “El Salvaje” Samoano, Smooth Tommy Suede (quien también aparece en la cinta) y Supreme Lee Great. Rourke no fingió ser Randy Robinson, se convirtió en él.
Crítica de El luchador (The Wrestler)
La sensación que te inunda cuando la pantalla se funde a negro en ‘El luchador (The Wrestler)’, y comienza a sonar la maravillosa canción homónima de Bruce Springsteen es prácticamente indescriptible. No sólo estás encogido de dolor y desolación frente a la pantalla, sino que es imposible no sentirse identificado con ese luchador de la vida que es Randy “The Ram” Robinson. El prototipo del hombre/luchador que vive para la emoción de la lucha y para el fervor de su público. Un hombre para el que su hogar es el ring y que fuera de las cuerdas que delimitan el cuadrilátero se siente fuera de su hábitat natural, fuera de lugar. Un hombre incapaz de vivir una vida distinta a la que ha llevado desde hace más de veinte años. Incapaz de admitir que está hecho pedazos.
Ahora bien, no sólo se trata de que para Randy otra vida es imposible, sino de que los demás parecen alejados miles de kilómetros de él, aunque estén a su lado. Para Randy, a su alrededor, hay pocas personas y demasiada gente. Y sus intentos de reconducir su vida, de normalizar su día a día… se dan de bruces con la cruda realidad. Esa realidad que le golpea donde más duele, sin que Randy pueda defenderse. Sin avisarte, dejándote roto, sin aliento y en el más doloroso de los K.O. posibles.
Randy persigue sueños imposibles y realidades ficticias donde él pueda volver a estar junto a su hija Stephanie (una magistral Evan Rachel Wood). Así conocemos a una joven incapaz de ver en Randy alguna mínima connotación de cambio. Una niña que guarda mucho rencor contra el padre que nunca estuvo allí para ella cuando más lo necesitaba. Stephanie es demasiado joven y guarda demasiado rencor dentro de sí. Esto le impide entender porque su padre prefiere partirse la cara en antros de mala muerte contra otros hombres… antes que asistir a uno de sus cumpleaños…
Sin embargo, en el momento de la verdad, Randy abre su corazón golpeado millones de veces para mostrarse vulnerable y “humano”. De una ternura descomunal son sus dos encuentros con Sthepanie, dispares pero brutales. Uno bajo un enfurecido mar que acaba con ambos bailando un vals y otro en el opresivo piso de la joven. Dos instantes de un crudo realismo que encogerán incluso al más curtido. Una muestra más de que una cosa es luchar en un ring y otra muy distinta es hacerlo en la vida real, donde luchas por cosas que pueden parecer fáciles de conseguir, pero que por mucho que persigas e intentes acorralarlas, quizás nunca las alcances. Porque te puede bastar un segundo para ganar una pelea, pero seguramente te cueste una vida entera entender tu existencia.
Otra búsqueda imposible es la que embarca a Randy con Cassidy (simplemente maravillosa Marisa Tomei), una stripper que, como Randy, se encuentra en el ocaso de su profesión. En ese punto donde el cuerpo parece decir “se acabó”. Una mujer que ha servido a Randy como espectadora de primera línea de sus logros pasados. Una mujer dispuesta a escuchar las historias del día a día de un viejo guerrero, al mismo tiempo que baila para él en una muestra total del “yo te doy, tú me das”, que es su peculiar relación.
Randy ve en Cassidy a una persona que puede acompañarle en los años que le quedan. Ella ve en él a un cliente que siempre está ahí. Y es en ese punto donde se separan sus caminos y, al mismo tiempo, se juntan. En la necesidad mutua. Con distintos objetivos. De un lado, un hombre de mediana edad que huye de la soledad y, en el otro, una cuarentona que ha creado una coraza interior alrededor suya que es imposible de derribar. Ambos son supervivientes, pero juegan en diferentes ligas. Incluso practican diferentes deportes.
En medio de esas dos esperanzas de futuro se encuentra Randy. Me faltan adjetivos para describir el increíble tour de force que lleva a cabo Mickey Rourke durante todo el film. Me horroriza pensar que hubiese hecho Nicolas Cage en este papel porque, para el que no lo sepa, Cage era una imposición de la productora a Darren Aronofsky. Finalmente, Aronofsky financió el proyecto de su propio bolsillo (8 millones de $ costó la cinta) y, de ese modo, Rourke consiguió hacerse con el papel. Y gracias a ese empeño del director, Mickey Rourke estuvo a punto de ganar el Oscar al mejor actor. Lo de Rourke es apoteósico. Con una sola mirada consigue emocionar, hacerte reír, llevarte a su terreno y noquearte al instante.
Impagable es ver luchar en el ring a Rourke como si llevara décadas haciéndolo. Verlo volver a su mundo en el que no llega a pagar el alquiler de la caravana en donde vive y en donde se ha convertido en una diversión para los niños. Niños que aún le recuerdan y le adoran con una ternura inusual ¡Atención al momento en el que Randy juega a la Nintendo! Pero no tan agradable es su relación con el encargado del Supermercado donde trabaja durante la semana. Me refiero a Wayne (Todd Barry), un tipo repugnante. Un sujeto que envidia todo lo que Randy representa y que odia a todo aquel que ha sido capaz de conseguir el tan ansiado sueño americano, porque él es todo lo contrario.
La bajada a la tierra de Randy para enfrentarse a un público diferente es uno de los momentos más Aronofsky del film. Aquí se marca un magistral plano secuencia que sigue a Randy desde los vestuarios del Supermercado hasta el mostrador. Ahí podemos escuchar el ficticio rugido del público como si se tratara de otro combate más de Randy. Maravilloso momento. Las escenas que se centran en el nuevo trabajo de “El Carnero” son de lo poco amable y cómico que podremos ver en los 105 minutos de metraje. Además son unos instantes muy conseguidos con Rourke improvisando totalmente puesto que la producción no tenía el dinero suficiente para cerrar el supermercado durante el rodaje. Por ello, decidieron rodar con los verdaderos clientes que acudían al súper cada día.
Los efectos de ‘El luchador (The Wrestler)’
Tras darse a conocer con su ópera prima, ‘Pí’ (1998), y recibir el aplauso unánime de la crítica con la durísima ‘Réquiem por un sueño’ (2000) a Darren Aronofsky le llegó la consolidación definitiva con ‘El luchador (The Wrestler)’. Por primera vez en su carrera público, crítica y premios se dieron la mano. Y es que el film no sólo fue alabado por los críticos, y premiado en multitud de festivales alrededor del mundo, sino que también contó con el beneplácito del público. En USA recaudó más de 10 millones de $ en algo más de 6 semanas de exhibición. La película acabó su carrera comercial con casi 45 millones alrededor del mundo para un coste de 8.
Todo un triunfo de un film con clara vocación independiente por el que nadie daba nada. Finalmente sirvió para dar carta blanca a Aronofsky en cualquier proyecto en el que quisiera embarcarse. Pero no sólo el director salió reforzado de la repercusión del film, sino que este consiguió devolver a Mickey Rourke al sitio de donde nunca debió salir. Tras esta lo pudimos ver como parte del reparto de la reunión de fostiadores más grande de la historia moderna en ‘Los Mercenarios’ (Sylvester Stallone, 2010). Posteriormente hizo de villano en ‘Iron Man 2’ (Jon Favreau, 2010) y en ‘Immortals’ (Tarsem Singh, 2011).
Otras que también vieron recompensada su excelente labor interpretativa fueron Marisa Tomei (nominación al Oscar a la mejor actriz incluida) y Evan Rachel Wood. Tomei confirmó los presagios de su vuelta a lo grande, derribando el mito de que mujeres mayores de 40 años (tenía 44 años en el momento en que rodó ‘El luchador’) tienen muy difícil conseguir buenos papeles en Hollywood. De paso demostró que su Oscar por ‘Mi primo Vinny’ (Jonathan Lynn, 2002) no fue casualidad ni un delirio etílico por parte del mítico Jack Palance. Por su parte, Evan Rachel Wood llevaba años mostrando un gran nivel, tanto en papeles para producciones independientes como en films comerciales. Al año siguiente fue fichada por Woody Allen como una de las protagonistas femeninas de ‘Si la cosa funciona’.
Retroceder nunca, Rendirse jamás: Las peleas de ‘El luchador (The Wrestler)’
Uno de los puntos fuertes del film es su perfecta mezcla entre el drama humano más desgarrador y los combates más secos y violentos que se recuerden en un ring y con la lucha libre como deporte. Aronofsky se desenvolvió cámara en mano con una habilidad maestra. El realizador se metió de lleno en el cuadrilátero junto a los luchadores. La forma en que fueron filmadas las peleas dejó poco espacio para los cables o el uso de especialistas. Se ofrece así esa cruda sensación de cercanía de que lo que vemos es totalmente real. De que sí los luchadores caen desde lo alto de una escalera contra una mesa cubierta de alambres eso es real… de que los golpes duelen y de que esa sangre brota de verdad del cuerpo de los luchadores.
Aronofsky decidió contar con luchadores reales del circuito independiente del Wrestling Americano para los combates, tanto jóvenes promesas como viejos supervivientes. Esto fue lo que llevó a Mickey Rourke a preparase su papel hasta el mínimo detalle. No sólo debía de dar vida a “El Carnero” física y mentalmente, sino que a la hora de subirse al ring tenía que ser capaz de dejar al público con la boca abierta. El público tenía que verle a él mismo haciendo sus propios golpes especiales, incluido el “Ram Jam” (golpe final y sello personal del personaje consistente en saltar de pie desde lo más alto de las cuerdas del cuadrilátero y caer encima del oponente dejándolo KO).
Pero Rourke no sólo se atrevió con ese golpe final, sino que realizó él mismo, y sobre su propia piel, el Blading. Hablo de una técnica que consiste en que tras un supuesto golpe brutal (casi siempre en la cabeza) el luchador golpeado aprovecha que está en el suelo (falsamente) conmocionado para sacar una cuchilla escondida y cortarse en la frente. De esta manera se provoca una brecha que sangrará abundantemente dando al combate una sensación de realidad (grandioso momento que pudimos ver en primer plano).
Dignas de mención son dos peleas extremadamente brutales: Ram Vs “Necro Butcher”, un hombre con una grapadora (aún intento recuperarme del visionado de ese combate, realmente acojonante. Primero vemos las secuelas en los cuerpos de los luchadores y a continuación nos trasladamos en un largo flashback al combate, realmente salvaje). Y ¡cómo no! la revancha Ram Vs El Ayatola, un momento que se eleva a inalcanzables cotas de dramatismo con Randy jugándose literalmente la vida contra su enemigo mortal en el ring. Poco más puedo añadir sin entrar en spoilers sobre este combate que dejará al espectador totalmente destrozado.
Desgranando ‘El luchador’ por dentro. Habla el reparto artístico
Darren Aronofsky: «Soy un auténtico admirador de Mickey desde ‘El corazón del ángel’ y, a menudo, me preguntaba qué le había pasado. ¿Por qué ese gran talento no se mostraba al mundo? Al mismo tiempo también era consciente de cuán desafiante podía ser este papel, tanto a nivel físico como emocional. Sabía que necesitaba a un actor deseoso de hacer todos los sacrificios necesarios y tenía fe en que Mickey pudiera hacer eso. La mayoría de la gente decía algo así como: ¿Cómo te las vas a arreglar para hacer de Mickey Rourke alguien que caiga bien? Y yo les decía: Deberíais verle; cuando te mira a los ojos, te parte el corazón».
Mickey Rourke: «La gente puede pensar, que como yo había practicado boxeo, la preparación para la película seria fácil, pero no tiene nada que ver un deporte con el otro. Sin duda el boxeo es algo que todavía me encanta, pero ya no puedo seguir. Pero cuando llegué al gimnasio, y comencé a ver como entrenaban aquellos luchadores, mi respeto por ellos aumentó. A mi el boxeo me dejó secuelas. Durante tres años no podía recordar lo que había hecho el año anterior y los médicos casi me obligaron a detenerme. Quizás podía recibir cien golpes todavía, pero quizás uno alcanzaba para terminar conmigo. Por eso sabia en qué punto se encontraba mi personaje».
Sobre la banda sonora: «Bruce Springsteen y yo hemos sido amigos durante 20 años. Perdimos el contacto hace trece años. Y como esta peli se rodó en Nueva Jersey me sentí más cerca de él. Le escribí una carta y a los 3 o 4 meses vino a verme y me dijo “Hermano, te he escrito una canción”. Sacó su guitarra y empezó a cantar. Era la esencia de la película en una partitura. Y se la dimos a los productores. Nuestro presupuesto era de solo 8 millones de $. Entonces gente como Axl Rose, al enterarse de que estábamos rodando, vinieron al plató y nos cedieron los derechos de temas como, “Sweet Child” o “Mine”. Y grabaron unos acordes de guitarra sólo para nosotros. Vinieron al set, por mí, por cariño».
Marisa Tomei: «Es una historia cuyos temas tienen una gran resonancia para un artista debido a esos dos personajes que ya se están enfrentando al momento en que sus cuerpos están comenzando a fallarles para sus actuaciones. Me pareció que era algo que no se ve habitualmente. Siempre me ha gustado afrontar lo que me da miedo, y entonces me di cuenta de que existe un arte auténtico y una gran fuerza en lo que el personaje hace. Para mí, existe algo interesante en el poder que Cassidy experimenta en el escenario, donde disfruta de una momentánea sensación de control sobre los otros. También me pareció muy digno de interés el hecho de que esté en este negocio donde está habituada a manipular a los hombres para poder comer pero, en cambio, con Randy no sabe cómo mostrarse o cómo librarse de ese control».
Evan Rachel Wood: Para ayudar a entrar mejor en el personaje, Aronofsky evitó en todo momento que Wood y Rourke se vieran las caras hasta su primera escena. «Fue muy intenso no haberle dicho jamás a Mickey ni siquiera un ‘hola’ y, de repente, verme ante él y gritándole. En cierta manera eso era aterrador, pero realmente contribuyó a crear ese sentimiento de constituir dos personas que padecen un verdadero problema de incomunicación y que, sin embargo, se deshacen en deseos de poder conectar».
«Con un poco de suerte este será mi billete de vuelta a la cima» (Randy «The Ram» Robinson)
En resumidas cuentas.
Finalizo ya esta crítica de El luchador (The Wrestler), una de las imprescindibles de su año. Un drama humano que va más allá y que recicla los lugares y puntos comunes de este tipo de films. Al mismo tiempo sirve como puesta al día del género como ya hicieran en su día ‘Jungla de cristal‘ en la acción, ‘Sin perdón‘ en el western o ‘El Padrino’ para el cine de gangsters.
Tráiler de El luchador (The Wrestler)
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