El hombre sin pasado
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Tae-sik es el dueño de una casa de empeños o eso parece… pero en realidad Tae no es un simple “prestamista”, ya que al igual que Brian Mills “posee unas habilidades poco comunes”… y los villanos de este film las van a conocer por las malas en… ‘El hombre sin pasado’.

“Soy dueño de una casa de empeños, acepto de todo, incluso dientes de oro… Cuando acabe con vosotros, me quedaré con vuestros dientes”.-Tae sik.

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Crítica de El hombre sin pasado.
Corea del Sur lleva demostrando durante cierto tiempo un hincapié y empeño en introducirse en los mercados internaciones con géneros como el fantástico (no en vano, han tomado referencias del principal gigante dentro de este género, Japón) y el de acción/thriller. Actualmente pueden presumir de títulos como ‘El redentor’ (Lee Jeong-beom, 2014), ‘Asesinos’ (Choi Dong-Hoon, 2015) o esta de ‘El hombre sin pasado’, películas que demuestran que sin necesidad de presupuestos millonarios, apoyos de grandes estudios o empresas de FX, se pueden lograr grandes y notables productos de acción.

Lee Jeong-beom, cuya filmografía es pequeñita (tan sólo ha rodado tres películas, y sólo las dos últimas han salido fuera de su país de origen), es uno de los impulsores actuales del género actioner en Corea del Sur, tanto con esta cinta como con la también citada ‘El redentor’ (2014). Ambas películas tienen mucho en común y un gran pulso y calidad.

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‘El hombre sin pasado’ viene a ser del tipo de película de justicieros que se hace en EE.UU. Sin embargo, en territorio yanqui se pone más interés en la parafernalia visual y las one liners… mientras que Lee Jeong se basa en un enfoque más oscuro: aquí hay mafias chinas de por medio y mucho de los bajos fondos de las triadas, desde prostitución hasta el tráfico de órganos. Un entorno duro donde el protagonista (Tae) se mueve incómodo pero con determinación a la hora de salvar a su pequeña vecina. Todo ello frente a una legión de gánsteres macarras que sufrirán bajo sus habilidades.
Teniendo en cuenta lo anterior, se nos presenta una historia bonita en un entorno oscuro. El eje central es la relación entre Tae y la niña, y aquí es donde el film de Lee destaca a la hora de contar la historia y haciendo también un uso del humor que quizás no resulte apto para ciertos espectadores… pero perfecto y añadido al tono del film y sin llegar a resultar absurdo.

La película también cuenta con una gran labor actoral. Won Bin resulta enormemente convincente como este misterioso hombre cuyo pasado se nos revelará a lo largo de la cinta (grandísima escena/secuencia donde se revela el motivo por el cual el personaje se distancia del mundo). Kim Sae-ron, la niña del relato, empatiza desde el primer fotograma a través de una interpretación sumamente convincente. Además, destaca poderosamente el trío de malosos: Thanayong Wongtrakul como el sicario Ramrowan, la némesis del protagonista y asesino sin escrúpulos (ojo al momento en el que liquida a un mafioso coreano y a todo su sequito), y los dos hermanos mafiosos interpretados por Kim Hee-won y Kim Seong-ho, ambos auténticos malnacidos que le pondrán las cosas muy difíciles al protagonista en su búsqueda.

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Si la labor actoral resulta notable, las set-pieces (las justas, pero enormes) son sumamente notables y de una realización exquisita (mención al espectacular plano-secuencia o la pelea en los baños de una discoteca, ejemplo culmen del cine actioner). El clímax nos regala unos 10 minutos de pura orgía de acción que van desde puños hasta cuchillos y sin remilgos a la hora de mostrar la sangre derramada… El cine de acción contemporáneo de Hollywood debería tomar nota. Por último, la música resulta un enorme acierto en esos minutos finales, donde la emoción y el suspense alcanzan cotas casi insuperables dentro del género.

“No tienes ni puta idea de con quién te la estás jugando”.-Mafioso.
“Da igual, de un modo u otro, estáis muertos”.-Tae.

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En conclusión.
Cierro ya esta crítica de El hombre sin pasado, una obligatoria cinta de acción coreana filmada con un pulso y una emoción dignos de estudio. Además, contiene una serie de elogiosas set-pieces (ese clímax) y un guión donde el humor, el drama y la tensión se unen sin fisuras. Puede que haya personajes extravagantes, pero estos no rompen el tono oscuro del film.

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