Conan, el bárbaro (2011)
En la era Hiboria una Leyenda decía que el hombre que reuniera los pedazos de la máscara de Aquerón gobernaría sobre el resto con poder absoluto. En un poblado cimmerio nace y crece de forma violenta un niño llamado Conan que demuestra ser un portento en la lucha. Un día, su poblado es salvajemente arrasado por el brutal Khalar Zym y su poderoso ejército de esbirros en busca del trozo final de la máscara de Aquerón. El niño Conan, a pesar de su valor, no puede salvar a su padre y asiste impotente a su muerte. Han pasado los años, el niño es ahora un joven y poderoso guerrero curtido en mil batallas… pero no ha podido olvidar el asesinato de su padre ni la destrucción de su pueblo. Por ello, busca por toda la tierra el rastro de Khalar Zym y sus esbirros para derramar su sangre y ver cumplida así su venganza. (Cineycine).
En el año 2011 Marcus Nispel nos trajo una nueva y violentísima versión cinematográfica de “Conan” con Jason Momoa a la cabeza. Contra todo pronóstico, con mucho en contra y con casi nada que ganar… el film me sorpredió positivamente y en mi parecer se ganó el derecho de llevar el título de… ‘Conan, el bárbaro (2011)’.
“El fuego y el hielo unidos es el misterio del acero”.-Corin, padre de Conan.
Crítica de Conan, el bárbaro (2011)
27 años después de ‘Conan, el destructor’ (Richard Fleischer, 1984) retornó a nuestras pantallas una nueva versión de las aventuras de “Conan, el bárbaro”, el mítico personaje creado en los años 30 por Robert E. Howard. Y lo hizo de la mano de un director como Marcus Nispel que no le hace nada de ascos al tema de mostrar en pantalla sangre, brutalidad y violencia. Con esto de entrada ya contábamos y personalmente lo aplaudo, y lo aplaudo porque es algo de lo que los directores y estudios actuales nos están privando en los últimos años de forma absolutamente miserable y con ciertos toques paternalistas.
En ‘Conan, el bárbaro (2011)’, Marcus Nispel ofrece un buen festín de sangre, salvajismo, amputaciones y violencia en estado puro. Algo que, por otra parte, no puede faltar en un film que lleve a «Conan» en su título de portada. De hecho, esta cinta (en este aspecto) resulta superior a los dos films anteriores del mítico cimmerio protagonizados por Arnold Schwarzenegger. La violencia que el director alemán nos muestra en pantalla es tremendamente bárbara y disfrutable… igual que la desnudez que muestran algunos personajes. Marcus Nispel no se corta un pelo y traslada al cine todo el salvajismo que podía haber en la era hiboria, ya de por sí la terrible forma en la que Conan viene al mundo es toda una declaración de intenciones.
En la cinta veremos, brevemente, como Conan nace y va creciendo hasta que su poblado es arrasado por las hordas de Khalar Zym. A partir de ese momento, entra en acción Jason Momoa dando vida a un Conan ya crecido. Se aprovecha entonces para, por medio del guión, llenar de forma más o menos «hábil» esos “años de vacío”, con historias que relatan determinados personajes sobre las hazañas que Conan ha ido realizando en ese tiempo no visto en pantalla. Hazañas que son guiños a historias vistas en los cómics como ‘La torre del elefante’. De hecho, encontramos al “Conan actual” viajando con los piratas por las distintas tierras que componían el mapa de la Era Hiboria en busca de su vengativo destino.
El film tiene una muy buena ambientación (no tanto como la original de John Millius, y es que los parajes de Segovia, Almería y la Ciudad Encantada de Cuenca son míticos e inigualables) y las escenas de acción y lucha están francamente bien resueltas para lo que estamos acostumbrados. De hecho, son bastante buenas (algunas de ellas adornadas con algún que otro golpe a cámara lenta para no perder detalle del impacto) y Jason Momoa demuestra un efectivo dominio de la espada, llegando incluso a luchar con dos en cada mano.
En general puedo decir que, en su momento, fui con bastante miedo e incluso “molesto” a ver esta nueva película de «Conan» (ojo, no es un remake) y bueno, las cosas hay que reconocerlas, y esta es una destacada película sobre el cimmerio que en algunos aspectos incluso mejora la obra de Millius (sobre todo, el de la exposición visual de la violencia). Eso sí, compararlas no tiene sentido alguno porque, a pesar de tratar sobre el mismo personaje, cada cinta es de una época distinta y la película de John Millius globalmente es superior, una verdadera Obra Maestra del cine de espada y brujería. Este Conan de Nispel es un buen film pero le faltan cosas para poder tratar de tú a ‘Conan, el bárbaro’, ahora bien con ‘Conan, el destructor’ ya es otra historia.
Cierra el film la BSO de Tyler Bates que ni de lejos podría competir con la del Maestro Basil Poledouris. Aquí sí que cualquier comparación es odiosa y compararlas sería injusto. No en vano, la BSO que Basil Poledouris compuso en su momento para la película de John Millius es considerada como una de las mejores bandas sonoras de la historia.
“Un festín para mi espada”… Los años bárbaros.
La cinta cuenta con un casting que da cita a rostros conocidos como: Jason Momoa, Rachel Nichols, Ron Perlman, Stephen Lang y Rose McGowan como artistas más reconocibles mundialmente. Veamos cómo les fue…
Jason Momoa es Conan. Existieron muchísimas dudas (me incluyo en este apartado) y se hizo mucha “sangre” en cuanto se supo que Momoa iba a meterse en la piel del cimmerio. Rápidamente saltaron las inevitables comparaciones con Arnold Schwarzenegger y se hizo mucha leña del actor de origen hawaiano. Nadie se esperaba que pudiera interpretar con un mínimo de solvencia al salvaje bárbaro (especialmente por el aspecto surfero de Momoa en aquellos años). Sin embargo, los pronósticos saltaron por los aires y Jason Momoa dibuja un Conan de notable. Está francamente bien en el pellejo del cimmerio, mostrándonos un Conan violento, salvaje, sangriento, incluso respetuoso («a su manera») cuando tenía que serlo y con bastantes más líneas de diálogo de las que pudiera tener Schwarzenegger en su film… Es cierto que Momoa no tenía la musculatura ni el carisma de Arnold, pero respecto a lo primero hizo un trabajo notable de gimnasio y su Conan (físicamente y desde su metro y noventa y tres centímetros) luce muy bien manejando espadas, echando miradas intimidatorias (por cierto, buena mirada tiene Momoa), dando mamporros o montando a caballo. Respecto al carisma, decir que este se va cogiendo con el tiempo y Momoa actualmente ya empieza a tener bastante llena esa barra.
Rachel Nichols y Ron Perlman son otras dos “caras conocidas” del cartel de la película en el bando de los buenos. La primera (que me encantó en ‘Parking 2’) interpreta aquí a Tamara, “la compañera ocasional” de Conan. Es claro que, pese a sus innegables esfuerzos, no puede competir con una Rose McGowan que está mejor por la extravagancia de su personaje. Y, por su parte, Ron Perlman aprovecha francamente bien los pocos minutos que tiene encarnando a Corin, padre de Conan.
Ya del lado de los malos nos encontramos con Stephen Lang para el que queda el rol Khalar Zym, el villano de turno. La verdad es que me esperaba aquí a un Lang totalmente desbocado y sin frenos. Pero nada de eso, Lang lleva a cabo una interpretación bastante comedida, sin fisuras y francamente correcta. Ya digo que esperaba (y quizás me hubiera gustado) verlo “más salvaje, más ido de olla”…
Atención a Rose McGowan como Marique, la hija bruja de Khalar Zym. Y digo lo de atención porque está genial. Literalmente borda su papel de pérfida y bizarra hija que ayuda a su padre en sus objetivos. Un disfrute verla con el maquillaje que luce en la película con garras a lo Freddy Krueger incluidas. Incluso en un momento del film se rinde un clarísimo (y creo que buscado e intencionado) guiño al personaje de Robert Englund en una de las secuencias más recordadas de ‘Pesadilla en Elm Street’ (aquellas en las que Freddy recorría con sus garras las tuberías, paredes…).
Y, finalmente, hacer mención en esta crítica de Conan, el bárbaro (2011), a los esbirros de Khalar Zym que están encarnados por los monstruosos Bob Sapp, Steven O’Donnell, Milton Welsh, Borislav Iliev y Nathan Jones. Estos colosos básicamente se limitan a mostrar en pantalla sus impresionantes físicos salvajemente recubiertos de todo tipo de «ornamentos» violentos para la ocasión. Los mejor parados son Steven O´Donnell y Nathan Jones con sus porras y cadenas… y el peor parado es el inclasificable Bob Sapp que no tiene ni una sola línea de diálogo y se limita a plantar su atemorizante físico en pantalla mientras da y recibe palos (como bien sabemos los que le vimos “luchar” en las MMA no es para tanto sino más bien al contrario).
¡Ah! y también atención especial para Leo Howard en su papel de Conan niño. ¡Brutal! esto es un infante cimmerio con la sangre caliente y no el pasmarote que encarnó en su momento Jorge Sanz en los escasos minutos en los que participó en el film de 1982.
En conclusión.
El paso del tiempo supongo que pondrá a esta cinta en su justo lugar, veremos entonces si aguanta tan bien como lo ha hecho hasta el día de hoy el film de John Millius protagonizado por Arnold Schwarzenegger. Pero, hasta que eso pase, y a día de hoy, y aún siendo fan del roble austriaco y de la mítica cinta de Millius, no tengo más remedio que afirmar que ‘Conan, el bárbaro (2011)’ de Marcus Nispel consigue alzarse por encima de la carga negativa hacia ella y ofrecer un buen espectáculo cimmerio. No creo que defraude a nadie y puede incluso llegar a sorprender positivamente, como fue mi caso.
“Si combates a un cimmerio, por niño que sea, es mejor matarlo”.-Conan.
Curiosidades.
–Jason Momoa fue seleccionado para el papel de Conan justo cuando acababa de terminar de rodar la serie ‘Juego de tronos’ para el canal HBO donde interpretaba al caudillo Khal Drogo. Momoa se metió de lleno en un régimen intensivo de preparación, durante el que pasó seis horas diarias durante mes y medio con el equipo de diseño de acción de la película. Su preparación con la espada fue supervisada por el maestro sensei Chad Stahelski, y los ejercicios con las pesas que incrementaron su masa y volumen muscular fueron realizados bajo la vigilancia de Eric Laciste.
–Leon Howard que dio vida al Conan niño contaba en ese momento con 13 años y ya era cinturón negro de primer dan y miembro de la SideSwipe Performance Team, un grupo centrado fundamentalmente en las artes marciales, que mezcla estilos tradicionales de las mismas, como Kárate y Tae-Kwon-Do con ejercicios gimnásticos y acrobáticos. Ofrecen así al espectador una exhibición extrema de altos vuelos de talento, fuerza y resistencia sin igual.
-‘Conan, el bárbaro (2011)’ se rodó a lo largo de 12 semanas en exteriores de toda Bulgaria, y en los diversos platós y decorados de Nu Boyana Studios. El diseñador de producción Chris August, junto con un equipo que llegó a alcanzar en algún momento las 400 personas, se encargó de crear unos 60 decorados distintos.
–Stephen Lang se incorporó al reparto tan solo una semana antes de empezar a rodar, por lo que su aspecto se diseñó a través de correos electrónicos entre el actor, el director y el experto en efectos de maquillaje del film Scott Wheeler.
Tráiler de Conan, el bárbaro (2011)
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