Code 8
En un futuro próximo Lincoln City es la ciudad con mayor crecimiento económico de todo EE.UU. La razón es que el 4% de sus habitantes tienen “habilidades especiales”. Sin embargo, y con el paso de los años, los ciudadanos normales empiezan a temer a esta gente “empoderada”. Además, la aparición de la droga Psyke provoca que la policía tenga que militarizarse con robots para poder detenerlos. En esta situación, Connor Reed intenta salir adelante como puede ayudando a su madre enferma. Así terminará cruzándose en el camino de Garrett, un criminal con poderes que parece muy interesado en él para sus “trabajos”. (Cineycine).
Lo que empezó siendo un corto de unos cuantos cientos de dólares, con una idea ciertamente original, se convirtió en una película de presupuesto moderado en 2019. Ahora en Netflix se han hecho con sus derechos para distribuirla en su plataforma de streaming. Ya mismo nos adentramos en una ficticia Lincoln City donde personas con poderes y sujetos normales viven una cotidianidad discordante. Bienvenidos a ‘Code 8’.
“La gente nos odia por lo que tenemos” (Garrett)
Crítica de Code 8
La historia de cómo se gestó ‘Code 8’ tiene ciertas similitudes con la de esos cortos que empiezan siendo un pequeño proyecto. En este caso me refiero al cortometraje homónimo firmado por Jeff Chan, un canadiense especializado en cortos. La premisa de su historia inicial era simple: una persona con poderes se enfrenta a unos robots policía que tratan de detenerle. Para llamar la atención de algún estudio se logró un crowfunding brutal consiguiendo 2,4 millones de dólares para la filmación. Así fue como su modesto trabajo pasó a convertirse en un film de un presupuesto más aceptable. Un film protagonizado por los primos Amell (Robbie y Stephen), quienes son más reconocidos por haber trabajado a lo largo de las series del Arrowverse de la cadena de televisión americana CW.
En ‘Code 8’ las similitudes con el cine de Neill Blomkamp son evidentes, especialmente con ‘Distrito 9’ (2009), ‘Elysium’ (2013) y ‘Chappie’ (2015). La película de Chan también recrea una sociedad distópica donde la gente con poderes (antaño el motor económico de la ficticia Lincoln City) son vistos con recelo y miedo. Así tenemos una mezcla similar a los alienígenas que poblaban el distrito 9 o los mutantes de los X-Men, creándose una mensaje antirracista. Un mensaje que no termina de calar al no ser tan original ni tan impactante como se pretende. Además, posteriormente, se suma una trama criminal con robots policía (guardianes) que parecen diseños desechados de ‘Chappie’. Todo esto termina por demostrar que ‘Code 8’ no tiene una originalidad clara frente a otras propuestas del género de ciencia-ficción copiando descaradamente conceptos e ideas de films superiores.
La poca experiencia de Chan tras las cámaras se traduce en una ineficacia a la hora de gestionar la narrativa. Y, por otra parte, el guión de Chris Pare no tapa la escasa originalidad de la propuesta que llega a ser sonrojante. Por si fuera poco, hay una cierta sensación de vaguedad a la hora de transcribir lo que en su día fue el corto. Naturalmente que se pueden reproducir ciertas influencias, no estoy en contra de eso. Ahora bien, se puede (y se debe) intentar maquillar la propuesta o dotarla de algo diferente para logar que no se tenga de manera constante en mente otros films…
Respecto al elenco no hablamos precisamente de un casting de grandes nombres. Los más conocidos por los amantes del género son los primos Amell, Stephen y Robbie. Ellos son los que le ponen más ganas a la hora de interpretar a Connor Reed y Garrett. De los dos a quién se le nota más entusiasmado y en su salsa es a Stephen en su rol de Garrett, un criminal con poderes telequinéticos. El actor canadiense parece haberle cogido el gusto a estos personajes duros.
La otra cara más conocida es la de Sung Kang como el detective Park de la división de narcóticos que va tras la pista de Marcus Sutcliffe. Este último interpretado por Greg Bryk, un narcotraficante de Psyke y jefe de Garrett, siendo el tipo que controla el suministro de drogas de Lincoln City. El resto del cast lo componen actores desconocidos que hacen su labor lo mejor que pueden.
Llegados a este punto, ¿hay algo salvable en ‘Code 8’? Pues sí, los FX son probablemente el atractivo más interesante de la película. Hablamos de unos efectos que son bastante eficaces, sobre todo viendo el presupuesto que han tenido. Tampoco se puede negar que la escasa duración de la propuesta, 98 minutos, se agradece. Finalmente, la música de Ryan Taubert (otro desconocido) consigue captar la atmósfera de ciencia-ficción del film. Eso a pesar de sonar a otras cientos de cintas del género.
En conclusión.
Concluso esta crítica de Code 8, una propuestas que para llamar la atención cuenta con la presencia de Stephen y Robbie Amell. Sin embargo, los famosos familiares no logran tapar todos los posibles defectos ya comentados a lo largo de esta reseña. Al final la película no se alza hacia cotas superiores y será recordada más por sus dos protagonistas que por su propuesta en sí.
Tráiler de Code 8
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