Blanco humano 2
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Scott Adkins pasa del ring de la MMA a otro tipo de ring más exótico. Por delante tiene 260 Km2 de isla y algo más que un campeonato en juego. Ahora pelea por su propia vida y puede que no llegue a cobrar su recompensa. Scott Adkins se convierte en la nueva presa de… ‘Blanco humano 2’.

“¿Le gusta ganar, Señor Baylor?”.-Jonah Aldrich.

Crítica de Blanco humano 2

En 1993 John Woo dirigióBlanco humano’, una de las mejores películas de Van Damme. Aprovechando su título y fama entre los fans, en 2016 el director holandés Roel Reiné se unió al action-man Scott Adkins para rodar su “secuela”. Lo de “secuela” lo pongo entrecomillado porque, salvo un par de guiños (las palomas, los planos de las flechas o el pistolón que usa Robert Knepper), nada une a esta película con la precedente. Así pues, se puede ver perfectamente sin haber visto el film de Woo.

Desde siempre, Scott Adkins se ha declarado fan de Van Damme y John Woo. Así las cosas, participar en este proyecto fue un sueño para él. Amén de reconocer que simplemente protagoniza aquello que buenamente le ofrecen. En sus palabras: “No trato de vivir a costa de Van Damme, es solo que estos son los tipos de papeles que me ofrecen. Si no los hago yo, los terminará por hacer otro”.

Por su parte, Roel Reiné es todo un especialista en la serie B de acción y esto se nota para bien. En este sentido, el aspecto más destacado de ‘Blanco humano 2’ son sus escenas de acción. Todas ellas están notablemente filmadas y nos retrotraen totalmente al buen cine de acción de los 80. En pantalla podremos observar claramente quién golpea, dónde y los efectos del impacto. Nada de tembleques ni movimientos de cámara extraños y/o ultrarrápidos. Un auténtico festín para los buenos amantes de la acción. Además, Reiné va a saco y desde el principio nos regala 4 combates principales: el del campeonato y tres secundarios. Posteriormente, la acción se traslada ya a la jungla con la caza a Scott Adkins, el nuevo blanco humano.

También destaca la película en su labor de ambientación natural en la propia Tailandia. Aquí vuelve a destacar Roel Reiné al encargarse de la propia fotografía del film. En pantalla lucen mucho las buenas tomas de la selva con el verde, algunas cataratas, el barro o puentes abandonados. Muy buena labor de ambientación por parte del cineasta. Tan es así que eleva considerablemente el valor de un film de serie B como este.

Respecto a la trama poco o nada hay que comentar. La misma sigue la estela de la ya citadaBlanco humano (John Woo, 1993) o ‘Juego de supervivencia’ (Ernest Dickerson, 1994). De esta forma, tenemos a un variopinto grupo de individuos persiguiendo a muerte un solitario hombre calificado como presa/trofeo. Naturalmente, estos desalmados van provistos de todo tipo de armamento y vehículos. Por su parte, al “trofeo” tan sólo le dan una botella de agua y un saco con diamantes como recompensa por si logra escapar. Como bien dice Jonah Aldrich: “Hay depredadores y presa. Esto es una cacería…”. Siendo justos, en este tipo de films no necesitamos mayor argumento. Al igual que los cazadores, ya sabemos que vamos a presenciar un “body-count” y sólo queda pasarlo bien.

“Prepárate, no es un juego…”. Bienvenido a la jungla.

Encabezando el reparto tenemos a Scott Adkins que hace lo que mejor sabe hacer. Esto es, realizar una completa exhibición marcial ejecutando todo tipo de golpes y agarres. Además, demuestra una gran forma física como el peleador Wes Baylor. A nivel personal considero que, actualmente, Adkins posee el mejor cuerpo del cine de acción. A su lado encontrará una mano amiga en Ann Truong, una lugareña que sabe defenderse bien. Precisamente, también es en la parte física en la que destaca Ann, pese a su pequeña apariencia.

Del grupo de perseguidores tan sólo merece la pena detenerse en la gran Rhona Mitra. En el film da vida a Sofia, una rica heredera que usa la caza al hombre para desfogarse. Mitra da un gran porte y caché al grupo y es la única capaz de tratar de tú a Adkins. Ambos llegan incluso a tener un destacado mano a mano. Además, Mitra se presenta con un atuendo de cuero que la hace parecer salida de la saga Underworld. No en vano, fue la protagonista de La rebelión de los licántropos (Patrick Tatopoulos, 2009).

El resto de “cazadores” está formado por dos palurdos texanos (padre e hijo), un joven diseñador de videojuegos que no tiene ni media torta y un “Lord”. ¡Ah, sí! y por un torero español (Adam Saunders) con sable incluido que también deja algo de huella.

Por su parte, Robert Knepper es Jonah Aldrich, el organizador de todo este tinglado que dice venir de una generación de “promotores”. Knepper es un actor al que esto de hacer de villano le sienta como anillo al dedo. Ha nacido para ello y necesita bien poco para resultar odioso. Aquí se presenta teñido de rubio y es el otro AS en la manga junto a Mitra y Adkins. Atención a cómo explica la emboscada a Baylor y a su clímax en el puente. Finalmente, Temuera Morrison se limita a ser el brazo armado de Aldrich con todo lo que ello implica.

En conclusión.
Finalizo esta crítica de Blanco humano 2. Dejando al margen su descarado aprovechamiento del título original… este es un film de serie B que cumple bastante mejor de lo esperado. Una buena cinta de acción cuya filmación nos retrotrae a los añorados años ochenta. En definitiva, un producto honesto que cualquier fan del buen “actioner” sabrá valorar y disfrutar en su justa medida.

Tráiler de Blanco humano 2

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