Bad Boys: Ride or Die
Cuando parecía que la paz había llegado a la vida de nuestros “polis rebeldes”, el mundo que conocían se desmorona ante sus ojos sin que estos puedan hacer nada. La memoria del Capitán Howard es mancillada, marcándole como corrupto. Y sus dos mejores hombres no van a tardar en caer… cuando sus superiores manden a sus propios compañeros y amigos a por ellos. Mike y Marcus deberán actuar al margen de la ley para poder sobrevivir y limpiar sus nombres y el de su capitán. (Cineycine).
“Mike se avecina una tormenta. La cosa se va a poner fea. Te van a poner a prueba. Que sepas que tú puedes…”. Solos, y sin refuerzos, los polis más rebeldes de Miami ahora son los polis más buscados. Han puesto precio a sus cabezas: 5 millones, vivos o muertos. Will Smith y Martin Lawrence regresan para un ¿último baile? en ‘Bad Boys: Ride or Die’.
“Hoy no vamos a perder” (Mike Lowrey)
Crítica de Bad Boys: Ride or Die
Esta cuarta entrega ya se anunciaba en la escena entre créditos de ‘Bad Boys for Life’ (2020). La intención de todos los envueltos en aquella era, como mínimo, levantar una trilogía acerca de los personajes antiguos y los nuevos. Y, aunque por la pandemia del COVID, hemos tenido que esperar más tiempo del previsto, al final, esa premonitoria escena se ha cumplido…
Los directores Adil y Bilal regresan en una inefable, enloquecida y delirante continuación que mezcla, sobre todo, eventos de la segunda y tercera entrega en una coctelera servida bien fría y sin anestesia. Ambos se parapetan en un guión que parece escrito durante una noche de fiesta. Y cuentan con unos actores protagonistas sabedores de estar al borde de los sesenta. Sin embargo, prefieren ser ellos mismos los que abracen el meme, antes que este les llegue por sí mismo. ‘Bad Boys: Ride or Die’ viene a sacarte a bailar, aunque no quieras. Mike y Marcus ahora no pueden ser malos y rebeldes. Ahora deben buscar potenciar su probada química conjunta para cubrir el cupo y seguir haciendo caja. Por lo menos, una vez más.
‘Bad Boys: Ride or Die’ viene firmada tan solo por uno de los redactores del script de la cinta previa, Chris Bremmer. Al que se le une Will Beam. Este último, un escribano que se fogueó en el policíaco para cine con ‘Brigada de élite’ (Ruben Fleischer, 2013). La labor del guión de ‘Ride or Die’, seamos sinceros, es la más floja de toda la saga. Y eso que ninguna de las tres películas anteriores tenían un libreto digno de ‘Ciudadano Kane’ (Orson Welles, 1941). La premisa argumental es, directa y llanamente, imposible de asimilar. Y, no solo eso, si no que hace gala de una falta de coherencia absoluta. Lo cual, aunque sepamos muy bien ante la clase de película que tenemos delante, rechina bastante. Sin duda, va a competir seriamente con ‘Los Mercen4rios’ (Scott Waugh, 2024) al peor guión de secuela de acción reciente.
Sin entrar en graves destripes… es de traca el cómo se van produciendo los hechos que desencadena la acción. Y cómo cierto personaje los ve venir por medio de una revelación en una situación de vida o muerte. Todo esto, tal y como es visualizado, parece sacado de las secuencias oníricas de ‘Noé’ (Darren Aronofsky, 2014). Y, claro, acaba por ser un chiste en sí mismo… pero, lastimosamente, la película se lo intenta tomar en serio. Para luego, acto seguido, hacer chistes sobre ello durante el resto del metraje. Todo un sin sentido. Así las cosas, esta cuarta entrega abraza el chiste fácil. Se lanza a por el humor claramente identificable para el público mayoritario para el que está producido el film: el público afroamericano. Y las situaciones terminan siendo bochornosas y dignas de los sketches de las continuaciones de ‘Scary Movie’.
Para rematar la ecuación, las escenas de acción intentan replicar las inerrables set-pieces de comedia enloquecida de la segunda entrega. Pero esta vez de una forma totalmente barata y chabacana. Insistiendo con la acción, es justo apuntar que está bastante bien resuelta. Aunque, como el resto del conjunto, no mejora en nada a ninguna de las anteriores. Y lo que es peor… vuelve a volcarse hacia el lado más cómico de la balanza. Y conviene aclarar este punto porque si en algo destacaba ‘For Life’ era por ser un bien llevado balance de las dos entregas de Michael Bay con nuevos bríos. Sin embargo, todo lo avanzado en aquella, aquí lo tiran al traste. Como si aquello ya no valiera.
Eso sí, el film, cuenta con set-pieces distraídas como esa que envuelve un avión de transporte de presos o su clímax en un abandonado museo del caimán en Florida (ojo al temible albino que puebla con gran leyenda sus aguas y que ¡cómo no! dará para un chiste con ecos ni más ni menos que a ‘El exorcista’ (William Friedkin, 1973). Eso sí, pasado por el filtro del humor Martin Lawrence…
En la música volvemos a contar con un Lorne Balfe mucho más comedido que en el film precedente. Y sobre la fotografía, el film opta por mostrar una parte más sucia y degradada de Miami y los cayos de Florida. Así pues, el trabajo de Robrecht Heyvaert no alcanza unos picos visuales tan interesantes como en sus anteriores trabajos.
En el plantel actoral, los personajes nuevos que aparecen lo hacen a base de puro brochazo gordo. Y los que ya estaban de la anterior entrega ven su arco argumental minimizado. Respecto a sus protagonistas, estos viven un cambio de rol como en esas películas en donde dos personajes opuestos intercambian sus cuerpos. Esto sirve para dar más rienda suelta a un enloquecido Martin Lawrence… que se pasa dos tramos del film creyéndose inmortal. Por su parte, Will Smith se quiere mostrar al mundo como más vulnerable. Es un inevitable eco de su vida fuera de la actuación. Y, llegado un momento, se acaba por reír él mismo del tema con ración de bofetadas incluidas.
En cuanto al resto del casting, los nuevos aparecen para anunciar el tipo de personaje que van a representar desde el minuto uno. Empezando por el olvidado Ioan Gruffudd como Lockwood, un ambicioso fiscal enrollado convenientemente con Rita, a la que sigue interpretando Paola Nuñez ahora como la nueva capitana de policía. Alexander Ludwig y Vanessa Hudgens repiten sus papeles de Dorn y Kelly. Poco se puede decir de ellos, ya que apenas le veremos observar desde monitores como se suceden algunos acontecimientos. Otro que vuelve es Jacob Scipio (Armando Aretas). Eso sí, poco o nada queda del personaje del “Mike Lowrey cabrón” que entregara con anterioridad. Eric Dane (McGrath) nos vende que es un black-ops muy duro y cabreado. Y, por último, también regresa de “entre los muertos” Joe Pantoliano (Capitan Howard) por mediación de unos videos encriptados y una escena onírica inenarrable.
“Todo el mundo se quiebra. Todo el mundo” (McGrath)
En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Bad Boys: Ride or Die, una entrega con una trama minimizada al nivel de las premisas argumentales dignas del peor culebrón barato muy a lo “A Todo gas”. Personajes abrazando el meme descaradamente y acción aparatosa para cubrir el cupo y hacer que este, a priori, flojo mercado cinematográfico veraniego asegure como mínimo una continuación más de los policías rebeldes. Entretiene sin que nos den ganas de arrancarnos los ojos, pero el bajón de calidad de la saga es evidente… solo un ciego no sería capaz de verlo.
Tráiler Bad Boys: Ride or Die
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